La Psicoterapeuta Stephanie Hwang, asegura su nuevo empleo en el Asilo de Lee Soo Man, para Criminales Demenstes. Tratar con trastornos mentales nunca fue un problema para ella. Hasta que uno de sus pacientes comience a entrar en su cabeza y estrope...
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Ha tan solo pasos de mi destino, advierto la puerta color negro del lugar, mi corazón golpea con la anticipación de entrar.
Sin duda, el lugar es demasiado intimidante, incluso por las mañanas. Tengo el presentimiento que por las noches será a un más escalofriante, que todo Seúl. La puerta principal es grande y vieja; de cerca es más facial percibir los pedazos desprendidos alrededor de las barras de hierro. Vallas y alambres rodean su perímetro, evitando la fuga de los residentes. Una placa con letras en negritas está situada sobre el lado derecho de la entrada.
Una inscripción que puede leerse tanto en Coreano como en Ingles: Bienvenido al Asilo de Lee Soo Man para Criminales Dementes.
Criminales Dementes.
Yo, Tiffany Hwang, voy a trabajar en uno de los más reconocidos Institutos de Salud Mental de Seúl, el renombrado: Asilo de Lee Soo Man para Criminales Dementes.
Dos guardias abren la puerta, cruzo el umbral dentro de mi coche y aparco a unos metros. A tan solo segundos recibo el saludado de un hombre de mediana edad, vestido con una bata blanca igual a la mía. También lleva lentes con marcos redondos; al observarlo más detenidamente, puedo notar que el puente de su nariz luce un poco torcido, es como si se hubiera roto de alguna manera.
"Doctora Hwang, es un gran placer conocerla". El hombre alto se inclina en forma de saludo.
"Gracias Señor, también es un placer conocerlo." Le devuelvo el gesto con una reverencia. Del lado izquierdo de su bata blanca hay una etiqueta donde puede leerse su nombre y cargo: Ho Sung.Supervisor General.
" Doctora Hwang, después de revisar su curriculum tengo que hacerle una pregunta. ¿Por qué dejo su antiguo empleo para laborar en un lugar rodeada de criminales?"
Vera, mi primer empleo fue en el "Instituto de Seúl para la Salud Mental Juvenil". En ese entonces, la mayoría de mis pacientes fueron niños y ocasionalmente adolescentes con experiencias traumáticas. Aunque todos ellos tenían diferentes trastornos mentales, ninguno era un criminal.
