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[__] se agarraba a la cintura de Sam como si su vida dependiera de ello. Sus preciosos ojos [c/o] se hallaban cerrados con fuerza con temor al abrirlos.
Solo era capaz de sentir la brisa correr por su cabello y la calidez del cuerpo de Sam pegado con el de ella.

Trató de restarle importancia, no quería que la sangre volviera de nuevo a sus mejillas y si así sucedía, al menos Sam no lo vería.

—¿Cómo andas por ahí detrás?

Hablando del rey de Roma.

Su voz sonó lo bastante clara y alta para que ella le oyera por encima de aquel sonido del motor. Se vio obligada a tener que abrir sus ojos, lentamente, realizó la acción, para observar los edificios que pasaban con rapidez, las farolas iluminando el entorno, permitiendo que tomara nota de lo que veía.

Le fue incapaz reconocer por donde iban.
Es lo malo de criarse en un Orfanato, todo el exterior era un misterio para ella y esperaba al día en el que saliera para observar lo que se estaba perdiendo, estando algo celosa de Sam, que era libre para explorar cada centímetro de la ciudad si su tiempo le permitiera.

Sam le había hecho una pregunta, por lo que elevó su rostro para tomar nota de que podía ver por encima del hombro de él y ver en la dirección por la que iban.

Aunque lo que más le llamó la atención fue las pequitas que se asomaban por su cuello y cerca de las mejillas. Si pudiera, se tomaría el tiempo en contarlas a la vez que pasaba su delicada mano por encima de ellas.

Su cabello castaño, ahora en un estado algo más desordenado de lo que ya era por culpa de la brisa. Aumentando sus ganas de pasar una mano por sus mechones. [__] negó mentalmente apartando aquella idea de su cabeza.

—He estado mejor. –respondió ella en el mismo tono, esperando que Sam no se tomara mal su respuesta, pero le escuchó soltar una risa.

—No te preocupes, ya estamos cerca. 

Viendo la sonrisa asomarse por su rostro lo que hizo que ella se calmara. Le dedicó una leve sonrisa aunque no la viera y se relajó apoyando suavemente su cabeza sobre su espalda, tomando vista de nuevo de las luces pasar y la brisa de Boston golpeándole en el rostro con suavidad.

Aunque no lo pareciera, [__] sentía que la curiosidad crecía en su interior.
Siempre quiso saber que había más allá del Orfanato y con el chico a su lado estaría dispuesta a correr cualquier peligro. Además, esto implicaría que tendría oportunidad de conocer más a Sam y pasar algo más de tiempo con él aparte de estar leyendo libros cada noche.

Pasados unos minutos, [__] se daba cuenta de que la velocidad de la moto iba disminuyendo, hasta pararse en seco. Abrió sus [c/o] ojos ya que los mantuvo cerrados durante todo el trayecto, tratando de captar el aroma de cigarrillos y menta de su chaqueta de mezclilla.

—He aquí nuestro destino. –comentó Sam con una sonrisa. —Pensé que sería genial traerte aquí, aunque no haya mucho que hacer.

[__] miró el entorno, siendo atraída por el escenario de luces que componía la ciudad de Boston, era todo un espectáculo del que no podía quitar la vista de encima. Bajándose de la moto con cuidado, no dejaba de mirar el escenario, haciendo que sus ojos brillaran de asombro.

Sam imitó sus acciones y se bajó de la moto, acercándose a su lado con una clara sonrisa vencedora, disfrutando de la reacción de la chica.

—Es… Es increíble Sam. –dijo ella con una dulce sonrisa, mirándole. —Es más de lo que deseaba, sin duda jamás hubiera pensado que me traerías aquí, ¿por qué?

—Bueno, que podría decir... –contestó él pasando una mano por su nuca. —Es sólo un sitio para despejar la mente del Orfanato, he oído que las monjas están más estrictas desde que me echaron. –rió.

—No te ha tocado la Hermana Murielle, con nosotras es una mala bruja, Dios...

—¿Nunca te han dicho que no menciones a Dios en vano?

[__] le miró de reojo con una de sus cejas arqueadas y ambos estarallaron a carcajadas. 

Tras unos segundos tratando de detener las risas, se calmaron y se quedaron mirando a los ojos de cada uno. Los [c/o] ojos de [__] se conectaron con los de Sam y las sonrisas no cayeron de sus rostros aún así de haber parado de reír.

Otra vez venía aquella sensación en su estómago que [__] trataba de ignorar con todas sus fuerzas, pero cada vez que miraba a Sam, aparecía. No iba a negar que era placentero y enviaba calidez por todo su cuerpo. Más de una vez se preguntaba si Sam sentía lo mismo que ella en ese momento, pero tampoco le iba a preguntar, ni mucho menos contarle.

Desvió su mirada hacia la ciudad, pensando que era suficiente el mirarse a los ojos, lo que encontró algo incómodo, por lo que se maldijo a sí misma. Tenía la sensación de que él también había encontrado la situación algo incómoda, pero cuando le miró por el rabillo del ojo, vio que él sacaba un paquete de cigarrillos de su bolsillo con una sonrisa en sus labios.

—¿Quieres probar?

[__] le miró de nuevo a los ojos, para luego mirar el cigarrillo de entre sus dedos.

Se encogió de hombros y tomó el cigarrillo de entre sus dedos, él alargó su brazo para encenderlo con su mechero y acto seguido, la chica se lo llevó a sus labios. Tan pronto como tomó una calada, empezó a toser fuertemente, sintiendo que sus pulmones y garganta ardían.
Con un movimiento, le dio de vuelta el cigarrillo a Sam mientras que éste le daba palmadas en la espalda.

—¿Estás bien? –preguntó. —Esa calada ha sido algo fuerte para ser tu primera vez, [__].

—Hay primera vez para todo. –soltó una risa a la vez que seguía tosiendo.

—Recuerdame por ahora que no hagas todo lo que yo hago. –rió. —También va para Nathan.

—Trato hecho Morgan.

Después de aquel momento, ambos chicos se sentaron en el suelo ante las preciosas vistas y empezaron a hablar. Tanto Sam contando historias de piratas entre otras cosas, como [__] contando algunos recuerdos o momentos graciosos en el Orfanato; cómo podían ser bromas pesadas a algunas monjas.

Sam no paraba de reír con ella.

[__] habló. Quería conocer más a Sam Morgan, quería saber más de él aparte de las historias y chistes sobre piratas. Por una parte temía preguntarle, porque no quería entrometerse en su vida pasada, pero ahora que abrió su boca, no había vuelta atrás.

—¿Por qué no me hablas un poco de ti, Sam? –dijo ella. —Yo también te hablaré de mí, aunque no tienes que–

—Soy como un libro abierto, [__]. –la miró amablemente. —Te contaré todo lo que quieras saber pero a cambio, además de contarme sobre ti, me debes un paquete de cigarrillos.

—¿Cómo? –ella lo miró incrédula, él sonrió divertido. —¿Dónde se supone que sacaré eso qué tú quieres?

—La Hermana Marianne guarda uno en un cajón de su escritorio. –le guiñó un ojo. —Así es cómo comencé, encontrando un paquete cuando lo que trataba yo de buscar era mi expediente para tachar no se qué. –rió de nuevo, ella negó con la cabeza tratando de evitar reír con él.

—Bien, bien, lo que tú pidas, aunque no te prometo nada.

—¿Entonces de qué sirven las promesas?

[__] le sonrió y Sam comenzó a contarle todo, a lo que ella se dispuso a escucharle con toda su atención, con su mirada yendo desde sus ojos hasta donde sus labios se movían.

De nuevo, aquella sensación.

  
  
  
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Vaya, si que me ha costado hacer esta parte, pero lo hecho, hecho está, y creo que la siguiente será la última. :)

Por cierto, estoy trabajando en una historia dedicada también a Sam después de todo lo que pasó en Uncharted 4, no sé si la publicaré, pero aún estoy en ello. Nada más. 

Gracias por leer si has llegado hasta aquí ^^.

-m.

Something just like this » young! Sam Drake x lectora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora