Solo Mitos

115 17 7
                                    

Bonnie salió corriendo, ese chico le hacía sentir escalofríos.

Bonnie corrió y corrió sin mirar atrás, no solía aparecer, pero en su pequeña cabecita morada, una vocecita le advertía del peligro.
Y algo le decía que si se quedaba más tiempo del necesario ahí, corría mucho peligro.

Esa vocecita nunca le había fallado.

Bonnie no iba a arriesgarse a que se equivocara esta vez.

Sin pensarlo mucho llego a su cuarto, sintiéndose seguro de ese extraño con cabello de color peculiar...

-"Claro, porque él nuestro es normal"- bendita la voz de la conciencia, que venia cuando le convenía.

Y con sarcasmos, además.

Dejando de lado ese momento de charlar consigo mismo por él cabello del "chico del río", como decidió llamarlo Bonnie.

Comenzó a vestirse para hacer sus labores, hoy era un día ligero, así que lo mejor sería llevar algo suave y no tan pesado.

Ya arreglado con una camisa blanca y unos pantalones azulados, se puso sus botas y se cepillo su cabello.

Cuando salio del establo se dirigió hacia las gallinas que estaban en el corral.

Él día parecía prometedor:

Los animales se comportaron como siempre, dóciles y dispuestos.

No se topo con ninguno de sus hermanos cuando revisaba si él trigo estaba listo para la cosecha.

Ni tubo mayores inconvenientes cuando reparaba una puerta que rechinaba y molestaba a su madre.

Al contrario que otros días nadie se bufo de él mientras trabajaba, ni hubo comentarios mordaces.

Solo faltaba una tarea: hacer el desayuno.

Sin miedo, o al menos no exterior, Bonnie se acerco a la cocina de manera tranquila, intentando evitar las miradas burlonas de los menores.

Su tía le miraba de arriba a abajo mientras él se ocupaba de freír él tocino y hervir los huevos, esperando que cometa algún error.

Su madre por otro lado, estaba en el marco de la puerta, Bonnie estaba como si nada hubiese pasado, sin mueca de dolor o rencor, ¡Incluso le sonrió al verla! Miriam le miro con repulsión.

-"Tan inútil como sus padres..."- pensó viendo con desprecio  al menor.

-¿Oh? ¿Madre, quieres...?-sin dejarle terminar, la hermosa mujer se retiró de la sala con una mueca altiva.

Bonnie miro él suelo, ¿porque su madre no podía quererlo? Sabia que no era él hijo perfecto, pero solo pedía un poco de cariño, ¿era mucho pedir ser tratado como tus hermanos...?
Al parecer si. Y gracias al cielo su padre no estaría para su cumpleaños numero dieciocho, no soportaría él olor a alcohol...

Con la mirada baja siguió con lo suyo.

-"Esto no se servirá solo"- se dijo

Bonnie sabía que todo pronto terminaría, no sólo hablaba de irse de ese lugar, si no de su suerte, él cambiaría su destino.

Haria lo que hacía que cualquier persona ganase fama y dinero:

Mataría a un dragón.

Algo arriesgado teniendo en cuenta que el pelimorado era delgado, bajito, delicado y frágil. Pero eso no podía importarle menos. Él estaba determinado a hacerlo, era lo que le enseñaron de pequeño, matar dragones lo es todo.

Entre Dragones (Fonnie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora