Twins

II. Mistake

El bullicioso ajetreo de la estampa nocturna acompañaba su camino, miró de reojo a las personas; vagabundos sentados en las aceras pidiendo limosna, otros buscando comida revolviendo los botes de basura, en las esquinas había mujeres semidesnudas coqueteando a la espera de un buen cliente. O simples mocosos drogadictos comprando pastillas a su distribuidor. Poco a poco fue desvaneciéndose de aquella viñeta urbana al introducirse en los callejones descuidados y solitarios. Mantenía la guardia atenta a cualquier percance, resguardando el grueso paquete en el interior de su chaqueta de cuero negro. Decidió cubrir su cabello con una vieja gorra azul marino y mezclarse entre la gente. Entró a un nuevo pasadizo demasiado familiar, y verificó la presencia de su objetivo. Tardó poco tiempo en ver al hombre de coleta alta yendo directo a él. Menma Uzumaki mantuvo una mueca rígida en los labios y sin ningún tipo de protocolo sacó el gran fajo de billetes, aventándolo a las manos del sujeto, éste agarró el paquete en el aire evitando que cayera al suelo.

—Es tu dinero, está completo, cuéntalo y verifica.

La voz de Menma sonó firme, no volverían a intimidarlo. El yakuza abrió el sobre para comprobar el contenido y silbó sorprendido al terminar de contar.

—¿De dónde sacaste tanta plata, mocoso?

Su pregunta le hizo recordar la noche anterior. Tenía menos de veinticuatro horas de haber vendido su alma a un asqueroso tipo rico. Algo irónico. No su alma, había dejado como garantía el destino de su hermano menor, en el peor de los casos. Cuando Sasuke Uchiha preguntó su nombre no dudó en responder; Naruto Uzumaki, un vil callejero de dieciocho años, huérfano, sin mísero registro de existencia. Sabía que no engañaría fácilmente a Sasuke, pero solo necesitaba tiempo para salir del país y escapar de él. Sasuke propuso otra cita a la mañana siguiente en una cafetería a las afueras de la ciudad. Uchiha llegó puntual e iba acompañado de una bella mujer de largo cabello rosa, ella estuvo a su lado, callada por completo. Entre cafés simples, monosílabos y miradas suspicaces, Sasuke Uchiha le entregó un paquete envuelto en papel mate, dentro contenía tantos dólares –50 mil siendo exactos–, que Menma casi pudo calcular su peso. Allí cerraron el trato. Como última advertencia Sasuke informó que estaría en la ciudad por una semana más solucionando sus negocios, y al término de ésta lo buscaría para cobrar su parte. Menma escribió una dirección falsa y salió de la cafetería, consciente de la vigilancia que ese hombre peligroso pondría tras sus talones. Seguiría su juego por unos días y luego desaparecía frente a su nariz. ¿Qué había hecho Naruto para encantar tanto a Sasuke Uchiha? Pues él aprovecharía esa ventaja.

—No te importa.

Kidomaru sonrió satisfecho, ignorando la mala cara de Menma.

—¿Sabes? Creo que podrías ser útil —continuó sonriendo y acarició los billetes. Sus ojos brillaban con avaricia. Ese niño cretino tenía potencial—. Soy Kidomaru, pertenezco a una organización importante, conocida como el Clan del Sonido, la más peligrosa de Hong Kong. Los principales negocios están bajo su mando. Olvidemos nuestras pequeñas rencillas, puedes venir y presentarte ante nuestro Jefe. Estoy seguro le gustarás al señor Orochimaru.

Kidomaru no esperó una respuesta, sacó una pequeña tarjeta del bolsillo entregándosela a Menma, él la aceptó sin interés. Observó el papel negro con el símbolo de una serpiente purpura en forma de S, al reverso indicaba una dirección.

—Pareces bastante inteligente para saber que en este mundo sólo sobreviven los más fuertes. Y el señor Orochimaru es uno de ellos. Piénsalo, si quieres dejar de mendigar o esperar tu muerte, búscanos en esa dirección. Obtendrás cualquier cosa que desees a cambio de tu lealtad. Nos vemos, chico.

El hombre hizo un movimiento con la mano a modo de despedida y se marchó. Menma contempló nuevamente la tarjeta y luego la espalda del yakuza a unos metros. No le interesaba trabajar a las órdenes de Orochimaru, sin embargo guardó el papel en su pantalón.