Fue justo en ese momento, que me sentí feliz, por primera vez, en toda mi vida o al menos hasta donde llego a recordarla. Viendo tu rostro sincero siempre sonriente, tus ojos almendrados que me embelesan con su profundidad, tu piel blanca como la nieve que te hace parecer débil, haciéndome sentir que solo deseo protegerte, poder oír tu voz que como si fuera el propio cielo calma mis pesares, me di cuenta otra vez, porque sentía este dolor, la razón de mis lágrimas descendiendo frías por mis mejillas...
Realmente solo puedo reír, sintiendo todo lo que había cerrado bajo llave y una glacial capa de indiferencia cubierta de soledad, pero una vez mas, estabas allí enfrente mía, regañandome por hacerte esperar, que la comida se enfriaba y mientras admiro su rabieta, solo puedo sonreír mientras dejo mi llanto fluir.
Tu expresión se congela al ver mi sollozo, te acercas preguntandome que me pasa con preocupación, solo puedo dar un paso hacía ti y estrecharte entre mis brazos, sentir tu calor como si fuera mio, derretir esa gélida capa que cubría mi cuerpo, pero aun así, no es suficiente para mi, tengo miedo de que vuelvas a irte, así que abrazo con mas fuerza tu cuerpo, tal vez te hacía daño, pero solo te suplico que me dieras un segundo, solo uno, con eso podría librarme de esta carga que me acompañaba.
Los minutos se hacen eternos, como desearía poder detenerme aquí por siempre, perderme en tu amor, ofrecer mi alma a tu cuidado, mientras veo pasar el tiempo a tu lado, envejeciendo, hasta no ser nada mas que polvo.
Incluso cuando aumento la presión, no me alejas, me dejas empapar tus ropas en mis lágrimas reprimidas mientras me susurras suavemente al oído que no fue culpa mía, que no nos volveremos a separar jamas, tu pequeña mano acaricia mi pelo con una dulzura que pensaba que no podía existir en este mundo.
Pero...es cierto, ya no era el mismo mundo, no era el infierno sin ti, si no el paraíso donde mis sueños se hacen realidad.
Te dejo ir lentamente, con miedo a que no pueda volver a sostenerte jamas, pero incluso antes de que te alejaras te vuelves a cercar y me besas, siento como mi interior cruje, se resquebraja lentamente bajo el sabor de tus labios, la pureza de tu beso...
Cuanto tiempo pasamos, realmente no puedo decirlo, ni deseo saberlo, pues si pudiese mantenerlo por siempre, no dudaría en ello, te separas de mi con la misma dulce sonrisa de siempre mientras me dices que si tardamos mas comeremos frío.
Sin poder aun detener el río que son mis emociones, que inundan cada recoveco de mi ser asiento, te veo dirigirte hacía la mesa donde esta todo preparado, pero cuando la veo, puedo discernir mi mayor pesadilla, otra figura, negra en apariencia, solo una sonrisa sádica es visible, corro, intento aferrarme a tu mano, pero para cuando lo logré ya no estabas allí, solo eras un fragmento de cristal roto, un recuerdo perdido que había florecido en mis últimos momentos.
Enfrente de mi, como una montaña inamovible el señor de la corrupción, Xerth therom, ríe con placer mientras se deleita de mi sufrimiento.
Uso todas mis fuerzas para levantar mi cuerpo, ya sin piel y cubierto de agujeros sangrando, es imposible, lo sé, pero incluso así, no puedo rendirme, no, no es eso, solo quiero poder volver a verte, aunque fuera una vez, poder reír contigo de nuevo, sin que sea un recuerdo fragmentando de lo que fui.
Corro, ignoro todo, el dolor, mi brazo siendo empalado y arrancado, no me importa, mis ojos se cubren de rojo escarlata, siento como mi conciencia se desvanece a cada paso, no llegaré, de nuevo me quedaré atrás.
Mi cuerpo cae, pronto mi muerte llega y siento como mi alma es arrancada, veo mi alrededor, puedo verte en un estado de sueño eterno, entonces busco a Xerth con mi mirada, imploró que te deje libre y para mi sorpresa, asiente levemente, solo puedo suspirar, mientras conozco mi destino.
Pero entonces, que tal iluso fui, siento mi cuerpo siendo envuelto en una luz espesa, mi ser se prepara para renacer, mientras tu desapareces, como si nunca hubieras existido, ríe, el ríe salvajemente viendo mi expresión de dolor, no, no era una en al que la ira se pudiese divisar con un vistazo, solo era una cara indiferente, aquel que el dolor elimino sus emociones, su ser no pudo soportarlo y se convirtió en un muñeco estropeado...
Eso era yo, ascendiendo para renacer, pero nunca podría verte mas, ni en mis recuerdos, solo podría sentir la nada por el resto de mis infinitas reencarnaciones, sin saber el por qué....