Amabilidad

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Me pongo de pie tratando de no hacer ni el más mínimo ruido. Llevo bastante tiempo caminando por lo que el pie esta entumido de dolor, me muerdo el labio para no sollozar cuando vuelvo a recargar mi peso sobre él.
Rolo sigue llamando a su compañera, temo que aparezca de pronto por detrás de este montículo de piedras. Tengo que volver por la dirección en la que vine, y rápido antes de que me descubran.
Arrastro mi pie maldiciendo cada que choca con algo haciendo ruido, entonces piso una roca que rueda debajo de mí haciéndome caer, y mis oportunidades de escapar se han esfumado.
Levanto la cara despacio sé que Rolo me ha visto porque ha dejado de gritar por Lavinia. Pero no lo veo, solo un montículo de piedras aquí otro allá. Y entonces lo veo y me doy cuenta.
De no ser porque estoy herida, habría tenido oportunidad de huir y jamás ser alcanzada por Rolo, ya que en las condiciones en las que está él no podría alcanzarme jamás. La mitad de su cuerpo esta sepultada debajo de un muro que colapso. Tiene la cara enrojecida y la frente llena de sudor. Me mira asustado y sujeta con fuerza el cuchillo que tiene en la mano.

-¿Annie?- pregunta como si no fuera obvio- ¿Dónde esta Lavinia?

Hago una negación con la cabeza y me incorporo de nuevo. Rolo nota mis limitaciones, y baja poco a poco su cuchillo.
Lo primero que pienso es en darme la vuelta y salir de aquí, abandonarlo, antes de que venga su compañera de Distrito y me mate… pero no soy esa clase de persona, no puedo dejarlo solo en esas condiciones.
Me acerco a él para tratar de mover los pedazos de muro que tiene encima y liberarlo, pero Rolo levanta de nuevo su cuchillo y me apunta con él.

-Solo quiero ayudarte- le digo pero aun duda, entonces para probarlo, empujo con todo lo que puedo el muro que no se mueve, mi pie no coopera tampoco.

-Es inútil- dice Rolo soltando al fin su cuchillo- lo he intentado por horas.

-Quizá entre los dos.

Lo intentamos, una y otra y otra vez, el muro se mueve un poco pero no lo suficiente, ni si quiera podemos ver las rodillas de Rolo.
No puedo hacer mucho, estoy adolorida, sedienta y con el estómago vacío, no he comido nada en un dia, me siento a un lado de él agotada.

-Lavinia se fue hace unas horas, dijo que volvería con ayuda- dice Rolo con pesar y voltea a ver a su alrededor por si acaso- ¿A ti que te paso? ¿Cómo te lastimaste?

Le cuento que estaba escondida en un edificio donde luego me encontré con el tributo del 10 y luego vino el terremoto, que me enfrente al chico del 10 que sobrevivió, y que finalmente otro derrumbe me salvo, y que fue ahí donde me lastime el tobillo.

-Tienes los labios secos ¿Tienes sed?- pregunta cuando termino de platicarle, saca de su chamarra una botella que esta hasta la mitad de su capacidad de agua, y me la da.

-¿Enserio?- pregunto vacilante aunque la deseo. Rolo insiste y acepto, bebo sorbos, me dan ganas de tragármela toda, de bañarme con ella, pero no puedo darme esos lujos le devuelvo la botella que aun contiene liquido antes de que las ganas me hagan acabármela. Una vez que he intentado saciar mi sed, intento también de nuevo mover el muro. Sin éxito.

De pronto vemos caer del cielo un paracaídas plateado, y la cara nos cambia totalmente, significa que no estamos solos, y que uno de los dos tiene patrocinadores.
Como cae varios metros más allá, corro a alcanzarlo y lo traigo hasta donde Rolo que me deja abrirlo. Dentro de la caja hay dos artículos uno es un pañuelo que envuelve unas galletas muy extrañas y rugosas cubiertas de algo que parece sal entera de colores, y el segundo artículo es un botecito de crema de alcanfor, para dolores musculares.
Volteo al cielo agradecida, no es mucho pero si todo lo que ahora necesitamos.

-Eso debe ser para ti- dice Rolo señalando la crema y tomando las galletas. Me planteo seriamente el intercambiarle las galletas por la crema, pero antes de mi ofrecimiento él dice:- son ocho galletas, cada quien puede comer cuatro.

Las divide y me da mi parte. Se está portando muy amable conmigo, eso no lo esperaba, quizás si somos aliados después de todo, o quizás solo sea mi aliado ahora que él es más vulnerable.
Me meto una galleta a la boca, y descubro que la sal de colores no es sal, es dulce como el azúcar, si azúcar espolvoreada encima de las galletas, las únicas galletas que conozco son las que hacemos en casa y siempre son saladas para acompañar los mariscos, lo que hace que esto me resulte delicioso, pero solo me como dos, y guardo las otras en mi chaleco interior, podría tener hambre más tarde. Y al meter la mano en mis bolsillos, me encuentro con los clavos que le quite al sillón en el primer edificio, los había olvidado por completo, tengo que conseguir algo para tejer.

-Deberías sanarte ahora ese pie- sugiere Rolo. Le tomó la palabra, me quito la bota y el calcetín luego el pedazo de tela con el que me lo envolví y veo mi tobillo que ahora está más hinchado como del tamaño de una trucha y de color morado.

-Bueno estas mejor que yo, he- dice Rolo y ríe un poco.

Veo el muro sobre sus piernas, no aguantara mucho más si no lo saco, recuerdo cuando en la sala de entrenamiento Lavinia nos contó de como Rolo ganaba las pruebas de atletismo por su rapidez y agilidad, y ahora está aquí imposibilitado completamente, sus ventajas sobre los demás ya son inexistentes. Si vuelve a casa quizás puedan reconstruirle las piernas.

-¿Qué estabas haciendo aquí cuando cayó el muro?- le pregunto mientras me preparo para untarme la crema.

Sé como curarme este golpe, porque mi padre padece de dolor de huesos, y hace unos años Finnick pudo traernos un remedio que brinda calor a los huesos lo que reduce el dolor para mi padre, y yo sé la aplico todas las noches antes de dormir, o lo hacía hasta ahora, tengo que volver con mi padre…
Alejo esos pensamientos cuando empiezan a humedecérseme los ojos, y presto atención a Rolo que me cuenta que había salido a cazar junto con Lavinia ( y cuando se refiere a cazar no se refiere a animales precisamente) cuando sintieron el terremoto y corrieron todo lo que pudieron, pero Lavinia cayó y Rolo regreso por ella fue en ese momento en que recuerda sentir mucho dolor, Lavinia por fortuna no quedó atrapada, y en cuanto el terremoto ceso, ella volvió a la Cornucopia a pedir ayuda a los profesionales.

-Espero que vuelva pronto- digo entre dientes mientras sobo mi tobillo, esto es como una auto-tortura pero sé que debo presionar para deshacer los cúmulos de sangre que debe haber dentro, el dolor se incrementa al grado de hacerme llorar de nuevo. Cuando termino lo envuelvo y me quedo sentada para descansar otro poco.

-No estamos tan lejos de la Cornucopia, Lavinia no volverá- dice Rolo tras varios minutos de silencio, recarga la cabeza contra las rocas que tiene debajo y se come sus galletas que también había guardado para luego.

Me pongo de pie.

-¿A dónde vas?- pregunta Rolo con preocupación.

-Voy a buscar algo con que hacer palanca, te sacare de ahí- digo y comienzo a caminar entre los escombros.

-Eso dijo ella- dice y traga su último trozo de galleta con amargura.

Con más decisión voy por todos lados buscando una varilla o un pedazo de tubería que sirva de palanca, pero también empiezo a buscar algún pedazo de tela, quizás una cortina algo con lo que fabricar hilo, ya que alrededor solo tenemos arboles de hojas pequeñas y ramas quebradizas que no sirven para tejer nada.
El pie me sigue molestando pero siento como la crema hace su efecto adormeciendo mi piel y quitándome un poco de dolor.
Ha pasado media hora cuando por fin encentro una varilla larga y gruesa que podría bien servir, decido volver con Rolo que al verme sonríe con melancolía.

-Estás listo- meto la varilla entre el muro y el suelo, y pongo todo mi peso sobre él, Rolo a su vez empuja con sus brazos el muro y finalmente se quiebra por la mitad, el peso disminuye, así que hacemos otro intento, acomodo la varilla y vamos de nuevo, Rolo logra jalar su rodilla derecha y la libera.

Nos sonreímos y tomamos un respiro.

-Solo falta una- Rolo me mira directo a los ojos y toma mi mano.

-¿Porque haces esto?- pregunta jadeando.

No sé qué decir exactamente, pero finalmente le contesto.

-No podría simplemente verte sufrir y no hacer nada al respecto- la amabilidad no es algo con lo que pueda ganar aquí, lo sé, pero quiero seguir sintiéndome humana mientras tenga esa posibilidad.

-Te estaré agradecido todo el tiempo que me quede de vida- Rolo me acaricia el cabello y pone su mano en mi cara.

No me gusta lo que dice. Acomodo la varilla del otro lado pero es un poco más difícil ya que hay muchas rocas que tengo que quitar primero, una vez lista la palanca le hago la señal a Rolo, y empujo, esta nos cuesta más trabajo así que termino colgándome literalmente del tubo hasta que un grito estremecedor por parte de Rolo me avisa que su otra rodilla esta fuera.
Rolo comienza a gemir de dolor, probablemente mientras estuvo atrapado no había sentido nada, pero ahora parece padecer todo tipo de lesiones, trato de calmarlo en lo que intento revisar sus piernas, trozo su pantalón y veo como sus piernas desde las rodillas hasta donde tiene puestas las botas se han tornado oscuras con un sinfín de moretones y cortes, utilizo la crema de alcanfor, pero es difícil porque Rolo se mueve demasiado.
Finalmente el dolor puede más con él y comienza a quedarse inconsciente.

-Rolo no te duermas, rolo mírame- trato de llamarlo, y contesta pero se está yendo muy lejos de aquí- ¿puedes pararte?

El asiente, pero lo dudo, me cuesta mucho ponerlo de pie, él se apoya completamente en mí, le doy la varilla para que la utilice de bastón. Da lo mismo, es como mover una red llena de la captura del día, Rolo ahora no es más que un bulto al que hay que arrastrar, sigue balbuceando cosas cada vez menos entendibles.
Veo unos metros más allá unos muros que siguen de pie en forma de escuadra, me parece que es un buen lugar para quedarnos por esta noche ya que así como estamos no podremos ir a otro lado. Cuando hemos llegado lo dejo caer en el suelo y el dolor lo vuelve a traer a la vida, da un grito horroroso y finalmente cierra los ojos, jadeante.
Me siento a su lado, y observo el cielo que ha comenzado a oscurecerse, estoy muy cansada y sigo adolorida, Rolo esta ahora inconsciente o se ha quedado dormido, sé que no ha muerto porque veo como su pecho se mueve arriba ya abajo con cadencia, además de que no ha sonado el cañón. No puedo hacer nada más por él ahora.
De donde han sacado esta ciudad en ruinas, el lugar en el que estoy ahora claramente no era un edificio tiene el tamaño de una casa regular, con muros caídos ventanas rotas, y ladrillos sueltos por todas partes ¿Habrá alguien vivido aquí antes? ¿O acaso los vigilantes crearon este tétrico lugar? Comienzo a quedarme dormida cuando el cielo se ilumina seguido del himno de Panem y a continuación los caídos.
Solo recuerdo haber escuchado dos veces los cañones, lo confirmo cuando veo aparecer en el cielo únicamente los rostros del chico del Distrito 3 y la chica del 8.
Percy sigue vivo. Él chico del 10 también o quizás moribundo como Rolo debajo de aquel edificio.
Mi compañero sigue respirando, pero no creo que aguante mucho más, pasada una hora cuando estoy quedándome dormida, lo escucho titiritar de frió, la temperatura no es tan baja, lo que en automático me hace pensar que tiene fiebre. Me abrazo a él esperando que mi calor lo ayude, pero se queda temblando.
Me duermo a ratitos, cuando finalmente me doy cuenta de que no podré dormir, saco las galletas que había guardado y me las como.
Observo las ruinas de esta casa, que la oscuridad convierte en una colección de sombras de tétricas formas, unas ramas de árbol alcanzan a cubrirnos como un techo, las hojas se mueven con la brisa, y las ramas crujen, pero luego me doy cuenta de que el crujir de las ramas lleva un ritmo, suena como… observo mejor el árbol y entonces me doy cuenta de unos brillantes ojos rojos que nos observan desde arriba.

Annie Cresta: Ganó porque ella era la mejor nadadora...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora