Eloisa D'Argeteuil Intelectual de la literatura francesa )

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De Eloisa d'Argenteuil

A

Pedro Abelardo

La carta que has enviado últimamente a uno de tus amigos para consolarlo, mi bien amado, ha llegado por casualidad hasta mí. Un vistazo sobre los primeros caracteres me bastó para reconocer de inmediato que era tuya, y puse tanto fervor en leerla como amor por la mano que la escribió. Quería, al menos, encontrar en sus palabras alguna imagen del que la ha escrito. ¡Ay! Casi todos los detalles de esta carta estaban llenos de hiel y amargura, pues sólo contenían el relato doloroso de nuestra conversión, y de tus cruces continuas, oh, mi único bien.
... Si los retratos de los amigos ausentes engañan dulcemente nuestras miradas, y suavizan las nostalgias de la ausencia con un vano fantasma de consuelo, cuánta mayor alegría debemos sentir recibiendo las cartas que nos traen la verdadera marca del amigo ausente.

Gracias al cielo aún te queda ese medio de devolvernos tu presencia. Querido, querido, tú lo sabes y nadie lo ignora, perdiéndote lo he perdido todo. El crimen infame que te ha arrebatado de mi ternura también me ha desprendido de mí misma. Pero pensando en ti, la enormidad de mi pérdida se borra.

Por ese mismo Dios al que te has consagrado, te suplico que me restituyas tu presencia dentro de lo posible, es decir por medio de La virtud consoladora de alguna carta. Reanimada de esta manera, me dedicaré con más fervor al servicio divino.

Adiós: Lo eres todo para mí,
Eloísa

Un Te Amo De: Grandes HombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora