Capítulo 2: Flor

18 1 0
                                    

-No entiendo.
-Ugh, maldición, te lo explicaré por cuarta vez -tomó un sorbo de su zumo y prosiguió a repetir su "hipótesis", cansado ya de hacerlo- El amor es como la oveja arcoiris de los sentimientos. Llega, no se sabe cómo ni de dónde, pero llega, siempre de la mano de alguien. Hace que te sientas bién, felíz; como vos dijiste, cambia tu modo de ver. Ése alguien que acompaña al amor, es la persona que te lo hace sentir, quién lo genera.
-Pero, ¿por qué me dices eso?
Me tomó por los hombros y sonrió.
-Estás enamorado, idiota.

No podía creer que sea así. No quería creerlo. Además, ¿enamorado de Taiel?
-A ver... Él no me gusta. Nunca me gustó. Bueno... -En los viajes escolares me gustaba pasar el rato con él, ya sea jugando a las cartas o escuchando sus historias.
-Te atrapé.
-De cualquier forma... ¿Cómo te va con quien no debe ser nombrada? -quería cambiar de tema lo antes posible, aunque tecnicamente el tema no había cambiado, solo cambió de quién se hablaba.
Se sonrojó. Si hay algo que lo incomoda es hablar sobre ESA persona. Así como a mí...
-Uff -respiró hondo y se preparó para hablar. Pero algo lo detuvo. Más bien, alguien. Allí, en la cuadra de enfrente, se encontraba ESA persona. Noté una mirada extraña en él. Se veía más felíz que nunca.
-¿Por qué no vas?
-...
-...
-... Está bien. -Y se fué con ella. Ví cómo se saludaron, cómo charlaron, y cómo se fueron.

Quedé solo otra vez. Me puse a pensar sobre todo este tema de el enamoramiento y esas cosas. Todavía no cuadraba nada. Desde el sentimiento hasta la situación. Sentí cómo un peso se apoyaba mi lado y me giré para ver de qué se trataba. Era Taiel.
-Hola Loren. -me sentía... como las otras veces.
-Hola... ¿cómo estás?
-Bien, ¿esperás el micro?
-Sí, ¿vos?
-Jajaja -me quedé estupefacto- Llevamos 2 años tomando el mismo micro, ¿nunca te diste cuenta? Vaya que eres distraído. -se rió. La verdad es que sólo una vez lo vi en el micro, sentado al fondo, leyendo algo. Tal vez el diario de deportes o la sección de famosos. De hecho, ¿qué importa eso? Lo importante es que volvía a mi casa con alguien y nunca lo noté. Y fíjate con quién.

Continuamos una charla como si nada. Hablamos de política, de música, salidas, chicas... En éste último tópico apenas hablé. La verdad es que antes había estado en pareja con algunas... pero nunca duró mucho más de unos meses. Puede que haya sido por lo que Fer decía. "No es bueno estar con alguien si no hay amor". Tenía razón, pero hasta ahora nunca lo había entendido. Tanto tiempo, tantas salidas con tantos besos robados simplemente por apuestas con mis "amigos". Por ver quién era un ganador con las chicas aunque no tenga ni el más puto sentido.

Poco a poco sentí cómo cada palabra que salía de su boca, cada suspiro, cada movimiento, se volvía arte. Me sentía felíz, flotando en un mar de rosas. Bueno, no tan así, pero bastante cerca. Cerca. Cerca de él. A su lado... Era cierto, me había enamorado de Taiel.

-¿Te sientes bién?
-¿Q-qué? -tartamudeé.
-Estás rojo. Demasiado.
-P-perdón, a-ayer tuve fiebre y... bueno...
-Toma. -no se por qué la tenía ni de donde la sacó, pero me dió una aspirina.- Considéralo... un regalo.
-G-gracias. -Suspiré. Guardé la aspirina en mi bolsillo y me bajé del micro (Sí, estuvimos en la plaza y luego tomamos el micro. Mientras ésto ocurría, charlabamos y pasó todo lo anterior).

Esa noche no pude pensar en otra cosa que no sea él. Sentía cómo mis sentimientos aumentaban poco a poco. En un intento por parar esa cascada de emociones, me tomé la aspirina. La que él me dió. Obviamente, eso no frenó nada. Muchas veces hago cosas sin sentido esperando un resultado imposible a través de ese medio. Por ejemplo, cuando traté de ganarle a mi hermano en los videojuegos simplemente cambiando mi modo de sentarme. Vaya estupidez.

Me puse a ver películas en la tele para tratar de darme sueño y así poder dormirme. Lo único que había medianamente bueno era una película (casualidad) de romance. Cada vez que la pareja se abrazaba y besaba, con la música de fondo y el ambiente que ésta daba, imaginaba involuntariamente cómo sería si lo hiciera con él, lo cual hacía arder mis mejillas. Pero esto no se comparó a cuando los personajes tuvieron una escena de sexo. Demonios.
Todas esas historias pasaron por mi mente. Caballeros y princesas, amantes separados, relaciones problemáticas. Sentí que debía hacer algo. No, SABÍA que tenía que hacer algo.

Tairen - Otra historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora