Capítulo 7

492 47 7
                                    

Estaba oscuro, demasiado.

Desorientada caminó entre la oscuridad moviendo los brazos en busca de algo a lo que sostenerse, o algo que encontrar.Una oscura y profunda risa comenzó a resonar, como un eco ensordecedor que parecía provenir de todas y ninguna parte al mismo tiempo.Asustada, giró la cabeza mirando a todas partes sin mirar realmente, no distinguía nada, no veía nada. Era ella y la tenebrosa risa en medio de ninguna parte.La risa resonó más alto, erizándole la piel. Conocía esa risa. Era la risa que había escuchado antes de morir, la reconocería en cualquier parte. Era la risa de Erick.

-Yo los maté- se burlaba en la oscuridad- a tí y a tu abuelo.

La joven sintió una fuerte opresión en el pecho mientras intentaba ver algo en la negrura.

-Yo los maté, yo los maté- repetía una y otra vez.

Comenzó a sentir una fuerte opresión en la garganta que le impedía respirar. Sintió algo frío rodearle el cuello, al mismo tiempo que unos oscuros ojos la miraban.

-Yo los maté y ahora te mataré a tí.

Alessia despertó de pronto dando un pequeño salto en la cama.

Se pasó una mano por su sudorosa frente al mismo tiempo que respiraba despacio para calmar el martilleo constante de su corazón. Había tenido una pesadilla.

Soltando un largo y cansado suspiro miró el reloj de su mesita, eran las seis de la mañana y ella no solía levantarse hasta las ocho.

Salió de la cama soltando un bufido de cansancio, se sentía como si no hubiese dormido en días, y a pesar de que "Gabriel" había muerto, seguía manteniendo su mal humor habitual de cuando no dormía bien o no descansaba y, dado que llevaba días sin hacerlo por culpa de todo lo que tenía en la cabeza, su irritabilidad mañanera habitual era ahora mucho mayor. Estaba enfadada, y mucho. Odiaba que un ser tan miserable como el malnacido de su ex-prometido le quitase el sueño, ya fuese drecta, o indirectamente.

Caminó por su habitación hasta entrar en su baño privado, luego encendió la luz y se miró al espejo.

Aunque su inmaculada apariencia seguía intacta, pudo observar unas pequeñas ojeras bajo los ojos que delataban su cansancio. Su rostro, y sus hombros, parecían tensos, su cuerpo en general lo estaba. Tenía el cabello algo revuelto, además de que se sentía incómoda por haber sudado mientras dormía. Necesitaba un baño relajante, o arrancaría la cabeza al primero que se le cruzase.

Abrió el grifo de su enorme bañera con hidromasaje y dejó que se llenase mientras se quitaba la ropa, luego hundió su cuerpo en el cálido líquido soltando un suspiro de satisfacción.

El agua caliente tuvo un efecto relajante inmediato, sintió sus músculos relajarse hasta quedar blandos y su cuerpo quedar flácido. Ahora entendía porqué a su querida amiga Maia le encantaba pasarse horas en una bañera, leyendo, escuchando música, bebiendo o las tres cosas a la vez. Estaba segura de que era una costumbre que ella misma iba a adoptar muy seguido.

Hundió la cabeza bajo el agua para humedecer su larga melena, luego se lavó el cuerpo sin prisa, con su jabón con olor a vainilla que tanto le gustaba, y la melena con un champú olor a manzana que su amiga le había dado a probar una vez y el cual ahora adoraba, primero por el frescor que le hacía sentir en el pelo y segundo por su agradable olor. Una vez Maia le había dicho que desprendía un olor al pasar que daban ganas de comer su melena, comentario que provocó una sonora carcajada por parte de Alessia.

Mientras dejaba la mascarilla suavizante hacer efecto en su cabello, no pudo evitar pararse a pensar en la cantidad de rutinas diarias que había cambiado, adquirido o dejado ahora en su nueva vida. Antes no dedicaba ni quince minutos a su imágen personal, ahora dedicaba horas, antes vestía con cualquier cosa, ahora mantenía un inmaculado ropero digno de una modelo. Antes se sentía fea, ahora se sentía hermosa.

RenacidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora