Prólogo

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¿Alguna vez te has sentido miserable? ¿Alguna vez has sentido que no tiene sentido alguno estar vivo? ¿Que dios es injusto por la vida que nos toca? Así es, eso mismo siento yo.

Siento que no tengo razón para seguir viviendo. Traté de...todas las maneras posibles por acabar con mi vida, pero no pude. Porque tengo la esperanza aún, de que yo tengo un propósito. Aunque no lo quiera admitir, muy en el fondo de mi interior sé que algún día me sentiré feliz.

Odio presentarme, así que mediante mi historia van a descubrir quién soy. No me importa que piensen de mí. Soy egoísta, lo sé y muy reservado. La vida me hizo ser así, las cosas por las que tuve que atravesar.

No quiero que nadie me ayude porque sé que puedo solo. No necesito la lastima de nadie. Todos estos años me crié solo, desde los 6 años. Me escapaba de los refugios de adopción, no quería tener otras familias. Los de acogida no me entendían, solo yo entendía lo que sucedía conmigo.

Mis padres, murieron en un accidente de avión yo tuve la suerte de no viajar con ellos. Mis tíos, no querían hacerse cargo de mí y mis abuelos fallecieron al poco tiempo. No tenía a nadie, salvo a mí mismo.

—¡Hey! ¡Luke!—me giré sobre mis pies. Carl estaba a lo lejos, saludándome con el brazo hacia arriba.

Se acercó trotando.—Hola Carl.

—¿Qué haces por aquí, hermano?—dijo pasando un brazo por mis hombros.

Carl es mi mejor amigo desde que tengo memoria. Lo conocí a los 14 años, fue mi hermano de acogida. Nos llevamos muy bien, siempre fue así. Me ayudó en todo, hasta a veces me da dinero para ayudarme con la renta de mi departamento.

—¿Sabes..?—lo observé de soslayo.—Mamá me pregunto por ti, realmente quiere que vuelvas.

Me alejé bruscamente.—Ya te dije que no voy a volver.—dije tajante.

—Pero...

—No voy a volver y punto Carl.—contesté de espaldas.

Apreté mis puños. Los recuerdos de ellos me invadieron como la lluvia que caía del cielo. Realmente los extrañaba, pero no puedo volver. No soy lo suficiente bueno para ellos. Como dije, no recibo ayuda de nadie porque puedo solo.

—Sabes que si no vuelves a casa te van a buscar los de recursos sociales.—sentí sus pisadas acercándose.

—Cumplo 18 en seis meses...

—Lo sé.—dijo interrumpiéndome, cosa que odiaba.—Pero queremos que te quedes, no solo hasta tus 18 Luke.

El cuerpo me vibró, y el pecho se me oprimió. ¿Enserio querían que fuera parte de su familia?

—Eres un Higgins, siempre lo fuiste.—me giré bruscamente, apreté mi mandíbula.

—¡Yo no soy nadie Carl!—grité.—¡Jamás perteneceré a tu familia! ¡¿Acaso aún no lo has entendido?!

Carl bajo la mirada, dolido por lo que le dije. No me arrepentí, porque es verdad. Jamás seré un Higgins.

—Bien.—contesto seco.—Sabes que siempre tendrás la puerta abierta.

Baje la vista al suelo. Oí las pisadas de Carl alejándose. Como dije anteriormente, no necesito la ayuda de nadie, puedo solo.

Estaba de camino a mi casa cuando divisé un coche negro estacionado enfrente de la puerta. Me puse la capucha negra y caminé con pasos rápidos para que las personas no me noten, sin embargo lo hicieron. Encendieron los faroles del auto y comencé a correr, a toda velocidad, sin mirar atrás.

•In Danger•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora