Capítulo 9

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Relata Jimin

Casi corriendo me fui camino a mi departamento. ¿Qué a caso no se daba cuenta del efecto que su sonrisa tenía en mí?. Mi corazón estaba latiendo demasiado deprisa, como si acabase de irme corriendo a Japón. En cualquier momento podría darme un paro cardíaco en medio de la calle y nadie lo notaría hasta la mañana siguiente, cuando mi cuerpo no tuviera ni un rastro de vida. ¿Él me recordaría si muero? ¿Lloraría como yo lo haría?
 

Saqué las llaves del bolsillo de mi sudadera e intenté meter la llave en la cerradura con mis manos temblorosas de los puros nervios. Cuando logré abrir la puerta, me adentré en un movimiento rápido, cerrándola al instante, apoyándome y deslizándome por esta con una sonrisa boba en la cara.

"Podemos encontrarnos cuantas veces quieras, Park "

Mis mejillas no daban más, necesitaba dejar de sonreír, pero sus palabras y la imagen de su sonrisa seguían viniendo a mi mente.

¿Cómo planeaba volvernos a juntar? No tenía ni la más remota idea, Pero lo haría, aunque perdiera mi vida en el intento. Necesitaba volver a ver su hermoso rostro de tez tan clara como la cal, su pelo color verde menta que le daba unos aires misteriosos, sus labios rosa, su contextura delgada, si voz grave... pero sobre todo, esos ojos de un color marrón oscuro que te atraían a un abismo profundo y sin salida, con un brillo intenso que reflejaban su pensar como si un espejo fuesen.

Recordando y detallando su rostro en mis recuerdos, unas ganas de plasmar su cara en papel me invadieron y sin controlar mis movimientos, me arranqué los zapatos tirándolos a un lugar indefinido y caminé dando zancadas largas hacia mi estudio. Saqué una de mis croqueras preferidas de hojas gruesas y un grafito. Una vez el lápiz estaba en mi mano y el papel blanco frente a mi, comencé a trazar líneas como si un Dios me hubiera poseído y guiara mis movimientos con delicadeza y certeza.

Sólo dibujé su rostro, más lo detalle como nunca había hecho con un retrato. De un cajón agarré las acuarelas, un pincel fino y llené un vaso con agua del baño para poder colorear mi dibujo y darle un toque único con los tonos y efectos que podía lograr con las acuarelas.

En mi dibujo su sonrisa brillaba, luciendo perfectamente sus encías y pequeños dientes. Quise que sus pequeños ojos reflejaran anhelo. ¿A qué? No lo sé, pero algo dentro de mí me decía que él anhelaba algo con muchísima fuerza, pero eso era imposible plasmarlo en papel, era demasiado intenso y hermoso como para poder ser grabado por la mano humana.

Pareciéndome nuevamente a un títere, coloreé con mi pincel cada rincón.

Satisfecho de mi obra maestra lo colgué de un gancho que tenía para dejar secando mis pinturas. Me quedé mirándolo, sentía que algo le faltaba pero no sabía qué era. La próxima vez que nos encontráramos me fijaría mejor su cara y descubriría que es lo que mi dibujo carecía.

Exhausto y cansado de tanto estímulo, me duché y cambié mi ropa por un pijama. Ni siquiera me molesté en comer algo o secarme el pelo, simplemente me lavé los dientes y me acurruqué en las sábanas junto a mi pequeño oso de peluche.

Quería dormir durante todo el fin de semana. Se me haría eterno y no sabía que no tendría tiempo para salir a buscarlo.

Dejaría nuestro encuentro en las manos del destino...


You Are My Caramel Macchiato - YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora