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Ya no tenía nada que hacer allí. Jeonghan era feliz, consiguió serlo sin él. Y estaba bien, era lo mejor. Después de todo, no podrían haber estado juntos por muchos motivos.

Su alma se escapaba de su cuerpo; quería besar esos labios que parecían tan suaves a la vista, quería decirle cuánto le amaba, desde lo más profundo de sí. ¡Dios! Realmente deseaba hacerlo.

Sin embargo, no lo hizo.

En aquel aeropuerto sólo se permitió abrazarlo con tanta fuerza como si fuera un sueño, como si no quisiera dejarlo nunca.

Imposible.

Besando una de las mejillas de Jeonghan y percibiendo la sonrisa de éste, las lágrimas comenzaron a caer sin pausa, sintiéndose miserable.

Jamás fue capaz de empezar algo, jamás fue consciente de lo doloroso que sería dejarlo ir. Y ahora pagaba las consecuencias.

—Hannie... —murmuró con su voz temblorosa, demostrando lo débil que se encontraba—. Yo, en verdad te quiero.

Y su corazón se destrozó cuando oyó a Jeonghan decirle "—Yo también te quiero muchísimo". Qué cruel era.

Escuchando también que su vuelo estaba por partir se alejó poco a poco de Jeonghan. Negando con la cabeza se preguntó por qué no pudo arriesgarse por Jeonghan. Si tanto lo amaba, por qué no pudo tirar todo a la basura y dar hasta su vida.

Se sentía tan... miserable.

1004「JeongCheol」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora