Last Hope// Oh Sehun

8. Broken

Sehun continuó caminando hacia la piscina, de espaldas a la chica. Llevo sus manos a su remera y comenzó a deslizarla hacia arriba hasta deshacerse de ella. Sin mirar hacia atrás la arrojó sobre una de las sillas reposeras, siguió su camino y se saco los zapatos. Los dejó bastante lejos de la piscina y por fin volteó.

Creyó que ella estaría observándolo boquiabierta y cuando volteara, correría hacia sus brazos pero estaba equivocado. La chica ni siquiera se encontraba en el lugar.
Resignado se recostó en una silla y decidió tomar un poco de sol antes de darse un chapuzón.

De pronto el silencio que lo innundaba hace unos instantes fue remplazado por el dulce sonido del agua. Se enderezó y miró hacia la piscina, no esperaba ver lo que estaba presenciando pero no le molestaba, en absoluto.

La chica nadaba de un lado a otro y cuando hundía su cuerpo se notaba a penas unas pequeñas manchas color rojo, distorsionadas por el agua, en el lugar donde llevaba su bikini.
Cuando saco a la superficie su torso, sacudio su cabello y lo aliso hacia atrás. El ya habia perdido la cordura, siguió el recorrido de una gota desde su rostro y cuello, hasta pasar por el hueco entre sus pechos y unirse con el agua debajo de su ombligo.

Tan solo observar la escena, lo dejo inmóvil. Ella lo miró y le mostró una sonrisa de lado.
¿Lo estaba incitando? ¿Acaso no estaba enferma hace unos minutos? No, debia estar alucinando. La ___ que él conocía no lo provocaría, lo odiaba tanto que era imposible siquiera que pensara alguna vez en seducirlo de esa forma, o al menos eso creía.

-¿No vienes?

No fue la pregunta, sino el tono. Recordó las características voces de aquellas caricaturas japonesas que solía ver de adolescente. Las chicas podrian tener treinta años pero hablaban como infantes, en dibujos hechos a lapiz no le provocaban ni una pizca de excitación. Pero en una mujer tan real  como ___ le estaba revolviendo las entrañas. ¿Fingía inocencia? El sabía muy bien que no era nada inocente pero jugar de ese modo lo encendía, era como follarse a una virgen pero con la suerte de que supiera todo lo que necesitaba.

-Qui.. -carraspeó -¿quieres que vaya?

Ella hizo un puchero con sus labios y asintió.
Definitivamente era un regalo de los dioses, seguramente fue alguien muy bueno en su anterior vida.

El chico comenzó a despojarse de sus ropas hasta conservar sus boxers y se arrojo al agua sin más titubeos.

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Se apoyó en el marco de la puerta y le dijo -Puedes usarla si quieres.
Lo observó mantenerse quieto unos segundos y se alejo de allí. No comprendía que le estaba sucediendo pero estaba segura de una cosa, Oh Sehun era condenadamente caliente y eso la estaba llevando a todos los extremos. Desde que lo observó morderse el labio mientras lo pilló mirandole el escote durante la cena, no pudo sacar la imagen de su rostro que conservó en su cabeza. Que va... desde que lo vió parado detrás de Baekhyun, tan sexy y peculiar, se imaginaba debajo de su cuerpo, abriendose para él.

También influía el hecho de que hacía varios años que no se acostaba con alguien. Sus hormonas le pedían a gritos que no desaprovechara esa oportunidad pero su cerebro le recordaba que ella era una chica extremadamente racional. Como podría acostarse con su jefe. No, no sucedería, "jamas debo mezclar el trabajo con relaciones sentimentales"... Que hipocresía más grande llevaba como lema, teniendo en cueta que su trabajo se debía a su relación personal con el caso de su padre.
Pero, lo odiaba ¿No es así?, odiaba al egocéntrico de Sehun, después de aquella primera impresión. Aunque en el almuerzo se mostró cálido, amable, divertido e inteligente, hacia mucho que no compartía un debate tan gratificante sobre política. Después de todo, Baekhyun no era partidario de ese tema y con el resto de las personas con las que trataba de hablar de algunas situaciones, solo daban argumentos pobres. Sehun en cambio, siempre se basó en funfamentos lógicos y bien expresados.
Era culto, refinado, bondadoso y gracioso. Si su madre estuviera viva le diría que es el hombre perfecto, el principe azul que su princesa merecía.