Prólogo

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Estaba en un hospital. Mis quemaduras no sanaban, y me dolían mucho. Tal vez sobreviví la guerra de las dos aliados y Deamhan. Pero quizás no sobreviva a esta. Quizás. 

Escucho voces.  De seguro estoy alucinando. 

3 en especifico, Celso y Grechell estaban ahí. Y de seguro la doctora también. Sus voces, se escuchaban nerviosas y asustadas. Mi mejor amiga y mi mejor amigo estaban ahí. Eso era un consuelo. Mis padres no estaban ahí para verme morir. Claro, ellos no saben que estaba ahí. Claro que no sabían que perseguí a Grechell por la Piedra de Leute, y termine en una dimensión ajena a casa.  Ajena a mi hogar.

— ¿Estará bien?— Grechell estaba cansada. Miré de reojo a mi amiga. Ni pensar que hace unos minutos estábamos enojadas. Antes del incendió. Todo en mi vida tiene que ver con un incendió. Suspiré, no saldré ilesa de esta.  

— ¿Rosa?¿¡Sigues viva!?— Celso, Celso estaba ahí. Mi corazón se aceleró. Solo un poco, pero odio que mi corazón se aceleré. Así no soy yo. Así no soy yo. Así no soy yo. Así no seré yo.

Volteé a verlo. Sus ojos verdes me absorbieron. Sus manos estaban temblando. Volteé a ver a Grechell, mi corazón se endureció. Después de todo, Grechell ama a Celso, y no puedo nada. Más que ser su amiga. Más que morir. 

Ya cumplí mi misión. Encontré a los guardianes Cahaya. Destruí el reinado de Deamhan. Regresé a casa, con todos los guerreros, la guerra de Oru y Pocity terminó para que sean aliados. Regresaron los imperios de Leute y Alam kehidupan. El mundo terminó en paz. Pero la piedra de Leute estaba desprotegida. Grechell la tuvo que robar. Y llegar aquí. Pues bueno, no es la forma más normal, para que una "princesa" muera. Con un poco de suerte, todo estará tranquilo. Después de morir.

Si, ya acepte mi destino. Pero no sabía si lo que estaba siendo era ser cobarde. Sin fortaleza. Una gran muestra de debilidad. Acepté mi destino, aunque en el fondo, no quería. 

— Rosa... Rosa...¿Rosa?¡Rosa!¡Rosa!¡Rosa!- Celso me agarró la mano, se dio cuenta, todos se dieron cuenta, no duraría mucho tiempo. Que no iba a sobrevivir.

— Dalia...- Grechell, solo podía verme morir. No había escuchado mi segundo nombre, desde hace una eternidad. 

— ¡Rosa!¡Rosa!¡Rosa!¡NAYZETH!— Ahí, les faltaba que gritaran mi nombre completo a los cuatro vientos. Más bien, su nombre completo. Mire por última vez a Celso. Yo no podía hacer nada, lo nuestro sería imposible. ¿Por qué mi mejor amiga se enamoro de él?¿Por qué me enamoré de él? Eso no tenía sentido.  Aun así, no me avergüenzo de haber estado enamorada de él...

— Celso, yo...- Intenté alcanzarlo, pero... No pude, un repentino dolor de cabeza me azotó. Y no pude abrir los ojos. Cuando me dí cuenta, ya estaba muerta. O al menos, mi subconsciente me dijo eso. Me decía eso. Y me lo creí.

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¿Cómo llegué aquí?

Rosa: La líderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora