Prólogo

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Estoy sudando, temblando y mi respiración esta agitada de tanto correr, entro a una de las tantas habitaciones de esa mansión para encontrar algo para pedir ayuda y tratar de esconderme.

Dentro hay una cama arreglada al lado izquierdo, hay una especie de estante que tiene unos cuadros familiares y dos floreros repletos con tulipanes en cada extremo. Sin poder evitarlo tomo el cuadro más grande que estaba ubicado en el centro y lo observó con un gran dolor en el pecho y un nudo en la garganta, nunca pensé que me pasaría algo como esto, ni en mis peores pesadillas, ahora lo he perdido todo, a mi familia, las personas que más quería se han ido y todo por su culpa; pienso mientras acaricio el rostro de esas dos personas que me dieron la vida y me criaron con todo el amor que podían dar dejando un leve rastro de sangre en el vidrio y siento como las lágrimas empiezan a resbalarse por mis mejillas.

— P-pa... pá... M-mamá...—Después de ese susurro fui incapaz de seguir retención ni llanto, más lágrimas a salir mientras abrazo el cuadro con fuerza y con la cabeza baja— ¿Por qué?... ¿Por qué? ¿Por qué?... —Repetí esas palabras muchas veces sin cambiar mi posición, sigo sin entender porqué me hace esto. Vuelvo a mirar el cuadro de mi familia y en ese momento es cuando entiendo que no me debo rendir, debo luchar por mi vida, eso es lo que ellos me hubieran dicho.

Con decisión y nuevas razones para seguir adelante coloco el cuadro en su lugar y me dirigió a la mesa de noche que esta al lado de la cama, al pasar por allí no pude evitar notar mi reflejo en el espejo que esta colgado en esa pared blanca, por incersia me detengo en frente de este y allí es cuando después de tanto rato me apercato de mi estado físico.

En todo ese tiempo que estuve huyendo no había notado la gravedad de mis heridas. Mis piernas, que se encontraban descubiertas por el short de jeans que traía, estaban llenas de moretones y varios raspones por las diversas caídas que había tenido al escapar de ese monstruo, mi camisa estaba toda desarreglada y tenia varios cortes, alguna vez había sido completamente blanca, ahora está teñida de sangre... Mi sangre y la de mi familia, mis brazos también tenian cortes, mis nudillos estaban rojos y llenos de sangre al igual que mis manos, mi rostro tenia uno que otro moretón y varios ratros de sangre. En la mejilla izquierda tenía un ligero corte y mi cabello castaño oscuro estaba algo húmedo... Esta segura de que era a causa de la sangre que había brotado de mi cabeza.

Hasta ahora no había sentido ningún tipo de dolor además de la opresión en mi pecho por mis pérdidas pues me había concentrado en esconderme, pero ahora que me he a percatado de cómo estoy siento todo mi cuerpo adolorido, en especial la parte baja del tórax y al alzarme la camisa noto que tengo una puñalada que seguía botando sangre. De nuevo el miedo me invadió y me estremecí de pies a cabezas— ¡Debes concertrate y ser mas lista si no, no saldras viva! —Me dije a mí misma mientras dejaba de mirarme al espejo y empezaba a buscar en uno de los cajones del armario que estaba al lado una toalla para detener el sangrado, agarro lo primero que vi útil, que fue una camiseta, me la amarró alrededor de la cintura para que pase por encima de la herida y hago presión sin importar el horrible dolor que me producía ese acto.

Sigo buscando por todas las gavetas inferiores del armario hasta encuentro uno de mis teléfonos de respaldo, para mi desgracia al encenderlo lo primero que veo en la pantalla de bloqueo es una foto, una foto en la que estoy abrazada con la misma persona que ahora trata de matarme. Vaya que las apariencias engañan y que muchos tienen doble cara, la persona en que mas confíe literalmente me ha apuñalado por la espalda ¿Cómo no supe antes cuales eran tus intenciones? De esa forma hubiera podido evitar todo esto. Pero ahora no era tiempo de lamentarme así que quito esos pensamientos de mi mente y me concentro en marcar el número de emergencia.

Espero a que contesten, pero la operadora me recuerda que no tengo saldo suficiente para realizar la llamada, tras un chasquido de frustración cuelgo y decido probar suerte al mandarle un mensaje a una amiga para que le avise a su padre de lo que está pasando ya que este es policía, escribo el texto lo más rápido que puedo, pero los nervios no me dejaban realizar esa labor bien ya que mis dedos temblaban y de vez en cuando me tricionaban tocando una tecla incorrecta, una vez que logré escribir el mensaje le di para enviar y por suerte el saldo alcanzó para mandarlo.

Cuado El Odio Lo Supera TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora