DESTINOS VII

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Capítulo VII

Podía sentirlo. Cada ser, por pequeño que fuera, espíritu o humano, su presencia era percibida como una lucecita en un mar de luciérnagas. Todos brillaban moviéndose en armonía.

Como todo en el universo las fuerzas conviven en dos partes para mantener el equilibrio. Algunos lo llaman el bien y el mal, la luz y la obscuridad, lo espiritual y lo material. Pero dos fuerzas opuestas no necesariamente tienen que ser malas o buenas. No existiría la luz si no hubiese obscuridad y solo cuando una pequeña flama es encendida, es que se crean sombras. Al final todos forman parte de un todo, y todos son iguales.

El agua necesita del sol para hacer su ciclo, el fuego del aire para arder y la tierra de los tres para crecer. Uno sin el otro no pueden existir. Es por eso que los cuatro elementos deben de convivir en paz y armonía. Si uno de ellos cambia los otros tres se desestabilizan y se creará el caos. Y si el mundo de los hombres cae en caos el de los espíritus también. Los seres de ambos mundos van de la mano.

- El día se acerca...

Su antepasado estaba de pie a su lado. Roku miraba el horizonte.

- Cada vez son mas fuertes...

Una nube negra se alzaba a lo lejos. La negrura hacía contraste con el azul de un día despejado, los rayos se vislumbraban con un sonido ensordecedor convirtiendo todo en cenizas. La imagen del gran cometa se podía apreciar en lo alto del manto negro acercándose a ellos envolviendo todo en un mar de fuego.

Aang abrió los ojos un poco agitado, su frente estaba perlada de sudor, haciendo inhalaciones profundas pudo recuperar un poco de su calma.

- Supongo que lo que vio no fue agradable.

El Gurú se encontraba sentado a su lado en la misma pose que él. Su entrenamiento como avatar avanzaba rápido. Durante las últimas semanas estuvo meditando, abriendo las puertas que le permitían dominar cada uno de los elementos y controlarlos de manera eficaz. De igual manera sus viajes al mundo de los espíritus se volvieron continuos. Conoció por primera vez a algunos de los grandes espíritus que dieron origen a los elementos. Para el fue un honor pues no se mostraban ante nadie.

Se sentía casi realizado como avatar, pero la prueba mas grande estaba por venir. Parte de su deber era mantener el equilibrio en el mundo de los hombres, y ese equilibrio fue roto cuando la Nación del Fuego ataco a sus países hermanos. Ahora era su deber restaurar la paz perdida.

- El cometa llegará pronto – le dijo al Gurú – La Nación del Fuego consumirá al mundo si no los detenemos.

- Ahora tienes el poder para evitarlo, Avatar Aang.

El chico sonrió, sentía la confianza de poder restaurar el equilibrio del mundo y vencer a la Nación del Fuego, solo había algo que le preocupaba.

¿Cómo lo haría?

.

La mañana llegó acompañada de lluvia y humedad. La fina cortina de agua cubría todo Ba Sing Se, las calles se mantenían desiertas, alguna persona caminando con cuidado y prisa por resguardarse. Muchos odiaban los días lluviosos pues te mantenían restringidos en tu hogar y si no tenias cuidado todo el piso terminaba manchado de lodo y agua por los que acababan de entrar. Pero había otras personas que disfrutaban de esos momentos, el sonido de las gotas golpeando la superficie como cientos de tambores pequeños resultaba relajante, el escenario adecuado para tomar una taza de té mientras observas el fenómeno natural. Sin embargo muy pocos veían la oportunidad de hacer algo mas con ese clima.

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