Capitulo 1

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Había tantas cosas que intentaban distraerme que ya no podía seguir al pie de la lectura: el típico tráfico que circulaba por toda la zona norte, los chicos y chicas que jugaban en el parque próximo a mí, y la música de algunos adolescentes de mi edad que pasaban caminando por mi banco.

En ese momento, se escuchaba a la perfección cada palabra que Lady GaGa cantaba en "Applause". Mientras tanto, todavía tenía las esperanzas de concentrarme en mi lectura junto a Charlie.

Era la tercera vez que releía "Las ventajas de ser invisible": amaba el personaje de Charlie y no paraba de leerlo. La frase que más me gustaba de este libro era "Aceptamos el amor que creemos merecer".Pero, realmente, yo no merecía el amor de ningún chico.

Todos piensan que, mas o menos cuando uno tiene 16 años o mucho menos, ya tuviera un novio y ya hubiera besado mas que alguna vez. En el caso mío, estas dos cosas no se daban. Jamas tuve novio y mucho menos había besado a alguien. Lo único cierto era lo que todos los adultos dicen: "Es la edad del pavo, porque todos creen caer en el amor", y yo estaba perdidamente enamorada de Valentín.

Valentín era un gimnasta que iba al mismo club que una de mis amigas, Milena. Fuí a la misma colonia que el cuando tenia 11, pero fue en el viaje que hicimos todos los de la colonia cuando realmente sentía algo por él.

Como siempre pasa, mis amigas se enteraron de que me gustaba mucho y ellas insistían en que nos juntaramos alguna vez, los dos solos. Al cabo de meses, le mandaba a Valentín millones de cartas y regalos de amor que hacía en mi tiempo libre. Pero nunca obtuve una respuesta de él, ni siquiera un "gracias por tus cartas", lo cual me volvía mas loca de lo que estaba.

En fin, estaba tratando de no amargarme la mañana con el amor junto con Charlie (el personaje de mi libro). Lo cerré, agarré mi bolso y me abrí paso entre la multitud que trataba de caminar por el parque.

Mientras caminaba por la avenida principal, pasaron al menos 5 chicas que me empujaron para poder ver la nueva coleccion de verano en Timberland. Dos de ellas se quedaron mirandome por 3 segundos y luego siguieron a las demás.

"Seguramente controlaban mi ropa" pensaba en mis adentros. Era cierto que no lucía las últimas tendencias de la moda, perto tan mal no estaba: pantalones tipo militar (mis favoritos), una simple musculosa blanca y zapatillas tipo botas.

"Que ganas de criticar a los demás" pense, y segui caminando. Pase por la heladería "Freddo", pensando si habia alguna posibilidad de que mi papá me comprara un helado cuando volviera del trabajo, salude a una de mis compañeras de inglés, e incluso pasaron algunos de mis compañeros de la escuela, quienes no se molestaron en saludarme. Pare en seco.

"Hogar, dulce hogar" dije y entre. El Ateneo era la librería más grande de todo Buenos Aires, estaba llena de persona de diferentes edades que iban y venían con libros de toda clase. Algunas personas, en especial mis amigas excepto 2 de ellas, preguntaban que tenía de interesante una librería y, en lo posible, trataban de alejarse de ella o cualquier cosa relacionada con los libros.

Para mí, una librería no era solamente un lugar donde disfrutabas de una buena lectura y comprabas libros: yo hablaba de una librería como el lugar más hermoso creado en el universo, donde tenes millones de historias por leer y millones de personajes de los cuales enamorarte.

El olor a libro nuevo me ponia mas que contenta pero, sobre todo, porque eso significaba una cosa: habían llegado los tan esperados libros encargados por otros lectores.

Rapidamente, corri al mostrador donde Pablo, el dueño de la libreria y también el que encargaba los libros, estaba desenvolviendo algunas cajas.

-Pablo, ¿ya llegaron? - le pregunté con mucho entusiasmo.

Adolescentes Lectores: Nunca pierdas las esperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora