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ATENCIÓN:
ESTA HISTORIA HA PASADO POR UN PROCESO DE EDICIÓN. LA VERSIÓN ORIGINAL HA SIDO REESCRITA, Y NO SE VOLVERÁ A PUBLICAR EN ESTE O EN OTRO PERFIL.
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La mayoría de las personas están de acuerdo con que iniciar la semana los días lunes es de lo peor que puede pasar en la vida, y es mucho peor para quienes los inician a primera hora de la mañana.
Esto en palabras de Thomas.
No sólo porque el día anterior, precisamente un domingo por la noche, tuvo que ir a una fiesta a la que, en primer lugar, ni siquiera tenía ganas de ir, pero aún así aceptó sólo por su amigo y aquella chica, no suya. Más bien, la chica por la que su amigo últimamente parecía más feliz. Así que sí, se podría decir que Thomas Sangster era un muy buen amigo.
Pero levantarse a la mañana siguiente por el sonido de su celular, una alarma para despertar, y con una terrible resaca para morir, era el infierno. Y eso no fue lo peor de todo, para nada, en el caso de Thomas Sangster lo peor empezó esa misma mañana de lunes.
Despertó por el horrible sonido que sentía que destruiría sus tímpanos, eso fue molesto. Darse cuenta que no se encontraba en su casa sino en la de alguien a quien no conocía fue increíblemente irritante. Ver la hora y fecha en su celular y caer en cuenta que esa misma mañana a primera hora tenía un examen muy importante casi le provocó un infarto.
Pero ni siquiera eso fue lo peor de ese día, tampoco que tuviera que conducir y cruzar la ciudad con un amigo medio dormido y alcoholizado en el asiento de atrás del auto, y eso sin mencionar su motocicleta, que por cierto era con la que había llegado al lugar de la fiesta, y que gracias al estado del chico no pudo llevarse nada más que el precioso auto de su amigo.
Entonces llegó a su departamento a darse una ducha rápida y bien fría, porque no podía presentarse al instituto apestando a alcohol y teniendo esa cara de muerto, mucho menos si entre todos los estudiantes había una pequeña posibilidad de que se encontrase con... Aquella persona por la que últimamente se tomaba el tiempo de arreglarse un poco más que antes para verse mejor. Y no es que hubiera recibido un par de miradas más, y unos cuantos cumplidos desde que lo había hecho... o igual sí había recibido unos cuantos. Pero el tema era otro.
Esa mañana de haber llegado casi media hora tarde, sí, perdió la oportunidad de hacer el precioso examen. Apenas estaba comenzando su día, y sin un poco de café para variar.
El profesor de historia decidió que el trabajo con el que Thomas había estado trabajando dos días para presentarlo perfecto, no era tan importante como para ponerle una calificación decente, una que necesitaba si quería aprobar la materia. Y no es que la asignatura le pareciera difícil, lo complicado era el profesor, porque desde que Thomas había salido con su hija, el hombre aprovechaba cada oportunidad para hacerle su vida más miserable.
En fin, en la cafetería del instituto, a la que había ido por un café que en verdad necesitaba con urgencia, un imbécil le tiró la comida encima manchando toda su ropa, y al reclamarle su descuido, tal vez se exaltó un poco por todo lo acumulado que ya tenía, y le soltó un golpe directo en la boca justo cuando un profesor iba caminando allí cerca. Terminó en Detention una hora después de clases, lo que provocó que llegara hora y media tarde a su turno en el trabajo, y que su jefa se enojara, desquitándose con su sueldo.
En el trabajo, después de recibir un sermón y aceptar quedarse esa hora y media más que debía trabajar por haber llegado tarde, una mujer le gritó por llevarle una dona con el glaseado que ella no había pedido, le ordenó regresar y traerle la de glaseado de fresa que otro mesero ya le había llevado, y sólo para acabar con que aquella dona que le había llevado en primer lugar era la que había pedido su hija, que se encontraba en el baño en ese momento para confirmar su pedido.
Después una muchacha descuidada le tiró encima el café hirviendo en su camisa, que precisamente era blanca, además de eso también provocó que a un empleado que pasaba detrás de ella, se le cayera una bandeja llena de platos de comida y tazas de café. A él le ordenaron limpiar todo, en lo que el otro muchacho regresaba a la cocina a preparar todo otra vez, y en esos pocos segundos que pasaron un hombre de traje, que no podía esperar un pequeño minuto a que Thomas terminara de limpiar para evitar provocar algún otro accidente, no dejó de exigirle un café express que necesitaba con urgencia porque ya iba tarde al trabajo. Thomas se tragó los insultos que tantas ganas tenía de gritarle, y en un intento rápido por limpiar, un pedazo de vidrio terminó cortándole la palma de la mano.
Lo peor, es que ni siquiera tuvo tiempo para ponerse una vendita porque el hombre seguía exigiendo que se le atendiese, así que con todo y mano herida tuvo que atender al cliente, con cuidado de no ensuciar el vaso con su, al parecer, inútil y asquerosa sangre.
Al menos en ese momento creyó que lo transcurrido durante su día hasta ahora, era lo peor que le había pasado. Pero estaba un poquito equivocado...
De todas las cafeterías abiertas que podían existir en toda la ciudad, en el día en que debía trabajar una hora y media extra, precisamente en esa última media hora extra de trabajo, tenía que cruzar la puerta la persona con la que menos se quería encontrar, acompañada, irónicamente, de la persona con la que más se quería encontrar... Entrando juntos.
Ni siquiera todas aquellas chicas que le coqueteaban en la cara, le caían tan mal como él, al menos en ese momento, Ki Hong Lee era la peor persona que Thomas había conocido. Y lo peor no es que no era la única persona con la que tenía que competir en ese preciso momento, aunque sí que era el primer chico que intentaba robarle, a toda costa, toda la atención de... Aquella persona, ¡Dylan! Sí, ¿qué más daba? Un chico.
Fue en ese momento exacto, cuando los vio entrando juntos a la cafetería mientras reían y Ki iba abrazando por el hombro a Dylan O'Brien, en el que, en un arranque inesperado de celos, decidió que efectivamente, no sólo estaba admitiéndose así mismo por primera vez que no le gustaban demasiado las chicas. Así que ya que estaba sincerándose, debía decir que la razón de admitir esto era precisamente aquel chico que le atraía, y le atraía bastante.
Así que, lo peor que le pasó ese día no fue todo lo transcurrido que empezó al despertar con una resaca, sino admitirse así mismo que probablemente algunas personas a su alrededor, principalmente su amigo Will Poulter, tenían razón cuando murmuraban que 'a Thomas Sangster le gustan los chicos' y no sólo los chicos, se dijo a sí mismo, sino precisamente un chico heterosexual, para su desgracia: Dylan O'Brien.
Thomas recargó el codo en el mostrador y soltó un suspiro viendo a Britt caminar muy sonriente hacia la mesa donde se encontraban ambos chicos, a atender la mesa. Fue entonces que pensó que a partir de ese día, que por fin había podido admitir todo, sería cuando verdaderamente empezarían todos sus problemas, y estos problemas no sólo incluían a O'Brien. Aunque sí era la causa principal.
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Hacía tiempo que no me pasaba por aquí, creo que dos años, si son mis lectores sabrán que deje de publicar esta historia porque decidí alejarme un tiempo de Wattpad debido a mi embarazo, al cual me dediqué completamente igual que a mi bebé, que tiene un año ya (y me gustaría que conocieran pero ciertamente me da algo de miedo subir una foto de él)
Después de tanto creo que es tiempo de volver.
Dejé de lado está historia que tanto me encantó escribir, y en un momento que decidí releerla me di cuenta que necesitaba cambiar algunas cosillas. Estaré subiendo próximamente los capítulos, algunos con pocos cambios y otros con cambios notables, que espero disfruten.
Mientras tanto los invito a pasarse por alguna de mis otras obras, algunas también reescritas.
Nos leeremos pronto uwu
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AngelPsicopatta
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ESTÁS LEYENDO
La curiosidad mató al hetero |Dylmas| (Reescrita)
Fiksi Penggemar-Seguro que a la mitad de los chicos hetero no les importaría meterse con un chico como él ¡sólo para saber qué se siente! -¿Saber qué se siente qué? -¿Es que no entiendes? -gruñó el pelinegro. -A ver, para que entiendas -habló el otro-. Hablaré por...