Prefacio Preparando el Escenario

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 Han sido mis guías quienes me impulsaron a escribir esta obra. Al principio ni siquiera era capaz

de imaginar cómo conseguiría llenar un libro con mis ideas. ¡Me parecían demasiado simples! Las

había estado utilizando durante años sin ningún esfuerzo ni entrenamiento especial y formaban

parte de mi vida, hasta el punto de no pasar jamás ni un solo día sin recurrir a ellas. Sin embargo,

no tardaba más de diez minutos en compartir todo el proceso con mis amigos, de modo que

¿cómo me las arreglaría para ampliar el material lo suficiente como para llenar un libro? A pesar

de todo, mi guía interior insistió en que debía hacerlo.

Pronto caí en la cuenta de que la simplicidad de mi proceso era su mayor belleza. Me

encantaba la idea de ofrecer un camino hacia el Espíritu que se pareciera mucho a un juego

infantil sencillo y claro, que dejara volar a la imaginación del lector. Quería que mi libro fuera breve

y agradable que, al mismo tiempo, ofreciera innumerables posibilidades: que se pudiera leer en

unas pocas horas y, aun así, que modificara potencialmente las percepciones del lector de una

forma profunda y duradera.

Sabía que tendría que encontrar un modo de describir lo que entiendo por Espíritus de la

Creación que inspirara al lector en lugar de limitarlo. Decidí utilizar varios términos (ayudantes

celestiales, asistentes invisibles, fuerzas cósmicas, ángeles, guías, Espíritu, el Cielo, lo Divino y

demás) que pudieran ser interpretados tanto literal como simbólicamente, dependiendo de cada

lector. Sabía también que muchas personas considerarían a los Espíritus de la Creación como

seres reales, mientras que otras los verían como facetas de su propio ser interior o superior, o

simplemente como una manera práctica de conceptualizar la benevolencia y los recursos infinitos

de la dimensión no física. ¡O de todos los seres superiores! Pero mi mayor deseo era que mi libro

abriera una hermosa puerta que pudiera ser traspasada por lectores de diferentes niveles de

conocimientos y todo tipo de opiniones.

Así fue como en la primavera del 2002 me puse manos a la obra y presencié cómo mis

ideas comenzaban a tomar forma y adquirir profundidad, sin perder su preciada simplicidad. A medida que el libro evolucionaba, mi propia conciencia personal sobre quiénes somos en realidad

y qué hemos venido a hacer en el mundo se ampliaba radicalmente.

Muchos maestros espirituales nos enseñan que la vida es un don que debe ser vivido en

alegre sincronización con nuestro origen divino. Sólo pocos años atrás llegué a entender que para

conseguir esa sincronización debía poseer, aceptar y emplear esa parte divina de mi ser. De lo

contrario, mi esencia y mi propósito en esta vida no se expresarían completamente.

¿Contratar a mi propia divinidad? Exactamente, ¿qué significa esto? Advertí que para mí la

respuesta residía en crear mi propia realidad, una idea muy popular en estos días pero que sólo

empecé a considerar con seriedad cuando comprendí el concepto de contratación que se describe

en este libro. En última instancia, supuso un cambio de percepción que modificó mi punto de vista

sobre todas las cosas.

Todo comenzó cuando por fin entendí que no me encontraba sola, que los ayudantes

espirituales estaban a la espera, dispuestos a participar en la expresión creativa de mi divinidad.

Sintiéndome una con el Espíritu, advertí que era la dueña de mi universo y la diseñadora de mi

mundo. Fue un mensaje de libertad y poder.

Debo admitir que gran parte de lo que estoy a punto de compartir con vosotros fue una gran

sorpresa para mí. Presenciar cómo se desarrollaba el proceso constituyó una experiencia

estimulante, aunque también generó cierta resistencia interna. Al principio sentí que parte de esta

revelación lindaba con la irreverencia. Reconozco ahora que mi aprensión era un reflejo de los

sufrimientos, cada vez mayores, que surgían en mi conciencia. Mientras mi espíritu se ampliaba y

alcanzaba una comprensión más completa de todas las cosas, nuevas percepciones

reemplazaban las creencias que ya no me servían.

Cuando decidí compartir esta información, recibí respuestas sinceras de muchas personas

que también oían un susurro interior que las urgía a organizar sus vidas en colaboración con el

poder del Universo. Llegué a verme a mí misma como un puente y a considerar que mi misión era

conectar a los demás con el mundo espiritual de una forma fácil y tangible. Escribir este libro fue

un paso inevitable en mi camino hacia la aceptación de mi propio poder divino y hacia la tarea de

inspirar a los demás para que hicieran lo mismo.

Pon el cielo a trabajarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora