Capítulo I

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-¿No es algo temprano?- me pregunta Xandria apareciendo de entre la maleza.
-¿Cuál es la diferencia en hacerlo en este momento o en un hora? - pregunto en tono petulante. Toma una de las flechas recién afiladas y la examina con atención.
-te envidio, tu arte es perfecto-
-pff, arte- me burlo- esto no es arte, es adiestramiento-
-Zaphire, puedes tomarte las cosas con calma, nunca hemos luchado en una batalla real y la paz en nuestro reino es palpable. Además... Eres muy hermosa - dice mirándome de arriba a abajo -incluso podrías... Enamorarte - mi cuerpo reacciona incómodo con solo escuchar esa palabra y sin abrir la boca una vez más, me guindo a la espalda el carcaj y camino por el sendero.
-Nos vemos en casa para almorzar- la escucho gritar.
Es cierto, nunca hemos luchado más allá del entrenamiento, pero el arco y flecha desde hace mucho dejaron de ser simples instrumentos de combate y pasaron a ser una extensión de mí, el usarlos me ayuda a pensar y a sentirme mejor. Sin dar más rienda suelta a mis pensamientos, a lo lejos vislumbro un punto rojo, a unos setenta metros aproximadamente, saco una flecha para acomodarla en el arco y casi sin apuntar la suelto, esta se clava en un árbol pocos metros detrás de donde se hallaba la manzana. Me acerco al árbol y lo escalo, me siento en la rama más cercana para tomar la flecha y la saco para comerla. El bosque a esta hora da la impresión de estar vivo, con las aves cantando, los pequeños animales durmiendo y la brisa rozando mi piel, es simplemente embriagador. De un salto llego al suelo, caigo de cuclillas rozando un matorral y con el rabillo del ojo notó un movimiento fugaz. Muevo un poco los arbustos buscando a la pequeña criatura y ahí está, atorado entre las ramas, lo sostengo con cuidado y desenredo su pequeño su pie, lo levanto a la altura de mis ojosy sonrío con ternura. Hace mucho que no veía un gnomo y este es particularmente adorable, esta acurrucado en la palma de mi mano con leves temblores en su cuerpo.
-no te haré daño, no te preocupes- le susurro, él se relaja visiblemente, se pone de pie y me mira con curiosidad, alza su pequeña mano en señal de saludo y me sonríe - debes tener más cuidado. - lo pongo en el suelo y este me lanza un beso antes de correr en dirección opuesta. camino de regreso los setenta metros, pongo el arco y el carcaj sobre la roca y saco tres pequeñas dianas que tenía guindadas de la cintura. Hay unos cien metros planos alrededor de la gran roca que usamos para practicar, coloco las dianas lo más lejos que puedo en puntos difíciles de llegar, tomo el arco y una flecha, apunto por unos segundos y la suelto, luego otra flecha y una más. Las tres en el centro. Busco objetivos más prometedores pero sin amedrentar ningún animal que yace dormido o somnoliento en el bosque. Algunas bayas, arándanos, y tres flechas con los ojos cerrados, no le di exactamente dónde quería pero sí bastante cerca. Hago piruetas y saltos, practico un poco de lucha a corta distancia y ejercicios de velocidad.
Pasaron las horas y ya agotada me siento sobre la roca para beber un poco de agua, observo alrededor y sonrío satisfecha y con un poco de altanería. Poco a poco recojo las flechas para volver por el sendero. El sol está muy alto en el cielo, calculando que ha de ser medio día y que estuve cerca de cuatro horas practicando. Muerta de hambre regreso al castillo. Cruzando las puertas veo un enorme saco de pelo negro y azul con dientes corriendo hacia mí, Ónix posa sus gigantes patas delanteras en mi pecho haciendo que caiga sobre mi trasero y pasa su húmeda lengua por toda mi cara, me echo a reír y abrazo a la enorme bestia, me impulso con las caderas hasta dar la vuelta y quedar encima de él, le doy un beso en el hocico y me pongo nuevamente de pie. -pronto ya no podrás seguir abalanzándote así sobre mí, cada día estas más grande- le digo mientras acaricio su cabeza y lo escucho ronronear. Camino hasta la cocina con Ónix pisando mis talones, me lavo las manos con abundante agua, camino al comedor donde veo a mis hermanas en la gran mesa con sus platos a medio comer y me siento junto a ellas - veo que no pudieron esperarme -
- Te tomaste tu tiempo- dice Esmeralda, la mayor de las tres. La diferencia de edad entre nosotras no supera siquiera los diez minutos. Esmeralda es mayor que Yo por 5 minutos completos y Yo soy mayor que Xandria por 3 minutos y 47 segundos. Mi madre dio hasta su último aliento para poder concebirnos, escogiendo nuestras vidas por sobre la suya propia - sabes que no me gusta que ese krajagui entre en el comedor, Zaphire. Sácalo.
- Me entretuve un poco - me defendí - el día parecía ser provechoso y Ónix Blades puede ir a donde le plazca. - Esmeralda pone los ojos en blanco y continua
- Estoy de acuerdo contigo. De hecho, yo también he podido sacarle provecho- dice en tono socarrón, pongo cara de pocos amigos al imaginar qué clase de treta planea esta vez, echo un vistazo a Xandria pero esta parece tan confundida como yo.
- Habla- le pido a Esmeralda un poco más fuerte de lo que pretendía.
- He estado organizando un baile, como bien sabes hoy es el día en que nuestra madre fue coronada reina hace ya 30 años, y he decidido hacer una pequeña celebración en su nombre. Ya he notificado a nuestro padre pero por desgracia aún no ha podido resolver sus asuntos fuera de nuestras tierras, así que no podrá asistir, pero nos desea lo mejor.- anuncia con una gran sonrisa. Me siento un poco nostálgica al imaginar a mi madre con su belleza inmaculada sentándose en el trono con su gran corona en la cima de su cabeza. He podido apreciar innumerables cuadros pero ninguno se asemeja siquiera un poco. Lo sé perfectamente ya que aun cuando nunca pude verla con mis propios ojos, mi padre y algunos de nuestros más leales siervos me han enseñado, a través de la telepatía, el momento de su coronación y otros tantos recuerdos de tan esplendida monarca. Incluso he soñado con la gloria de ese momento con tanta nitidez que mi piel se eriza con cada pensamiento. Xandria con sus gritos eufóricos me saca de mis cavilaciones y me descubro a mí misma con una sonrisa en los labios.
- Me parece buena idea- Esmeralda claramente sorprendida por mi reacción pacífica y hasta alegre, sonríe mientras toma nuestras manos y las ciñe con dulzura.
- Estén listas a las 7, tienen todo el día.

AkashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora