Un nuevo comienzo

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Han pasado 5 años desde que cambió mi vida en todo sentido como perder a mi madre, dejar esos amigos que nunca volví a ver, esas experiencias y costumbres que tenía en los Ángeles, pero ahora vivir en New York es tan distinto en el sentido que no puedo salir a la playa con mis amigos porque no tengo amigos, esto se debe a que desde esas vacaciones a los 12 años me encerré a todo a las nuevas personas, en la escuela me tienen miedo porque llego con mirada de asesinar a cualquiera que me hable. Cuando puedo estar solo sin que nadie note mi seriedad me pongo a llorar, pensando en lo destruida que está mi vida y las razones por las cuales no se puede arreglar, no tengo la capacidad de mejorar las cosas, las dejo tal cual están para sentirme más solo e infeliz. Puede sonar raro pero es satisfactorio sentirse triste sin las ganas de mejorar,creo que una persona con depresión me entendería.

Mi rutina diaria siempre es lo mismo: ir a la escuela, tener la mirada seria todo el día, llorar cuando nadie me vea, volver a casa y nuevamente llorar hasta caer la noche y quedarme dormido. "Necesitas ayuda" todos me dicen eso, pero, para qué ayudarme a algo que ya no se puede arreglar? Me di cuenta después que estaba muy equivocado, que una persona puede cambiar una cara seria y sacar una sonrisa todo el día, pero el lector lo sabrá a medida que narro mi proceso.

Era un lunes en la mañana, el despertador sonaba y me fastidiaba ese sonido tan estresante, mi cuarto estaba completamente oscuro, no podía ver más allá de mi nariz. Golpeé el despertador dañándolo para que deje de sonar, me senté al borde de mi cama y por primera vez me pregunté "¿qué pasa conmigo?" Comparé mis días hasta los 11 años con mi vida actual y es difícil creer que un niño tan sonriente, expresivo y amistoso cambie completamente a algo irreconocible, ahora soy mi propia sombra de mis alegres días pasados. Solo empecé a llorar mientras me golpeaba desesperadamente la pared dejándome la mano roja y adolorida, mi padre entró sorprendido a mi cuarto y corrió a tenerme fuertemente los brazos para que dejara de lastimarme con ese muro, nos sentamos en el piso mientras me susurraba que todo estaba bien, me arranqué a llorar más fuerte gritando "¿por qué?" A la pared manchada por mis nudillos, no podía mover la mano derecha, me dolía tanto que creo que me fracturé un par, sin embargo no me importaba en ese momento. Me sequé las lágrimas con la manga de mi saco y mi padre ayudó a levantarme, me sentía débil, creía que en cualquier momento iba a perder el equilibrio y al final perdiendo el conocimiento. Agarré mi toalla y me encerré en el baño quedándome pensando sentado en la tasa mientras calentaba el agua, pasaron 10 minutos, así que me metí a bañar estando un buen rato debajo del chorro mirando hacia abajo, mirando como se escurría el agua por las puntas de mi pelo, cómo me calentaba la espalda con el agua caliente, me apoyé poniendo las manos a los lados de la llave, típico en las películas ¿no creen? Deben saber que en mi es una forma de reflexión, con el mismo resultado cada vez que salgo de la ducha, nada.

Pasé la mano por el empañado espejo y miré el mismo hombre débil y triste que veo cada mañana, hoy no le presté mucha atención. Me puse mi camiseta azul oscuro con estampado de mandala negra, un Jean negro, mi chaqueta gris y unos botines color caqui. Me peiné, tomé la toalla mojada y bajé las escaleras dirigiéndome al patio para extenderla en una silla, caminé a la cocina, ese olor a huevos revueltos me envolvía, caminé más rápido y me encontré con mi hermana recién levantada, parecía que tuviera resaca por una fiesta, no me acuerdo de sentirla salir anoche, la saludé y seguí el olor hasta el comedor, encima vi tostadas, huevos y chocolate caliente servido para uno, supongo que los demás ya desayunaron, comí y rápidamente me fui a terminar de arreglar para ir a la escuela, me lavé los dientes, me pasé la mano por el pelo acomodándome un mechón fuera de lugar, agarré mi mochila y salí.

Caminaba recordando lo miserable que era mi presente, haciéndome las mismas preguntas que hace 3 años ¿como murió? ¿fue suicidio? ¿por qué cuando no estábamos sus hijos? Preguntas que seguían sin respuesta, solo mi padre sabe y no me lo ha querido decir por mi bien estar emocional y tiene razón. Sin darme cuenta llegué caminando a la escuela sin tomar el autobús, no sé cuánto tiempo pasé caminando si mi casa queda a 8 cuadras de la escuela, solté una risita, la primera en meses.

Entré a la escuela con otra cara, no era la seria de todos los días, tenía la cara en alto con una minúscula sonrisa, como era de esperar todos me miraron extrañados, como si no me reconocieran, tanto que pensaban que me volví loco, pero no presté atención así que seguí mi camino hasta mi casillero. llegué a mi casillero, lo abrí, saqué mis libros y al darme la vuelta pegué un pequeño salto del susto de encontrarme con un chico que estaba a punto de tocarme el hombro para pedirme indicaciones.

- Lo siento mucho, no era mi intención asustarte- me dijo algo confundido

Se notaba que era nuevo en la escuela, en los recesos observo la cara de todos y cada uno de los estudiantes de esta escuela, la de él no me era conocida.

- Tranquilo ¿Eres nuevo por aquí, no?- le pregunté mientras cerraba mi casillero

- Si, ¿me puedes acompañar a literatura? creo que me perdí

- Que suerte tienes, yo tambien voy para allá

Empecé a fijarme en él, tenía ojos verdes, pelo mono, un poco más alto que yo y un poco robusto "es hasta guapo" pensé. Notó que lo estaba viendo y bajé la mirada sonrojado y avergonzado, se rió. Llegamos a literatura y se sentó detrás mío. No presté atención en toda la clase, pensando en lo que sentía hablar con alguien diferente a mi padre o mi psiquiatra, sin la presión de pensar en depresión. Tampoco le presté atención al nuevo chico o a cualquier otra persona, mi pequeña sonrisa con el paso de las horas de desvanecía y volvía a mi oscuro mundo. Escuché la campana para el receso, no quería levantarme, me sentía muy cansado, después de todo, llorar me desgastó, solté un suspiro y me levanté, caminaba por el corredor sin rumbo alguno, perdí la noción del tiempo, cuando me di cuenta estaba al otro lado de la escuela, mis piernas estaban tan adoloridas que me senté en el piso, recosté mi espalda con los casilleros, levanté la mirada y cerré mis ojos. Es extraño, estoy en el corredor donde no hay nadie y no tengo ganas de llorar, ¿acaso estoy tan cansado que me da pereza llorar o me volví loco? ahí me di cuenta que yo siempre generaba preguntas y no respuestas.

- ¿Puedo sentarme ahí?- me susurró aquel chico nuevo

- ¿No deberías estar haciendo amigos?

- Eso estoy haciendo

Diario De Un Gay AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora