Espacios de calma

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Haciendo un recorrido por mi infancia, mi abuela me decía que las únicas personas que tengo que se quedarán conmigo toda la vida para confiarles mis secretos sin que me juzguen son mis padres, estaba segura que su hija estaba lo suficientemente bien educada por ella para que entienda que en este mundo todos pensamos distinto, tenemos gustos distintos, y, ahora solo me queda en mi cabeza esas palabras, por más de que tuviera la certeza de que mi madre me iba a apoyar en todo, la vida me la arrebató cuando no estaba listo para ello.

Curiosamente hoy estaba haciendo un día soleado, atractivo para salir con mis amigos (si los tuviera, claro), con el sol iluminando mi cara directamente mientras recorríamos la autopista a algún lugar de las afueras de la ciudad. A medida que se reproducía la lista de Spotify, Pat parecía que cada canción la cantara como la primera, su garganta no presentaba ningún signo se cansancio, lo admiraba en silencio. Saliendo de la ciudad se reprodujo una canción que no identifiqué, pero me parecía muy familiar, Patrick notó que mostré interés por esa canción, soltó una risa burlona suave y me preguntó:

- Te gustó? Se llama Somewere over the rainbow, es reconocida...

- No escucho mucho música

- Conmigo tendrás que acostumbrarte, jejeje

El resto de la tarde se incrustó la canción a mi mente, sabía que la había escuchado en algún lado, sin embargo, encontrar ese fragmento en mis recuerdos no dio resultado.

...

- Despierta, ya llegamos - dijo pat sacudiéndome suavemente el hombro

Al parecer me quedé dormido durante el camino, sentí que el trayecto fue muy largo, por suerte me dormí para dejar pasar el tiempo. Suavemente abriendo los ojos noto que las nubes están naranjas, la ciudad cubierta por una cobija de luz roja y los árboles sacudiéndose por las ráfagas de viento que pasan entre sus hojas, asemejándose a una lenta y romántica danza. No era específicamente el parque a la cima de la montaña donde todos los enamorados sueñan con ir, era el borde de la carretera en la montaña con vista a la cuidad con una pequeña e improvisada banca mirando al panorama.

- Yo la hice, si iba a pasar por acá más de una vez, por qué no hacer este un lugar cómodo?

No expresé ningúna respuesta, seguía dejándome rozar por el viento, moldeando mi ropa a mi cuerpo, despeinándome sin que le restara importancia. No tuve que preguntarle a Patrick por qué me trajo acá, solo pararte frente a esa banca te responde esa duda. Estar acá es despegarte a un nuevo libro, de otro género, de otro autor, subir una montaña y mirar desde ahí la cuidad, la pequeña ciudad, y con ella tu realidad, la que no ocupa ni la más pequeña parte de esa maqueta.

- ¿Por qué siento que eres tan grande cuando en realidad eres tan insignificante? - pregunté mirando al horizonte

- Tu eres el que quiere sentirlo así, te dejas llevar por esa pequeña cosa insignificante, cuando es mucho más fácil de lo que crees ir en contra de la corriente. - soltó él al cielo

"Aquellos que sufrieron y salieron adelante, son los que dan mejores consejos de vida" . Era algo que me repetía mi madre mientras secaba mis lágrimas de pequeño, dejándome la duda de quién quería ser, el que escucha? O el que promulga?

Entonces dijo eso después de salir adelante, pero, salir adelante de qué?
Hay una cicatriz en su corazón de la que ahora tengo que saber qué se la hizo y como la cicatrizó. Quiero ser el, quiero ser el que promulga, el que aconseja, sin embargo necesito levantarme, tomándolo a él como referencia.

- Ya lo entiendes? Este puede ser el lugar que le ponga pausa a tu vida, que el le dé un respiro cada vez que lo necesites, siéntete como en casa. Ya se hizo de noche, quieres que te lleve a casa?

- No, quiero quedarme aquí un rato más, después llamaré un taxi. Por cierto, gracias por traerme acá, es de mucha ayuda.

Dio media vuelta, se subió a su auto y lo único que escuchaba era el sonido del motor alejarse, me quedé sentado, pensando en blanco, buscando algo que no sé qué es y no estoy seguro si es algo que necesito, pero me sigo esforzando en encontrarlo.

- No necesitas seguir buscando algo sin pista de qué es - dijo ella, mi conciencia disfrazada de mi madre sentada al lado mio compartiendo el mismo asiento

- No pienso quedarme toda la vida con ese sentimiento de que algo falta, necesito encontrarlo.

- Vaya, no te estás dando por vencido, es un gran progreso, te felicito, hijo...

Preparado para darle las gracias, giro mi cabeza en dirección a ella y ya no está, esa corta charla se esfumó con la imagen de ella que recuerdo perfectamente. Era bajita, delgada, piel blanca, ojos negros, pelo castaño... mejor dicho, la sigo recordando como si fuera ayer la última vez que la vi. La caracterizaba su sentido del humor, su forma de socializar con personas nuevas, la inmensa capacidad de expresarse tan segura de si misma, era perfecta a mis ojos, a mis ojos, era todo.

Una vibración suave interrumpe mis vacíos pensamientos, es mi teléfono, me doy por contestar rápidamente, es mi padre, me pregunta de forma calmada y suave a qué hora llegaré a casa, después de todo siempre llego tarde, incluso hay días que ni siquiera llego a cenar, le expresé que llegaré a cenar, que no se preocupara y colgué. Recapacitando un poco, recordé lo que pensé en ese pasillo, ese miedo a la destrucción, al engaño y la mentira de personas que solo se aprovechan de mi, tal vez debería darle la oportunidad a esas personas, como Pat, que en un solo día de conocerlo, ya me siento seguro cuando estoy cerca a el, es nuevo, sabes? mis experiencias con gente nueva nunca me llevaron a este momento, a la paz, ni con mi familia siento eso recorriendo mi espalda.

Grito fuertemente al cielo "guíame", con la esperanza de que respondas y pueda sentir tu voz generada por el viento, no por mi conciencia, para reforzar mis recuerdos de ti, y tu dulce amor por mi. Me desplomo en el piso, atacándome a llorar, no hay momento que te piense sin que genere un vacío, ese frágil y pequeño cristal que se quebró y me volvió a dejar en el suelo como cada noche, inundándome de mi asquerosa vida allá abajo, tener estos cambios de sentimientos ya son tan repentinos y cotidianos que se volvió una costumbre, las lagrimas para mi son una vieja amiga que me visitan después del atardecer, sin falta.

Diario De Un Gay AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora