Capítulo 33

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—¿Sí?

—¿Miguel? Miguel, tú y Ana debéis quedaros en casa, no hemos podido localizar a Carlos. Una patrulla está en camino así que queda...

—Cuelga—. Me giro y veo a Carlos apuntando con una pistola a Ana en la cabeza. Cuelgo inmediatamente.

—Muy bien, acabemos con esto

***

—¿Pensabais de verdad que no me iba a enterar de nada?—dice con rabia— he estado vigilándote—.Le susurra en el oído a Ana, que está pálida y con lágrimas en los ojos.

—La policía está en camino— digo yo con la esperanza de que se ponga en alerta y decida irse.

—¿Crees que no lo sé? Sé que están en camino, pero no me van a atrapar. Me iré ante de que lleguen, pero antes tengo que impartir un castigo a Ana.—Suelta a Ana y la empuja. Sigue apuntándola; estoy paralizado y no sé qué hacer o cómo reaccionar.

—Me has decepcionado, querida. Tenías potencial, lástima que lo hayas echado todo a perder.

—Por favor Carlos, no lo hagas. No me mates, haré lo que sea... por favor.

—Demasiado tarde.—Cierro los ojos y noto como las lágrimas caen por mis mejillas. Ana está llorando

Suenan dos disparos. Estoy en el suelo.

***

Abro los ojos. La policía está en el salón. Carlos está en el suelo con un tiro en la frente, la sangre se derrama por el suelo.

Aparto a Miguel que está encima de mí.

—¿Estás bien?

—Si, solo me ha rozado—.Me muestra su herida de bala en el brazo. No parece grave. Nos miramos y nos abrazamos, celebrando que esto se haya acabado.

Un mes después...

Estoy leyendo un Whatsapp que acaba de enviarme Ana, en el cual me dice que hoy fue su último día con la psicóloga-aunque obviamente tiene que seguir en terapia-, y que se irá por la noche con su madre a Hawai de vacaciones. Le respondo que me alegro por ella e inmediatamente me encamino a su casa para despedirme.

Después de todo lo ocurrido hace un mes las cosas han ido mejorando. En el instituto se están impartiendo, una vez cada semana, conferencias sobre acoso escolar para concienciar a los estudiantes. Ana, gracias a la psicóloga, poco a poca está volviendo a ser la chica de siempre, una chica que no he conocido pero que estoy deseoso de conocer. Y yo cada vez me voy a adaptando a este pueblo, estableciendo una rutina, siguiendo una vida normal.

Cuando llego a la casa de Ana me abre su madre con una sonrisa.

—¿Dónde está Ana?—pregunto devolviéndole la sonrisa.

—¡Estoy aquí!—dice Ana apareciendo detrás de su madre. Se la ve radiante, saludable, y muy guapa. Me quedo embobado mirándola. Su madre nos deja solos.

—Hola—le digo.

—Hola—me responde con una sonrisa. Y paso dentro cerrando la puerta detrás de nosotros.

FIN.

EL Deseo ✔︎ (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora