Capítulo 5

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Narrado por Mariana

Estaba con Duff en casa de mis padres, dándoles la noticia del bebé.

— ¡Un bebé, pero que hermoso! —exclamó mi madre.

— Les dije que esta boba sería la primera en tener un hijo —sonrió mi hermana mayor.

— ¿Cuánto tiempo tienes? —preguntó mi padre.

— Tengo tres meses, recién los cumplí...

— ¿Y como se sienten al respecto? —quiso saber mi madre.

— Pues... Al principio si nos sacó de onda —contestó Duff—. Pero bueno, después nos alegramos. Sé que el bebé fortalecerá la relación.

— Tendrán un hijo y ni siquiera están casados —objetó mi padre, mirando inquisitivo a Duff.

— Es que se nos salió de las manos... Estaba por pedir la mano de su hija, pero pues...

— ¿Si piensan casarse?

— Claro, claro, estamos viendo si antes de que nazca el bebé o después.

— ¿Y no piensan que sería conveniente que se vengan a la casa a vivir? —propuso mi padre—. Porque bueno, tú con la banda tienes que salir y demás. Mariana no se puede quedar sola en este estado.

— Michael me cuida muy bien, no deben preocuparse de eso.

— Pero que mejor que estés al cuidado de tu madre y tu hermana. Él no puede estar siempre contigo.

— Lo vamos a pensar —prometió Duff.

— Que sea pronto.

— ¿Ya saben que nombre ponerle?

— Antier hicimos una lista con posibles nombres...

— Tiene que ser uno muy lindo.

Tras estar un rato más con mis padres, nos fuimos al doctor, pues me realizarían un ultrasonido.

— Tu padre me sigue odiando —musitó Duff.

— No te odia, solo está celoso. Ya sabes cómo es.

— Me odia, se le nota. Tu madre y Emma me tratan bien, pero él... Siento que sería feliz si desaparezco.

— Eres un dramático —reí—. Si te odiara, no te hubiese dejado pasar a su casa nunca.

— Como digas.

Al llegar al hospital, rápidamente nos llevaron con mi doctor de cabecera. Michael estaba muy nervioso.

— Mariana, que gusto verte —dijo mi doctor al vernos entrar—. Oh, tú debes ser Michael.

— Así es... Mucho gusto.

— El gusto es mío. Bien, tomen asiento. Prepararé todo para el ultrasonido.

Mientras el doctor alistaba las cosas, tomamos asiento.
Las manos de Michael estaban llenas de sudor.

— ¿Te sientes bien?

— Sí, sí... Por supuesto. ¿Por qué?

— Estás sudando.

— Bueno, hace mucho calor.

— Michael, está nublado y hace mucho frío.

— ¿En serio? No me había dado cuenta, amor.

— ¿No quieres esperarme afuera?

— No, no... Quiero estar aquí contigo.

— ¿Seguro?

— Muy seguro.

El doctor me llamó. Me recosté sobre una diminuta cama; levantó mi blusa, para descubrir mi abdomen, para enseguida poner un gel.
Michael me tenía tomada de la mano. No podía apartar mi vista del monitor.

— Bien, veamos cómo va su bebé...

Al sentir que frotó mi vientre con un pequeño aparato, cerré los ojos y exhalé con fuerza.
Hubo silencio por más de cinco minutos, hasta que Michael habló.

— ¿Todo está bien?

— Sí... Solo que no hay uno solo...

— ¿A qué se refiere? —pregunté.

— Pues tal parece que esperan gemelos.

Rápidamente Michael y yo nos miramos. No lo podía creer. Creo que ninguno lo creía.

— ¿E-está seguro? —vaciló Michael.

— Sí, miren...  Uno y dos. Dos bebés.

Narrado por Duff

En cuanto escuché «gemelos» sentí como si una enorme ola cayera sobre mí. Dos bebés...
Mariana estaba llorando, mirando feliz el monitor que se hallaba frente a nosotros.
Tenía miedo de mirarlo, pero cuando por fin lo hice, sentí todas mis fuerzas esfumarse. Eran mis hijos los que estaban ahí...
Apreté con fuerza la mano de mi novia y comencé a llorar. Jamás olvidaré ese día.

Tras salir del hospital, Mariana seguía sin poder decir algo. Estábamos tan sorprendidos.

— Creo que sí debemos irnos con tus padres...

— ¿Por qué?

— Porque necesitamos ayuda para cuidarte... Son dos bebés, Mariana. Como dijo tu padre, yo no podré estar al pendiente todo el día... Estamos en plena grabación.

— Tienes razón... Supongo que será mejor irnos con ellos.

— Sólo serán seis meses. Se pasarán muy rápido.

— Sí...

Seguimos caminando hacia el aparcamiento del hospital. Aún tenía esa sensación tan extraña.

— Lloraste —dijo ella.

— Un poco... —reí.

— No es verdad, lloraste incluso más que yo.

— Mentirosa... Es que, vaya, esa imagen...

— Nuestros hijos.

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