Después de arrastrar a su rubio hermano por toda la caverna, el muchacho de ojos miel conversaba tranquilamente con una de sus mejores amigas, Carol Chik, pero de cariño, apodada Chica, por esa extraña y solitaria familia con siglos de antigüedad.
- ¿Piensas que un día llegará? La verdad... yo no pierdo la esperanza Fox...-su radiante amiga le sonreía con paciencia.
-Ya lo sé, ya lo sé. -decía el pelirrojo con tono aburrido. - Es sólo que...ya debería estar aquí... ¿y si nunca viene Chica? ¿Y si esa profecía era una mentira?
-Hay que esperar y tener fe, amigo mío. -aunque por dentro también se sentía insegura, debían ser fuertes, ahora más que nunca.
-Tu optimismo es admirable...-comentó cerrando sus dorados ojos y dejándose llevar por el frio viento, sonrió. -Ven pronto...-susurró a la nada.
.
.
.En medio de una arboleda, dos jóvenes hablaban en la oscuridad de la noche, Bonnie señalaba las constelaciones del cielo y les ponía nombres graciosos, como "Hombre Caballo", Meg reía con las ocurrencias del menor y le corregía con una sonrisa en los labios. Ambos se sentían llenos, una experiencia así, tan...tranquila, tan plena, después de tanto dolor y pesar. Por su parte Bonnie ahora entendía como se sentía el amor de una hermana, (Toddy no cuenta.) y Meg tenía esa sensación de estar al mando que tanto amaba.
Llegando al final del camino divisaron un pueblo y a lo lejos, si forzaban la vista, se encontraba el castillo. No era tan grande ni tan imponente como el que se encontraba en Mediel, pero si más elaborado y más cuidado. Rammsis. La "Ciudad de Oro", llamada así por sus bellas artesanías y trabajos. Artistas de todo el mundo viajaban millas para pasar unos días allí y observar todo su esplendor.
El amanecer acariciaba los edificios con su manto dorado, dando la impresión de que era en verdad una ciudad de oro. La vista desde la colina era magnifica, parecía que todo se fundiría como el material que aparentaba ser.
Saliendo de su ensoñación, Bonnie fue el primero en reaccionar, y entre sus ropas el mapa que Edith les dio. - Aquí dice que no es muy grande, podríamos dar la vuelta e ir por las montañas del norte, aunque son peligrosas. -observó con recelo la calavera que aparecía en la zona señalada.
-Me parece perfecto, pero necesitaremos víveres...y probablemente otro medio de transporte, el caballo de su majestad está acostumbrado a dar desfiles y cabalgatas, no a recorrer montañas. -torció la boca, más problemas.
-Podríamos venderlo y comprar comida, además de abrigos, hace frio en la nieve, Meg. -comenta distraídamente el pequeño mientras limpiaba sus lentes con un paño.
Asintiendo en acuerdo con lo que dijo el menor, bajaron la colina, donde el sol ya no derramaba sus mantos dorados. La ciudad abría sus puertas a los visitantes que, expectantes a entrar, se agrupaban en la puerta. Ambos se tomaron de las manos y se mezclaron en la multitud, evitando ser vistos por los guardias que habían sido alertados hace no mucho de dos mujeres fugitivas del reino vecino.
Una vez dentro Bonnie recordó que aun traía consigo el dinero que originalmente iba a ser para comprar alimentos para sus primos y hermanos. Veinte monedas de plata y cuarenta de bronce, eso era más que suficiente para que ellos dos se alimentaran por, mínimo, dos meses.
Meg decidió vender el caballo por su cuenta, ya que sabía del negocio, gracias a los padres de su difunta amiga Joy, quienes vendían dichos animales. Se separaron, diciéndose que cuando el sol estuviera en lo alto, se encontrarían en la plaza principal.
-Recuerda. -antes de que se alejase, Meg lo tomó del brazo. - No hables con nadie, ni confíes en nadie.
Con la mirada más seria que pudo dar con más de veinticuatro horas sin dormir, asintió y se marchó a por las tiendas que comenzaban a abrir.
ESTÁS LEYENDO
Entre Dragones (Fonnie)
FantasíaBonnie es un joven muchacho que quiere cumplir su sueño de toda la vida. Pero esta lo pone en riesgo y tendrá que escapar de su madre y de un Principe caprichoso a las montañas. Allí encontrará refugio y quizá algo más de la persona menos esperada...