Capítulo 19-Final

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No pudo dormir bien aquella noche. Se había mantenido en vela, excepto por pequeños lapsos de no más de cinco minutos en los que cerraba los ojos y dormía, pero por más que quiso el sueño no se apiado de él. Odiaba no dormir, solía dolerle la cabeza luego y tener ojeras. ¡Ojeras en su perfecto rostro! Suspiró y sacudió la cabeza para levantarse. Ya era hora, pues el sol llevaba por lo menos una hora y media sobre el horizonte. Bajó esperando ver a ____ desayunando pero no se encontró con nadie, estaba la cocina vacía. ¿Dónde se habría metido? Dudaba mucho que siguiera durmiendo así que volvió a subir para ver si estaba en su habitación. Y sí, había acertado.

- ¡Por Dios, Shawn! Toca antes de entrar. – Exclamó algo molesta. Quizás él no había dicho que ella se encontraba semi desnuda. – Ya sale y deja de mirar.
- Como si fuera algo que nunca hubiera visto. – Rió pero ella no, estaba roja de furia. Terminó de envolverse en una toalla blanca con un lindo bordado en celeste e hizo que saliera de la habitación. "Idiota" había susurrado tan bajo que era casi inaudible, pero él aun así lo había notado.

Aun cuando ella se había molestado un poco por su intromisión él estaba feliz, con una sonrisa en la cara. Era extraño, pues hace solo unos minutos estaba angustiado. Pues ese día era noche buena y la pasaría lejos de su casa, era el cumpleaños de Nash y no le tenía un regalo, y para rematar era el día que el plazo de los doce días se acababan, era su último día para saber si ella lo amaba o no. Estaba nervioso y ansioso, quería saber su respuesta pero aun hacía temía. Temía por una negativa, y que tuviese que marcharse, no verla otra vez. Cada vez que meditaba sobre el trato se daba cuenta de que perdía demasiado, ni siquiera podría tener su amistad. Era todo o nada.

- No vuelvas a entrar sin tocar. – Ya no estaba molesta, al parecer la irritación ya había bajado. - ¿Qué necesitas?
- ¿Por qué necesitaría algo?
- Para algo me buscabas, ¿no?
- Mmm... ¿venía a preguntarte a que nos iremos? – Ella buscó su móvil y revisó la hora, luego lo miró sonriente. – En una media hora. Ahora vete para ordenar esto, tu también ordena. No podemos dejar sucio. – Él asintió y bajó. No había mucho por ordenar y la gran parte de la casa estaba limpia, se podría decir que ellos eran limpios... o quizás estaba tan pulcro porque no había con que ensuciar.

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Shawn ya estaba irritado. Le dolía la espalda, las piernas y en especial el trasero. Odiaba viajar en auto y lo repetiría cuantas veces fuese necesario. Lo odiaba, lo re contra odiaba. Pero bueno, ____ no podía conducir pues no llevaba su licencia, además se había dormido. Tal vez ella tampoco pudo dormir bien esa noche, quizás había estado dudando que decirle. Otra vez los nervios comenzaron a carcomerlo vivo. Era una sensación horrorosa, algo para nada cómodo.
Giró a la derecha en la última curva, desde donde se podía ver la casa Grier. Era grande e imponente, daba la impresión que allí viviese alguien poderoso, cuando solo estaba Nash. Siguió de largo y bajó hasta el pueblo, el cual estaba repleto de gente. En cualquier otra época podría haberlos llamado turistas, pero ahora Shawn sabía que todas esas personas estaban allí por Nash y su gran cumpleaños. Venían de todas partes para celebrar la tan esperada fiesta del mayor los Grier.

- ____, despierta, estamos llegando. – Estacionó frente a un pequeño hotel, era rústico, color escarlata y dorado. Era muy acogedor. "Pretty". Él había llamado días antes para reservar pues sabía que se llenaría de personas en Church Street. – Vamos, dormilona. Levanta ya. – La movió un poco, pero ni siquiera se inmutó. – Por favor, ____. Me obligaras hacer algo que no quieres. – Pero ella seguía con sus ojos cerrados y la misma posición. Su acompañante negó, bajó del auto y la tomó en brazos, ella enseguida despertó pero decidió mantenerse entre ellos pues bajar y caminar no era algo que quisiese hacer. Mendes cerró el auto y colocó la alarma, no quería que lo robasen, pues no tenía como pagarlo. No era tan pobre, pero aun así ese auto seguramente costaba dos años de sueldo y quizás más.

- Hola, tengo una reservación para Shawn Mendes. – Le dijo a la recepcionista, la cual lo miraba algo extrañada pues aun llevaba a ____ en brazos. La rubia miró la pantalla del computador y le pidió su carnet de identidad.
- Aquí están sus llaves, señor Mendes. – Le sonrió forzadamente y se fue de allí, al ascensor pues sus brazos se estaban durmiendo. No era que era pesara mucho pero ya los tenía cansados de antes.

Entraron a la habitación. Había una cama matrimonial y la verdad parecía que allí fuese a ocurrir una especie de velada romántica o quizás algo más que una velada. Habían velas, comida, champagne, entre otras cosas que prefería no nombrar. Ignoró los adornos y dejó a la chica en la cama, esta vez sí tenía que despertar. La movió hasta que ella abrió los ojos por completo.

- Debemos almorzar, muero de hambre y es sorprendente que tú no te hayas quejado por eso. – Ella sonrió y se sentó en la cama para arreglar sus cabellos. – Si quieres llamo para que traigan la comida aquí, ¿o prefieres bajar al restaurant?
- Mejor acá, no quiero encontrarme con esas personas. – Soltó de manera despectiva. – No quiero algo muy pesado, estoy nerviosa aun.

Comieron unas ensaladas pues Shawn también estaba nervioso, el resto de la tarde no hablaron mucho ya que tenían mucho por hacer y poco tiempo. Ella debía bañarse, maquillarse y hacer todo el procedimiento para verse linda, aun cuando él había insistido que así estaba perfecta, pero al parecer decidió ignorarlo. El chico salió del lugar, debía comprar un regalo, no disponía de mucho pero aun así no podía llegar con las manos vacías al cumpleaños de uno de sus mejor amigos.

- Hola, amor, tanto tiempo. – Dijo una chica que nunca en su vida había visto. Ella lo abrazó fuerte y efusivamente, para luego besarlo. Claro que enseguida se separo de ella. La mujer frunció el ceño, algo molesta.
- ¿Quién eres? – Él estaba muy extrañado por la situación, algunas veces lo habían confundido en la calle pero nunca lo habían abrazado, menos aun besado.
- Soy Tory. Tu novia, ¿no me recuerdas?
- ¿Qué? – Eso se volvió aun más extraño. Aclaró su garganta y se alejó lo más que pudo de ella. Quizás era una demente. – Yo solo he tenido una novia y no eres tú. Debes estar confundiéndome. Permiso. – Hizo un gesto con la cabeza y se fue caminando, pero la chica lo detuvo.
- No te estoy confundiendo, Shawn. - ¿Cómo sabía su nombre? Tal vez era un psicópata. Entrecerró los ojos y trató de recordarla, pero no podía. Nunca en su vida la había visto.
- ¿Quién eres? – Volvió a preguntar con un poco de miedo. Parecía una chica inocente y tierna, pero realmente su actitud y aquella mirada celeste eran algo terroríficos.
- Ya te dije tontín, tu novia Tory. – Ella sonrió efusivamente y se lanzó a sus brazos.

¿Quién era esa loca?

____ ya estaba lista para ir a la fiesta. Tenía las invitaciones en la mano y el reloj ya estaba por llegar a las ocho. Pero Shawn no estaba por ningún lado. Quizás le había ocurrido algo. La mera idea hizo que todo su estomago se revolviera y se apretara. ¡Por Dios, estaba nerviosa! Odiaba aquel sentimiento, aunque era probable que a nadie le gustase. Tomó su teléfono y pensó en llamarlo, pero en cuanto comenzó a sonar lo cortaron. ¿Mendes le había cortado? ¿Qué se creía? Ya estaba algo indignada, así que tomó un papel y le escribió que se iría, en caso de que llegara. Tomó dinero que había sacado horas antes del banco y bajó a buscar un taxi. No usaría su auto, pues manejar con un vestido como el de ella podría ser peligroso. En especial porque la cola podría atascarse en algún pedal, era mejor evitar riesgos.

- ____. – Se dio la vuelta y se encontró con un chico. Debía medir cerca de un metro ochenta y cinco, llevaba el cabello castaño y desordenado unos grandes ojos celestes. Vestía de terno, seguro que andaba allí por el cumpleaños de Nash, pues Jared Lexington era hijo de uno de los más ricos empresarios de allí, además su familia era socio en la compañía de los Grier. – Hace mucho que no te veía.
- Sí, unos siete u ocho meses. – Rió un poco. - ¿Está aquí por Nash, cierto? – Él asintió.
- ¿Y tú? ¿No deberías estar en tu casa recibiendo a los invitados? – Ella sacó su invitación y se la mostró, dejando en claro que ella también era una invitada y no anfitriona. – Vaya, ocurrieron muchas cosas que no sabía al parecer. ¿Te peleaste con tus padres?
- Algo parecido. – Sonrió de costado, esperando ver a Shawn pero no estaba en ningún lado. – Bueno, adiós, debo ir a tomar un taxi, no quiero llegar tarde al cumpleaños de Nash.
- Yo te puedo llevar, la verdad no quiero llegar solo. Ya sabes, me avergüenza un poco. Soy muy tímido. – Afirmó sonriente mientras jugaba con sus pies. - ¿Entonces...?
- Claro, gracias. – Él la miró con aquel brillo que tanto le recordaba a Shawn, pero a pesar de que el chico frente a ella fuese guapísimo y sus ojos fuesen dos luceros, no se podía compara a Mendes.

Caminó hacia el Lamborguini Murciélago color blanco. Una joya. Por lo que recordaba se llamaba Jesse, o eso le había dicho Jared. Se podría decir que el muchacho tenía cierta obsesión con colocarle nombre a todos sus objetos.

No tardaron en llegar pues su casa - sí, aun sigue siendo su casa – no estaba tan lejos de aquel hotel. En el auto hablaron un poco de Jenna, la hermana de Jared, y de Josh, el pequeño hijo de esta. Le había contado que ya se había casado con un buen chico y que ahora estaban viviendo al sur de América, que su sobrino estaba grande y más cosas sobre su familia. En cualquier otro momento hubiese sido aburrido para ____, pero ahora no, pues gracias a aquello podría mantener su mente lejos de Shawn. Estaba bastante preocupada, solo quería saber donde estaba. Tal vez él se había arrepentido de estar con ella y se marchó. Solo pensar en el hacia doler su pecho de una manera tan intensa que pequeños gemidos se escapan de vez en cuando.

- Ok, estamos aquí. Espero que este año a Louis no se le ocurra tirarme pastel, la última vez estuve dos días tratando de quitarme toda la crema de los oídos y el cabello. – Ella rió con ganas, pues recordaba perfectamente ese hecho. Su hermano había pedido un pastel gigante solo para enterrar a Jared allí y tomar venganza por alguna cosa que habrá hecho el chico antes.

Su acompañante bajó y rodeó el auto para abrirle la puerta.

- Siempre tan caballero, Lexington. – Bajó y afirmó bien su vestido para que no quedara enganchado en ninguna parte. Era algo incomodo andar con él, pero lo valía, pues era hermoso. Era un color palo de rosa, strapless con escote corazón, algunos detalles en dorado que se ceñían en su cintura y costillas, como una especie de corsé, y una caída vaporosa en forma de cascada. Era simplemente hermoso.

Sonrió al ver su casa luego de tanto tiempo y suspiró, tratando de buscar a su chico pero no estaba, simplemente no estaba.

- ¿Ocurre algo malo? ¿Esperas a alguien, cierto? – Ella lo miró, ya rendida por no haberlo encontrado, y negó. - ¿Segura? Porque no sé te nota feliz, falta esa sonrisa real y ese brillo en tus ojos que solo tienes cuando realmente estas bien y contenta. Estas algo triste porque esa persona no está, debe ser alguien especial.
- Mejor no hablemos de esto. – Fijó su vista en otro lugar y se encontró con Gemma. Se despidió de Jared y fue donde ella, para felicitarla sobre su embarazo y distraerse un rato.

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Llevaba por lo menos dos horas en la fiesta. Estaba junto a su hermano y sus amigos, pero había ignorado por completo a sus padres. Los había visto a lo lejos pero no se acerco, no era porque tuviese miedo de ellos, ya le daba igual a esas alturas, si no porque no quería pasar un mal rato y no quería que el cumpleaños de su hermano se arruinara por algo tan tonto.

Estaba hablando animadamente con Jared y Matthew sobre guitarras y cuál marca era mejor, cuando vio acercándose a la tentación con pies. Shawn estaba allí. Sonriéndole. Se le acercó, corrió a los chicos a un lado y la abrazó. La hubiese besado pero no quería incomodar a los presentes.

- ¿Por qué no habías llegado antes?
- Lo siento, tuve unos problemas, pero ya los resolví. – Al decir eso el nudo que tanto tiempo había durado en el estomago de la chica se ablandó y la dejo por fin sonreír con tranquilidad. – En serio, lamento mucho mi tardanza. – Se disculpó con ella y Nash, que estaba allí mirando la escena.
- Descuida – Dijo el cumpleañero. – Lo bueno es que ya estás aquí, y estamos todos reunidos.

Pero la felicidad de ____ no duró demasiado. Las luces se apagaron y todo quedó en silencio. Quizás había sido un desperfecto técnico o algo por el estilo. Pero de la nada se comenzó a proyectar un recopilatorio de imágenes. Pero no cualquier imagen. Eran de una rubia colgada del brazo de Shawn, luego una foto de ellos besándose y un abrazo. Automáticamente las lágrimas inundaron sus ojos, pero no las dejó caer. El resto de la gente en la fiesta estaba perpleja, no entendían que querían decir aquellas fotos. Se volteó a mirar a Shawn, no tenía ninguna excusa para librarse de esa, no podía ni siquiera decir que eran antiguas porque llevaba la ropa que el traía esa tarde. Negó con la cabeza cuando sus ojos hicieron contacto, demostrando que tan decepcionada estaba y caminó fuera del lugar antes de que las luces volvieran y los invitados viesen sus ojos a punto de estallar por las lágrimas. ¿Por qué había demorado? Era tan obvio, había estado con la pu.ta esa toda la tarde y la había hecho tonta. Buscó su pequeño bolso para buscar tu teléfono y llamar a un taxi pero una mano la hizo detener.

- Siento mucho eso ____. – Vio esos ojos azules. Shawn ni siquiera la había seguido para decirle "no es lo que parece", eso le dejaba claro todo. Sin poder contenerse abrazó a Jared. Necesitaba consuelo de alguien aunque fuese casi un desconocido. – ¿Quieres marcharte? – Ella solo asintió contra su pecho. Subió otra vez al Lamborguini y partió de vuelta al hotel. Quería alejarse de ahí para poner orden en su mente y sus pensamientos.

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- ¡¿Por qué los has hecho?! –Nash azotó la puerta, después de ver las imágenes despachó a todos y acabó con la fiesta. Él sabía que todo aquello era una maquinación de su madre, Shawn no sería capaz.

En la oficina estaba su madre sentada y a su lado estaba Greg. Traidor. Pensó el chico que ya estaba rojo de la furia. Se hubiese lanzado sobre él, pero en ese momento había otra persona a la cuál odiaba incluso más. Nunca pensó sentir tanta repulsión por alguien, pero ella ya había llegado demasiado lejos.

- Lo hice por ti, querido. – Ella hablaba calmada y pausadamente, como si no ocurriera nada malo. – Greg me contó sobre tu plan, querías humillarme frente a todos pero todo te resultó al revés y la humillada terminó siendo la persona que más adoras en el mundo, tu hermanita.
- Es tu hija también.
- ¿Y eso qué? Esto te sirve de lección para no meterte conmigo, ¿entendiste muchacho? Además, maté dos pájaros de un tiro. Te di vuelta la mano y separé a mi tesoro de ese pordiosero de Mendes. Ahora todo volverá a ser como antes. – Sonrió satisfecha por todo lo que había hecho, ignorando el dolor que su "tesoro" debía estar sintiendo ahora. ¿En serio a esto se le podía llamar "madre"?
- Vete a la m*erda, p*rra. – Dijo ya más calmado. Salió de allí, nunca le había dicho nada así a Elizabeth, pues sentía respeto por ella, un respeto que perdió tan rápido que ni siquiera había alcanzado a parpadear. Llegó con sus amigos, Shawn ya no estaba, por fin la rubia esa lo había dejado marcharse. – Creo que nunca he estado tan decepcionado. Nunca creí que personas así existieran realmente. – Se sentó con Matthew y los demás chicos, todos impacientes por saber que pasaría entre Shawn y ____, pero no podían interrumpir, era algo de ellos dos y nadie más.

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Jared había insistido en quedarse con ella así que cedió. Entraron a la habitación y lo primero que hizo fue tomar el papel que le había dejado horas antes a Shawn y romperlo en miles de pedacitos para luego tirarlos por la ventana abierta.

- ____, ábreme por favor. – Se escuchó desde afuera, pero ella no estaba emocionalmente estable como para ir y abrirle sin derrumbarse, así que le señaló a su amigo para que abriese y lo despachara. Él chico de los ojos azules hizo caso y abrió la puerta para encontrarse con un destruido Shawn. Debió haber llorado demasiado y haber corrido desde la mansión, pues estaba sudado y cansado. Jared sintió un poco de compasión por él, le hubiese encantado dejarlo entrar y reconciliarse con ____, pero no dejaría que la siguiera dañando. – Seas quién seas, déjame entrar. – Rogó entre jadeos. – Por favor, necesito hablar con ella.
- Lo siento, amigo, no quiere verte. – Le hizo un gesto y cerró la puerta para volver con la chica que yacía en la cama, boca abajo con su celular en la mano. Lloraba contra la almohada, no quería ser vista en esas condiciones.

Mendes se sentó contra la puerta y trató de idealizar un plan para entrar por algún lugar de alguna forma. Pero no podía, no con el dolor que sentía. Era inocente pero no tenía como probarlo. Sintió su bolsillo vibrar y sacó su móvil. Un mensaje sin leer. Lo había con las manos sudadas y temblorosas, no quería saber que decía.

"Perdiste"

Fue lo único que pudo leer antes de que todas las emociones se trasformaran en lágrimas y nublaran su vista. Ocurrió. Lo que más temió siempre, la había perdido y tendría que marcharse. Para siempre.

Se levantó, ya no quedaba nada por hacer. Tomó una boleta que tenía y en el reverso escribió una nota para la chica. Lo dobló y lo pasó por debajo de la puerta. Aclaró su garganta y golpeó antes de marcharse con la cabeza baja, su vista en la alfombra.

- ____, esto es para ti. – Jared le alcanzó el papel doblado y se lo entregó, en un principio no quería leerlo, pero la curiosidad le ganó. Lo abrió ansiosa para simplemente derrumbarse, lo dejó caer y otra vez se sumergió en la almohada.

Lexington la recogió solo para saber lo que decía e incluso a él le dolió cuando vio el papel manchado de lágrimas.

"Te amo, no lo olvides... no me olvides"  

Doce Días (adaptación)- Shawn Mendes [1ra Temporada] *Terminada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora