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Acomodé mi media cola al salir de la oficina de la biblioteca luego de dejar mis cosas, mi celular comenzó a vibrar en mi bolsillo y lo saque para atender.

—Hola.

—Hija, hola, ¿como estás? —la relajada voz de mi madre sonó a través del aparato.

—Bien, bien mamá. ¿Y tú?

—Bien, por suerte, las extraño mucho.

Suspiré e hice una sonrisa con los labios apretados, aunque ella no pudiera notarlo.

—Yo también te extrano mamá.

—¿Está Emma por ahí? Quiero hablar con ambas.

—No, de hecho estoy en el trabajo en este momento, mira más en la tarde cuando llegue a casa te llamaré yo y hablas conmigo y con Emma. ¿Quieres?

—Oh, si, entiendo, bueno espero tu llamada, te quiero.

—Yo también, adiós.

Corté la llamada y solté un suspiro, volví a guardar el celular en mi bolsillo. Caminé hacia una estantería y comencé a acomodar los libros. Luego recibí unas cajas con nuevos libros y las acomodé, y ese era mi trabajo, también me encargaba de los discos, y todas esas cosas.

Un rato antes de que se hiciera mediodía, Brent apareció en el lugar, cuando su mirada me encontró caminó hacia mí, esta vez yo comencé la conversación.

—¿Acaso lees un libro completo en un sólo día? —le pregunté cruzando mis brazos, el soltó una risa y negó.

—De hecho, ya voy por la mitad de Asylum, leí en internet que el segundo libro era algo corto, así que decidí venir a buscarlo.

Asentí y luego fui hacia libros juveniles y comencé a buscar el segundo libro de Asylum que era bastante corto, luego de unos minutos lo encontré y se lo llevé a Brent.

—Toma. —el me hizo una especie de agradecimiento con sus ojos y luego de pagarlo, se encaminó a la salida.

—Te veo mañana. —me dijo volteando a verme, solté una risa.

—Mañana es sábado, no trabajo los fines de semana.

El bajó la mirada y volvió a subirla.

—Entonces te veo el lunes. —dijo finalmente, saliendo por la puerta, justo al mismo tiempo que una chica con cabellera pelirroja entraba por la puerta, Liz.

—Hooola. —dijo la muchacha cuando vino a mi y me dió un abrazo.

—Hola, ¿que haces aquí? —pregunté con una sonrisa en mi rostro.

—Estaba de paso y no tenía planes así que pensé que podíamos almorzar juntas.

—Si, me encantaría, solo que mi cargo termina en veinte minutos, ¿podrías esperarme? —pregunté y ella asintió con la cabeza.

—Seguro, iré a hablar con Mark un rato.

—Liz, ¿si sabes que el gay verdad?

Ella rodó los ojos.

—Claro que lo sé, tonta, y mi primo también lo es. —dijo moviendo sus hombros, yo solté una risa.

Terminé de hacer unas cosas hasta que terminó mi horario, busqué mis cosas y fuimos juntas a un restaurant al que solíamos ir a almorzar o a cenar.

—¿El chico que me topé cuando entre a la biblioteca era el mismo del bar? —preguntó Liz pinchando un trozo de carne.

—Si, lo es, el otro día cuando salí de bar estuve hablando con él.

—¡Lo sabía! Me parecía muy extraño que el saliera justo detrás de tí cuando te fuiste.

Reí y asentí.

—Desde entonces el viene todos los días a la librería y me pide que le recomiende un libro.

—Oh por Dios, que romántico, va a ser una hermosa relación. —canturreó juntando sus palmas, negué rápidamente.

—No, no, nada de eso. —dije haciendo que Liz me mirara confundida.

—Grace, conoces a un chico en un bar que canta tu canción favorita, va a tu lugar de trabajo a verte todos los días y tu no lo aprovechas, estoy decepcionada.

—El no viene a verme a mí al trabajo, tal vez solo le guste leer.

—Claro, entonces de todas las librerías que hay en la ciudad, el va justamente al lugar donde  trabajas tu, y de todos los empleados que podrían recomendarle un libro en el lugar, el va directo hacia tí.

—Basta Liz, no quiero tener nada con nadie, sabes lo que me pasó la última vez que lo intenté. —dije, su ceño se frunció y meneó su cabello anaranjado.

—Grace, eso pasó hace dos años, deberías superarlo.

Alcé los hombros y bebí de mi agua.

—Me tomaré el tiempo que necesite, ya te lo he dicho.

Ella asintió y volvió a centrarse en su comida.

Luego de una hora terminamos el almuerzo y luego el postre, tenía que volver a la biblioteca, mi descanso estaba por terminar.

—Bueno, debo volver al trabajo. —le dije una vez que salimos del restaurante.

—Si y yo debo terminar unas compras. Veamos que vamos a hacer mañana con Payton, yo te llamo, ¿si? —asentí, ella me dió un abrazo y se alejó caminando perdiéndose entre la gente que había en el centro de la ciudad.

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Liz en multimedia.

Encuentros en la biblioteca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora