¿TU BROMA AUN ES DIVERTIDA?
Capitulo 10
"Ojalá pudieras verme de la forma en que yo te veo."
{capítulo dedicado a: Paula Moreno}
¿Qué? ¿Rubius acaba de decir que me escape con él?
Rió, tomo mis libros y luego me tomo de la mano.
Me hizo reaccionar cuando ya estábamos en el estacionamiento del instituto. Me abrió la puerta del auto e hizo que subiera. Luego de unos segundos lo tenía a mi lado, aventó mis cosas en el asiento de atrás y prendió el auto.
-¿A dónde me llevas? –Pregunte al fin.
- No te asustes, Moreno. No pretendo hacerte nada malo, pero si obligarte a que respondas mi pregunta –Contesto sin despegar la vista del frente ya que conducía.
¿Cómo carajo pretende entonces que no me asuste? Fue amenazante lo que dijo.
Pero debía admitir que… ¡Diablos, estoy sola con él, en su auto! Es como tipo secuestro, pero lo genial era que mi secuestrador era él chico que me gusta…Ruben Doblas.
Pero hay que volver a la realidad. No me secuestro porque me va a llevar a un lugar hermoso y me dirá que le gusto tanto como él a mí y me besara y seremos novios… Es ridículo. Me sorprende mi forma de pensar, enserio.
-Estaría más tranquila si me dijeras a donde me llevas –Le dije. El rió.
- Tranquila –repitió.
Sentí el auto parar, enfrente de una casa ¿su casa?
-Baja –Dijo este, mientras el apagaba el auto. Se bajo y hice lo mismo.
El fue a abrir la casa, yo me quede junto al auto.
Cuando abrió volteo a verme.
-¿No piensas venir? –Pregunto. Yo negué.
El bufo y regreso hasta donde yo estaba.
-¿Por qué? –Pregunto estando ya cerca de mí.
- Solo quieres que te responda la pregunta ¿no?, pues bien, te la diré. Después me regresas a la escuela y listo –respondí lo más normal posible.
- Wow, calma. Cuando yo te diga que me digas la respuesta me la dirás ¿vale?
- Ósea, ¿Qué es cuando tú digas? –Fruncí el seño.
- Vas entendiendo. Así que ya entra –Dijo eso para luego volver a entrar a la casa.
¡Oh, mierda! Bufe y obedecí a lo que dijo.
Entre a la casa, era muy linda. Me limite a observarla, Rubius dio un grito en aviso que estaba en la cocina.
Oh, sí como si supiera donde está la maldita cocina; pensé.
Me guie de su voz, claro la casa no era enorme.
Cuando di a la cocina lo vi a él ahí parado comiendo no se qué cosa se estaba metiendo a la boca.
-¿Es tu casa? –Pregunte.
- Sí –respondió atragantándose con lo que comía. Reí por lo bajo, aun así era hermoso.
Después de que término de comer lo que tenía en la boca se lavo en el lavabo y se acerco a mí tomándome de la mano y hacerme salir de la cocina junto con él.
Cuando hacia contacto con mi piel era como si de alguna forma caminaran hormigas en mi cuerpo.
Fuimos a lo que se suponía que era el living. Hizo que me sentara y luego se sentó él.
-Bien, Paula, ahora dime –pidió.
Así que era cuando el dijera… ¿Y yo obedecería? Claro que lo haría. Me muero por él.
-Ahora no quiero
El frunció el seño. Era como si de alguna forma hubiera cambiado completamente mi actitud y no sería tan “torpe” ¿pero a quien engaño? Justo ahora me encontraba con el chico que me gusta.
-¿Qe? –Dijo confundido.
-Ah… Este… Me refiero a que… No recuerdo la pregunta –Dije nerviosa.
¡Ahí venia de nuevo mi estupidez!
-Era que ¿De qué te cansaste? Paula Moreno comos siempre siendo una torpe –Dijo este.
- Uhm, de nada. Solo no sabía que decía –Dije encogiéndome de hombros. El rió. ¿De qué ríe?
- ¡Diablos Paula! ¿Piensas que me creeré eso? Claro que se que dices muchas estupideces o más bien no dices nada. Pero tu respuesta fue estúpida, como tú –rió.
OK, eso dolió. Esta más que claro que todos piensan que soy estúpida, con que Ruben me lo haya dicho basto para sentirme más estúpida de lo que ya soy.
Soy patética, una inútil, no valía nada. Realmente me sentía poca cosa. Me sentía estúpida por estar enamorada de él.
Me levante rápidamente del sofá antes de que se me salieran lágrimas. Corrí a su auto, abrí la puerta saque mis cosas, sentía como lagrimas sin previo aviso salían de mis ojos.
Una mano hizo que girase inmediatamente haciendo que tirara mis dos libros al suelo, era Rubius.
¿Ahora qué me diría? Estaba hasta la madre con esto.
-¿Qué te pasa Paula? –Me pregunto.
- ¡Suéltame! –Me solté bruscamente de su agarre.
- Joder, ¿Qué te pasa? –Volvió a agarrarme. Esta vez más fuerte.
Intente zafarme pero me fue inútil.
-Suéltame –Presione mis ojos con la absurda idea que dejarían de brotar lagrimas.
Por lo visto obedeció ya que poco a poco fue disminuyendo la fuerza hasta que me soltó completamente.
Recogí mis libros y los metí en mi bolso, para luego salir corriendo de ahí.
*
Pague al taxista y baje, sentía la necesidad de correr al baño de mi habitación, mirarme al espejo y con una navaja… Sentirme satisfecha.