Malibú | z.m

05. [segunda parte]

Malibú.

Zayn me llevó a un apartamento un tanto retirado de la ciudad. No lo negaré, no sabía cómo sentirme al respecto, pero decidí tranquilizarme y dejar la confusión que tenía a un lado.

El moreno bajó primero y luego rodeó su auto para abrir mi puerta, con una sonrisa atrapando su lengua entre los dientes.

Totalmente adorable.

-Aquí es donde vivo, es cómo mi refugio. Mi escape –dijo. Asentí sonriéndole tímidamente y me bajé, siguiéndolo. La lluvia había parado, pero aún había nubes grises dejando un cielo totalmente oscuro.

Cuando entramos al edificio, pude notar la hermosa estructura que este poseía. Era simple pero elegante, todo con espejos y decoración en negro con detalles en cromo.

Esperamos por el ascensor, y cuando éste llegó, no pude evitar que mis mejillas se calentaran como si estuviesen a punto de explotar al encontrarnos con una pareja liándose dentro de este.

-Disculpen –murmuró la rubia, con algo de vergüenza apenas mirándonos. Ambos se separaron al instante que nos vieron.

-No pasa nada –dijo Zayn tranquilamente, como si no estuviese presenciando nada. Yo aún no podía articular palabra alguna.

Le dimos paso a la pareja para que saliera y luego entrar nosotros.

-Te sonrojas muy fácilmente –me dijo, mientras presionaba el botón con el número de su piso.

-Bueno, no todos los días me consigo con una pareja a punto de tener relaciones en un ascensor –reí por lo bajo.

-Son jovénes, creo que es algo normal –se encogió de hombros, sonriendo divertido.

Asentí, sin saber que más decir.

Tenía razón, ¿no?

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, me encontré con un lugar totalmente acogedor que gritaba Zayn por todos lados.

Las paredes de color gris oscuro tenían pequeñas flaquillas blancas bordeando todo el borde, ras con el techo. Del lado derecho del apartamento, una pared gris tenía una gran pintura, seguramente diseñada por él, que llegaba unos cuantos centímetros por encima del gran sofá color negro y con abundantes cojines entre azules oscuros y negro.

En frente de este había otro sofá a juego, dándole la espalda a un gran ventanal que le daba la bienvenida a la hermosa ciudad de Londres.

Más allá de los muebles, había dos escalones que dirigían a un comedor de vidrio pequeño, pero bastante moderno.

-Es realmente hermoso –le dije, girándome a verlo.

-Gracias, lo decoré yo mismo –sonrió orgulloso –Avísame si quieres ropa para cambiarte, puedo presarte algo de Waliyha –me dijo, quitándose los zapatos y yéndose a sentar en el sofá.

-¿Waliyha? –pregunté curiosa.

-Mi hermana menor, es la única persona a la que he traído aquí.

-A excepción de mí –respondí, sentándome en el otro extremo del sofá.

-A excepción de ti –asintió en mi dirección.

-¿Y por qué? –me apresuré a preguntarle. –Digo, apenas y me conoces –mordí el interior de mi mejilla.

-Porque siento que te conozco desde hace muchísimo tiempo, me inspiras confianza –se encogió de hombros, mirándome. Y por primera vez en estos días volví a pensar en su ángel, y mi piel se erizó instantáneamente.