Capítulo 5

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Me arrepentí de pedirle que viniera justo después de mandarle la ubicación y de que él se desconectara tras enviarme un "bien". Venía para acá, y no debería de haberle pedido que viniera. ¿Cómo se me había ocurrido? Después de la pelea, después de gritarle, después de sentir que a lo mejor él creía que yo no valía nada, que no merecía nada de lo que tenía y que no sabía apreciarlo.

Y querer huir ahora de aquí no me daba nada de crédito. Miré a mi espalda, dejando escapar el aire de mis pulmones, observando detrás de las rejas de hierro negro y detrás del jardín cuidado. El aparcacoches contratado para la fiesta me miraba, esperando a que quisiera volver a entrar. Tragué saliva, volviendo la vista al frente, mirando escalones abajo.

Mis tacones descansaban tirados a un lado, esperando a que volviera a por ellos. Y apoyé los codos sobre las rodillas, dejando que mi rostro cayera en mis manos y lo cubriera, hundiendo los hombros. No debería de haberle pedido que viniera. Él no debería de haber aceptado venir. Habíamos roto ¿Por qué simplemente no me había dicho que no? Habría sido más fácil así, porque tenía razón. Yoongi tenía razón en absolutamente todo lo que había dicho durante la fiesta de la semana pasada. Pero no había nada que yo pudiera hacer contra eso, y no soportaba que él me mirara pensando todo eso.

Los pies se me estaban helando pero no quise moverme para conseguir los zapatos de vuelta. Encogí los dedos, apretando más la cara contra mis manos. Era ridícula, toda esta situación lo era. ¿Y si llamaba a Yoongi y le decía que se diera la vuelta? ¿Y si simplemente renunciaba a todo y me casaba en primavera? ¿A quién le importaba? Si no quería vivir como mis padres me dictaban... ¿cómo quería vivir?

Estaba utilizando a Yoongi como una balsa para huir de mis problemas y eso no estaba bien. Y lo peor era que estaba enamorada de él y no sabía para qué me utilizaba Yoongi.

Sentía aprisionado el pecho.

Ansiedad, angustia.

El sonido del motor de un coche y de las ruedas frenando me hicieron levantar la cabeza y temblar. Miré durante un segundo hacia atrás, el aparcacoches comenzaba a acercarse. Tragué saliva para volver a mirar el coche, que se había detenido justo frente a mí.

La puerta del conductor se abrió y después de dos segundos la cabellera oscura de Yoongi apareció por encima del coche. No cerró, dejó la puerta abierta y le dio la vuelta al coche, acercándose despacio, con una mano dentro del bolsillo vaquero mientras se acercaba a mí. Comenzó a dolerme el estómago de golpe.

Se detuvo al principio de los escalones, mirándome desde abajo. Solo parpadeé, sin saber qué decir ni qué pedirle. Miró un segundo detrás de mí y me di cuenta de que el aparcacoches debía de estar detrás de la verja de hierro, esperando alguna orden.

Yoongi se inclinó hacia delante, agarrando mis tacones y manteniéndolos en la mano. Sus ojos oscuros y alargados parecían cansados y estaba más pálido de lo normal, lo que me hacía preguntarme si estaba comiendo y descansando bien.

- No te muerdas los labios – susurró, con voz ronca, mientras esperaba de pie, esperando a que yo me levantara. Asentí, humedeciéndolos en un intento de que tuvieran mejor aspecto. – Vámonos.

Finalmente me puse de pie, bajando los escalones lisos y de piedra oscura descalza. Pisar la calzada sin zapatos no fue desagradable, y me quedé junto a él, esperando a que caminara primero. Yoongi miró hacia mis pies, acercándose un paso, levantando una mano para rozar mi muñeca con sus dedos recios.

Su piel estaba a la temperatura perfecta para provocar un cortocircuito en la mía.

Soltó aire y tiró de ella ligeramente, haciendo que me moviera hacia la puerta del copiloto. Abrí la puerta, entrando al coche, acurrucándome en el asiento, dejando que él cerrara la puerta. La calefacción estaba puesta y sentí que se me calentaban los huesos. Miré hacia la casa mientras esperaba a que él se subiera al coche y arrancara.

Silver spoon  - Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora