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Resultados.

Los días pasaron y entonces el momento de conocer los resultados, llegó.

Recuerdo que eran las once de la noche.

Mis manos sudaban y mis lágrimas amenazaban con salir.

El miedo y la duda volvieron a apoderarse de mí. Pero los deseché.

"Ese lugar es mío" pensé.

Y así fue.

¡Había aprobado en lo que yo quería!
¡Sería Médico!

Mi felicidad era enorme.

Mis lágrimas salieron sin temor y mi sonrisa se amplió.

Y cómo siempre... tu actitud.

Te dije que había aprobado. Me felicitaste, y "estaba bien".

Después seguimos hablando hasta muy tarde, como solíamos hacer...

Hoy puedo decir, que aunque no fue cómo lo soñé. Fue hermoso.

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