CAPÍTULO 1

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VERMONT, ESTADOS UNIDOS

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VERMONT, ESTADOS UNIDOS.

ENERO 22 del 2014.

El sudor comenzaba a correrme por toda la frente y gran parte de la espalda. En mis oídos escuchaba el latido de mi corazón, cada bombeo era más potente con cada paso que daba. La bufanda comenzaba a estorbarme alrededor del cuello.

Las calles de la pequeña comunidad eran solitarias. Los árboles estaban desnudos por la temporada invernal. Podía ver como los locales de comida eran los lugares más concurridos, el clima era frío, estuvo así todo el día. Veía parejas de ancianos salir con bolsas de cartón de las panaderías. Los faros sobre las aceras comenzaban a encenderse. Podía ver mi reflejo de las cristaleras de cada establecimiento, como mi cuerpo se movía sosteniendo mi mochila cruzada por mi pecho.

Mi cabello revoloteaba por el viento, tratando de esquivar a las personas que llegaban aparecer en mi camino.

Esta mañana cuando desperté y salí de casa esperaba que fuera otro día común y corriente como siempre e incluso, esperaba que fuera mejor que ayer. No hay mucha motivación para seguir adelante cuando todo en tu vida está mal. Me gustaría pensar que en ocasiones soy solo una adolescente quejumbrosa, pero no tengo tanta suerte. No gozo de la suerte de otras chicas de mi edad. Inclusive, hacerme a la idea que soy muy fatalista o dramática, suena como una idea mejor.

Tenía una rutina que siempre seguía: levantarme sin hacer mucho ruido para no despertar a Erika, mi madre quien solía dormir y amanecer con resaca después de beber como si no tuviera fin. Así que, no es difícil imaginar para donde quiero llegar con el tema. Cuando una persona con problemas de alcohol es una constante en tu vida, te amarga la existencia y las cosas, por más que te esfuerces nunca salen bien. Está por demás decir que evitaba a toda costa desayunar en casa y provocar alguna absurda pelea con ella. Nunca habíamos podido coincidir en nada desde que tengo memoria, nos llevábamos como perros y gatos, para ser franca, jamás había demostrado amor ni por mí ni por mi hermano Logan. O si lo hacía, no estábamos enterados.

En parte, culpo a Erika que Logan haya decidido irse y dejarme con ella. ¿Cómo culparlo? Pero ese no es el tema.

Como dije, creí que sería un día igual al anterior. Sin embargo, al salir de clases en mi móvil tenía diez llamadas perdidas de Erika. Al principio fue extraño. No era común que ella me llamara, por lo que al momento de devolver la llamada el móvil sonaba, pero no contestó. Ignoré ese hecho pensando en que no sería nada importante y me dirigí a la biblioteca. Pero había algo que no me dejaba estar tranquila. Y como si un relámpago me hubiera azotado me levanté de golpe. Probablemente serían las seis de la tarde pues los rayos del sol ya eran opacos, o casi inexistentes.

Corrí en dirección a casa, esperando que todo estuviera bien y Erika no enloqueciera por mi hora de llegada, que he de admitir no creo que fuera el caso. Ya no estaba tan lejos del vecindario. Mientras corría algo oprimía mi pecho, no era el hecho de que no tuviera condición física, sino que, presentía que algo malo había ocurrido, y esa era una idea que no dejaba de resonar en mi cabeza. Estaba tan sorprendida de mi misma por reaccionar como reaccioné.

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2024 ⏰

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