Capitulo 1

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El sol estaba sobre mí, era medio día. Los rayos de sol que rosaban mi piel provocaban una picazón que ignoraba. El cementerio estaba solo, a excepción de los dos muchachos encargados de bajar el ataúd y rellenar el hueco, el viejo chofer Carlos, mi hermana y yo. Era jueves, así que es comprensible que no hubiera visitantes para las demás tumbas.

Los ojos me ardían, me sentía cansada y un poco derrotada. Pero... ¿de qué podría sentirme derrotada? ¿Qué podía hacer yo? No soy médico, y menos un hada madrina. "Eres mi ángel". Aleje de mi mente aquella vieja y dulce voz, para no romper nuevamente en llanto.

- ¿señorita? - dijo Carlos regresándome al mundo donde mis pensamientos  no son escuchados - disculpe mi pregunta, pero ¿ya se despidió? Mire la hora, ya casi es la hora de su primera clase - dijo preocupado y teniendo aun a lo lejos el tono de dolor que quería ocultar -

- sí, pero siento que no es suficiente - dije con la voz quebrada - yo no puedo pensar en las clases, además es solo un curso, Elizabeth...

- La señora Elizabeth, - me interrumpió Carlos - ella nunca quiso ser una distracción para tus estudios, y sé que ahora ella no lo querría tampoco - el nudo en mi garganta se tenso más, impulsándome a apretar mi mandíbula -

- el señor Carlos tiene razón Thania - dijo mi hermana tomándome de la mano - es mejor, así te distraes un poco - asentí y baje mi cabeza

Los tres descendimos la colina que estaba repleta de placas de mármol oscuro, algunas tenían fotos, otras tan solo el nombre del difunto y la fecha de nacimiento y de muerte. La ropa negra incrementaba el calor en mi cuerpo, provocando fatiga. Al llegar al estacionamiento Carlos desactivo la alarma del auto antes de abrir la puerta trasera del copiloto para dejarnos entrar. Mi hermana Cristina se deslizó primero al del carro interior seguida por mí, Carlos cerró la puerta tras de mí.

Encendió el auto y partimos hacia Barquisimeto. Deslice mi mano hasta la de mi hermana Cristina, entrelazando nuestros dedos. Recargue mi cabeza en su hombro y mire fijamente el perfil de Carlos. Arrugas de expresión se marcaban profundamente en su rostro por el pasar de los años, los párpados caían a cada lado de sus ojos, mostrando una expresión de tristeza. Al igual que yo, sus ojos tenían bolsas de bajo, hinchados de tanto llorar. Su cabello canoso era de un color plateado y estaba desordenado. Habitualmente siempre se peinaba hacia atrás todo el cabello, no parecía un chofer. El frío del aire del auto me conforto como un consuelo.

La primera vez que vi a Carlos fue cuando conocí a Elizabeth. Elizabeth... Cerré mis ojos dejando que me hundiera en los recuerdos.

El frío de los pasillos de la universidad era insoportable, baje las escaleras con un pequeño trote. Al llegar a planta baja camine hacia el cafetín que estaba junto al comedor de docentes. Me compre un café Nestle bien fuerte para entrar en calor, camine a control de estudio ha entregar el título de mi trabajo de grado. Había muchas personas en el pasillo, pase junto a un grupo de chico que estaba reunido de lado a la puerta de control de estudio. Al entrar había otro pasillo que llevaba a las oficinas que se encontraban a cada lado del corredor. En una de ella se encontraba la coordinadora de la escuela de comunicación Social hablando con una señora mayor vestida con unos pantalones y una camisa cuello tortuga negra. Aun estando sentada sus piernas eran largas, al igual que su torso y brazos. Su cabello blanco por las canas estaba sujeta en una trenza alta en forma de cola de caballo que llegaba a su cintura. Qué hermoso cabello, así de largo lo quería.

Seguí de largo y fui al departamento de metodología. Entregue lo que tenía que entregar y salí. En la puerta me encontré con la señora de cabello blanco largo. Esta estaba parada delante de la puerta con los ojos cerrados mientras se tocaba la frente.

Educando a un MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora