PARTE III

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... Él durmió.

La noche lo abrazó con su oscuro y frío abrigo. Los cantares de las aves nocturnas velaban su sueño maldito. Todo él ya era maldito. Maldita su existencia, maldita su presencia, maldito el lugar en el que posaba sus zapatos rotos, "desgracia" era su compañera de por vida, porque así lo había decidido el demonio.

Sus ojos se abrieron; el alba de la mañana despertó al mundo entero. El sol brilló en el cielo, las nubes rojas a causa del despertar mañanero, dibujaban un paisaje divino, las bandadas de aves de diferentes especies saludaban, con sus cantos, al mundo y su naturaleza infinita. Amor y agradecimiento por un nuevo día se escuchaba en toda la atmósfera. Los ríos, con su caudal, los árboles, las flores, los animales, yo, y todo el mundo, excepto Drago, agradecían al creador del universo, al Todopoderoso, a mi Dios y a tu Dios que es un solo ser.

Sus ojos veían con terror el despertar de un nuevo día, gritó desesperado, quiso llorar, pero ya no tenía lágrimas así que reprimió sus sentimientos con impotencia, no quería moverse de ese lugar, quería quedarse inmóvil a esperar los días pasar hasta que le llegue su muerte, y así lo hizo.

Hasta hoy ya van nueve días tirado en ese lugar, en la misma posición, en el mismo sitio. Las moscas han utilizado todo su cuerpo para tomar baños de sol. Su espalda esta llena de excremento de aves que se han posado un momento, y luego han seguido su ruta. Sus piernas están llenas de una que otra picadura de serpientes de cascabel, no ha muerto porque la muerte huye de él, pero sí esta herido.

En sus ojos cerrados se han secado las lágrimas que ha derramado por el dolor de las picaduras y mordeduras que ha sufrido. Las lluvias han conseguido que la pulmonía lo haga escupir sangre, pero nada le preocupa porque no puede morir. Esta todo cagado y orinado, pero tampoco le importa porque la vida para él no tiene sentido.

Me da tanta pena verlo en ese estado, quisiera ayudarlo, pero yo solo soy el narrador y no puedo hacer otra cosa.

Décimo día, Drago ha despertado desconcertado, un gallo y el ladrido de unos cuantos perros le ha quitado el sueño.

-¿Dónde estoy?, se pregunta, viendo sus manos vendadas, piernas vendadas, todo el cuerpo vendado sobre una cama de dos plazas.

-¡Papá, ya se despertó el señor!, grita un niño de ocho años, quien estaba en el mismo dormitorio que Drago.

-hola niño, ¿qué hago aquí?

-hola señor, me llamo Diego, ¿ya se siente mejor?

El sonido de unos pasos se detuvieron frente a su cuarto y abrieron la puerta interrumpiendo la corta conversación que tenían. Drago ni bien vio detenerse bajo el dintel de la puerta al robusto hombre cuarentón, empezó a quitarse las vendas diciéndole:

-Amigo, agradezco su gentileza, es un gran gesto de su parte, no estoy seguro de cómo llegué aquí, de verdad estoy agradecido por haber intentado ayudarme, pero todos ustedes están en peligro...

-¡hey, cálmate amigo, no te va a pasar nada, estas muy mal herido, cuando te encontramos tirado pensamos que estabas muerto, es un milagro que sigas con vida después de todos los ataques de serpientes que tienes grabados en el cuerpo, todo tú dabas asco, pero ya estas curado, has estado inconsciente durante tres días, ya eres parte de esta familia, todos nos hemos encariñado contigo...

-No diga eso por favor, debo irme,-habló ansioso Drago- toda su familia corre peligro, yo estoy maldito nunca debieron ayudarme, el diablo me ha maldecido, por favor déjeme salir de aquí.

Drago se puso de pie, y empezó a ponerse los zapatos para salir huyendo.

El hombre que observada dio unos pasos hacia él y le dijo:

-Dios esta con nosotros, somos religiosos, aquí nada te va a faltar, nosotros curaremos tu demencia, al parecer has recibido un golpe en la cabeza y estas hablando incoherencias, no se de qué huyes, no se que es lo que te ha pasado, pero tampoco me interesa, solo te pido que por favor te Calmes, porque estas asustando a mi hijo...

-¿Cuál es tu nombre?, le preguntó al agricultor mientras lo tomaba por los hombros.

-¿Para que quieres saberlo?

-¡Solo dímelo y ya por favor, no hagamos mas larga esta conversación!

-Soy Ezequiel, contestó.

-Bien, Escúchame Ezequiel, yo no te conozco y tu tampoco me conoces, pero hiciste muy mal en traerme a tu hogar, tengo un pasado macabro y debes creerme cuando te digo que tu familia y todo tu hogar corre peligro, ¡tienes que dejar que me largue de tu casa, solo deja que me marche y no pasará nada...

-Lo siento, no puedo dejarte ir, porque te necesito para alimentar a mi mujer, necesito de ti, yo te ayudé ahora tu debes brindarme tu vida como agradecimiento.

-¿A qué te refieres?, Preguntó confundido Drago, retrocediendo tres pasos atrás.

-Liana, mi esposa, era muy hermosa, la mas hermosa entre todas las mujeres de este lugar, era amable y servicial, de un buen corazón, era perfecta; por ello, todos los hombres estaban locos por ella, y a pesar de estar casada conmigo, hubo un hombre que intentó seducirla, diciéndole que yo no le convenía, que él la iba a querer mucho mas que yo, y que ella merecía algo mejor, no un agricultor, sino un negociante como él. Pero Liana lo rechazó y él juró que se vengaría. Tres años después, mientras cultivávamos la chacra, se apareció un hombre en caballo, trayendo una encomienda departe de Demián, era una caja forrada de negro y con un lazo blanco que la envolvía, junta a ella una tarjeta que decía: "Si no eres mía no seras de nadie", presentíamos algo malo y decidimos no abrirla en ese momento, pero una semana después, la convencí y decidimos saber que contenía esa caja. En el preciso instante que abrimos esa maldita encomienda, salieron cientos de gusanos que se le metieron al cuerpo entero, enfermando mortalmente en el acto. Nada la curaba, sino al contrario, la piel se le caía por pedazos como si fuera lepra. Dos semanas después ella se levantó de la cama arrastrándose por la tierra y se comió a nuestro hijo mayor quien pastaba el ganado en el bosque. Cuando eso ocurrió, volvió a ella su salud y belleza, pero no duró por mucho, porque tres semanas después volvió a enfermar convirtiéndola en un ser despreciable otra vez. Desde ese entonces, decidí que por amor a ella, conseguiría humanos para alimentarla.

-¿Qué?, ¡Estas enfermo Ezequiel, de que mierda estas hablándome!, ¿quieres que sea alimento del monstruo que crías?

-¡No le digas monstruo..! Ella es mi madre!, gritó Diego.

-Ezequiel, ¡solo deja que me valla o todos morirán!

-El único que va a morir eres tu, ¡Julia, hija, trae la escopeta, la comida de tu madre ya esta lista!

-¡Ya papá ahí voy!, se escuchó en la cocina.








PACTO CON EL DIABLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora