¡FELICIDADES! ¿PAPÁ?

Capítulo 4

Narrado por Duff

Llevaba horas fuera de la casa de Lesli, pero no había señal alguna de ella ni de Mariana. Moría por arreglar las cosas con ella, decirle lo imbécil que fui y lo arrepentido que estaba.
Decepcionado volví a mi motocicleta, listo para irme a casa.

Al dar vuelta en la esquina, vi a Mariana dentro de un taxi, hablando con Lesli. Creo que ella también me vio, pues se giró para verme.
Comencé a seguir al taxi.

— ¡Mariana! —grité.

El taxi no se detenía, así que aceleré hasta estar delante del taxi, frenando frente a éste, para impedir que siguiera. El taxi se detuvo. Bajé de la moto y caminé hasta llegar a este y abrir la puerta trasera del lado derecho, donde estaba Mariana.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó confundida.

— Vine por ti.

Lesli bajó del taxi, mirándome con cólera.

— ¿Venir por mí?

— Necesitamos hablar, Mariana...

— ¿De qué? Fuiste muy claro la última vez.

— Perdón por eso... Nunca fue mi intención... Me comporté como un vil imbécil, sin que lo merecieras. Dios, sólo tuve miedo.

— ¿Miedo a qué? —cuestionó.

— De no ser un buen padre... De fallarle a mi hijo.

— ¿Y por qué crees que le fallarías? Michael, no sabemos cómo será esa faceta...

— No sé... ¿Me das otra oportunidad?

Sentí muy mejilla arder tras la bofetada que me dio. Sus ojos se cristalizaron.

— Lo merecía... —susurré.

— No tienes idea de como pasé estos días —graznó.

— Lo siento...

— No debería darte otra oportunidad... Pero lo haré porque de verdad te amo, Michael y debemos estar juntos en esto.

— ¿Hablas en serio?

La voz se me cortó. Mariana asintió levemente, mientras por su mejilla cayeron unas cuantas lágrimas.
Nos abrazamos con fuerza.

— Te amo como no imaginas, amor —susurré cerca de su oído —. Te prometo darles todo... A ti, a nuestro bebé.

— Sólo promete no volverlo a hacer —pidió.

— ¿Quieres ir a celebrar lo del bebé? —propuse.

— Suena bien.

— Bien...

Narrado por Mariana

Estábamos en un restaurante, con los chicos. Todos hacían bromas.

— Le enseñaré a tocar la batería —exclamó Steven.

— Yo la guitarra —dijo Izzy.

— Ya quiero ver a mi sobrino —sonrió Axl—. Su primer concierto será uno nuestro.

— Dios, será el bebé más amado —aseguró Maureen.

— Y será tan lindo como Mariana, porque Duff es un bastardo horrible —bromeó Slash.

— Me da gusto que hayan arreglado las cosas... —dijo Axl—. Este imbécil no podía estar sin ti, y menos ahora que le darás un hijo.

— Michael no es tan idiota para dejar a Mariana —soltó Izzy —. Además, su bebé debe estar con los dos.

Michael se volvió a mi, tomando mis manos y sonriendo. Estaba tan feliz de haber arreglado las cosas con él.

Después de estar con los chicos, Michael y yo nos fuimos al centro comercial, para buscar cosas para el bebé.

— Hoy compré muchas cosas —le comenté.

— ¿Venías conmigo?

— Amh... No.

— Exactamente. Los dos, como sus padres, debemos buscar algo juntos.

— De acuerdo, McKagan.

Me abrazó y me dio un tierno beso en la frente.
Un par de chicas, al verlo, lo miraron con asombro.

— Admiradoras a la vista —reí.

— Es mejor que entremos a una tienda ahora.

Corrimos al anterior de una tienda de muebles para bebé. Michael se quedó helado.

— ¿Qué sucede?

— Estamos aquí, juntos, comprando cosas para nuestro hijo... Mariana, nunca me había sentido tan emocionado. Gracias, amor...

— Te amo, Michael.

Michael se emocionó comprando cosas en todas las tiendas donde entramos. No tenía idea de qué haríamos con tanta ropa, juguetes y demás cosas. Nunca lo había visto así, tan contento.

Cuando llegamos a casa, tomamos una ducha. Extrañaba tanto estar con él. Sus besos. Sus abrazos. Sus dulces palabras.
Mientras me vestía, Michael me tomó de la cintura y se puso en cuclillas. Miraba mi vientre de una manera tan tierna, que me fue imposible no sonreír como tonta.

— Hola, bebé... Soy tu papá. No imaginas lo contento que estamos mamá y yo de saber que pronto estarás con nosotros... No soy el mejor, pero prometo que te haré muy feliz, hijo... Amarás como loco a tu madre... Es la mujer más asombrosa, divertida, hermosa, inteligente, adorable... Y Dios, cocina como los Ángeles. De verdad, tienes a la mejor madre del mundo...