Baile

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En las grandes batallas humanas ha habido treguas que permiten a los soldados descansar, recuperarse o celebrar distintas festividades. Entre esas treguas la más conocida fue en la gran guerra y que por nombre se le puso la tregua de navidad, donde hasta bandos contrarios se permitieron compartir cigarros o un simple feliz navidad.

Los humanos no son los únicos en llevar a cabo esta clase de actos de buena fe, ángeles y demonios han trabajado en muchas ocasiones juntos, para derrotar a un enemigo en común (suelen ser ángeles o demonios renegados que van contra ambos bandos, pero lo más usual es que sean humanos a quienes deban detener y castigar) o aliviar las tensiones de ambos bandos.

Si en un ejército de humanos las tensiones son enormes y el odio hacia personas desconocidas que nada han hecho en concreto para ser odiados más que el servir a su nación, no es de extrañar que entre seres que son eternos y que se conocen bien entre ellos, la tensión es milenaria y tan densa que casi podría ser tocada sin esfuerzo alguno.

Durante el reinado de las reinas más prolificas y durareras en el trono, muchos ángeles de distintas esferas y varios demonios de distintos grafos se concentraron en esta Corte, así como en los pueblos cercanos, enemigos tan íntimos demasiado cercanos.

Por lo que se provocaron varias disputas que se llevaron por delante a humanos que sólo habían estado en un mal lugar en el día equivocado.

Las autoridades de ambos bandos estaban hartas de los desastres que se hacían por igual, así que cada uno mandó a un representante que evitará una suerte de apocalipsis a la que le faltaban aún muchos años para realmente ocurrir.

Crawley que en esos momentos se hacía llamar Crowley... Sir Crowley, se acercó al líder de su bando, con interesante propuesta; que sea bien dicho no era sólo idea de él, si no de un ángel que siempre le ayudaba aunque siempre negara hacerlo, pues aquello era fraternizar con el enemigo.

La idea era vino, comida (había en ambos lados quienes no podían resistir los alimentos humanos), un enorme salón y música... La gran idea era una fiesta donde todos bebieran y bailará, así olvidarian por al menos un día... Si se podía mas, aquellas rencillas que terminaría por llevarles cuanto menos a una nueva época de oscurantismo.

Tardó Crowley en convencer a aquel líder, después ese líder tardó su bien rato en convencer al líder del bando contrario, pero lo realmente difícil fue convencer a quienes estaban al pie de la batalla, así que tanto Aziraphael como Crowley tuvieron que ir uno a uno de estos convenciendoles y tentandoles, con un descanso que ellos jamás se daban.

A quien convencieron fácil fueron a las autoridades de un castillo que la reina no estaba habitando, como ninguno de sus favoritos, así que ahí fue donde se organizó todo y llegando la noche del tan esperado evento, comenzaron a llegar ángeles con habituales colores blancos con brocados de oro en sus vestidos y trajes, los encajes abundaban.

Mientras que en el caso de los demonios que hicieron un esfuerzo para no ser vistos con las cicatrices de la caída y de lucir tan limpios... Más que muchos humanos en esa época se les debe de reconocer, sus trajes eran en su mayoría negros con vivos rojos, con brocados de plata que resaltaban entre sus ropas; con la música parte de un grupo de humanos muy bien engañados con que aquel baile era una de las tantas excentridades de la corona, además la paga callaria a todo el pueblo su así fuera necesario.

Fueron entrando uno a uno y los colores permanecían en lugares, desesperado Crowley por evitar el fracaso de uno de los que quizá era uno de sus planes más ambiciosos, tomó el mando y se levantó atravesando el salón hacia el lado de los Ángeles y le ofreció la mano a una de ellos que dudo mucho en poner la propia mano sobre la ajena, cuando al fin lo hizo, la llevó tan calmado pudo y con ella abrió el baile, quizá el punto más llamativo fue cuando la alzó por la cintura y la bajó de manera grácil, se escucho un silencio más de asombro que de desaprobación, aunque si hubo un ángel que soltó un suave sonido de queja.

Si bien es cierto que los ángeles no saben bailar y los demonios lo hacen muy mal, pero aquellos bailes eran una secuencia de pasos que hasta el menos diestro podía simular seguir.

Cuando menos acordaron el baile estaba ya en grande, con los bandos mezclados entre si, aquello se convirtió en un baile realmente digno de la realeza, el alcohol deshinibio a todos los presentes, vestidos y trajes sin importar el color bailaban unos con otros, había trajes con trajes y vestidos con vestidos, en ocasiones más de un par de ellos; al final de un par de noches, todos comenzaron a retirarse, estaban cansados como hace años, siglos y milenios no se sentían.

Aún cuando nadie se fue de aquel reino, ya no había los choques anteriores, ya ni había la tensión de guerra, sólo trabajó por ambas partes, aunque también se debe decir que ahí hubo mucho más que baile, entre enemigos no sólo comenzó a existir la alianza de Crowley y Aziraphael, había pequeños tratos de ambos bandos y algo más que tratos... Beneficiosos para ambas partes.

En alguna parte de una de las noches ángel y demonio que bien conocemos se atrevieron a bailar juntos. Ya podía sentirse en el aire a su alrededor cierto sentimiento que después alguno confundiria con él amor a una ciudad.



Fictober 2019 Good omensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora