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[__] se daba cuenta de cómo el tono de Sam iba disminuyendo cuando hablaba de su madre. Empezó contando maravillas de ella, más bien de lo que lograba recordar, los buenos momentos, hasta que enfermó. Sobre todo evitaba a toda costa hablar de su padre, y lo pudo reconocer por el tono brusco que usaba y la palabra "cabronazo" para apodarle.

Ella deslizó su mano hacia el hombro de Sam, haciéndole saber que no debía de seguir contándole si no quería, que ella estaba ahí. El ceño fruncido que se cruzaba en la cara de chico se suavizó cuando le dirigió la mirada.

—No tienes por qué seguir Sam, entiendo cómo te sientes. –comentó ella en un tono suave, casi un susurro.

Sam le dedicó una mueca y asintió levemente. Él sabía que no le estaba forzando a seguir contando momentos de su vida hasta haber acabado en el Orfanato con Nathan.

Un silencio se acomodó entre ambos. La mano de [__] dejó de compartir tacto con el hombro de Sam y se la llevó hasta alrededor de sus rodillas, acomodando su cabeza encima de ellas y tomar vista de la ciudad de Boston.
Pensó que sería mejor dejarle un poco de espacio y tiempo, porque sabía que fue duro para él contarle todo aquello.

Cuando a [__] le parecía el mejor momento, ella habló.

—Yo también perdí a mi madre, ¿sabes?

Aunque no le había dirigido la mirada y sus ojos aún estaban clavados al frente, pudo sentir la mirada de Sam quemándole la piel, no quería mirarle a los ojos porque no podía.

—No es que recuerde mucho de ella, era muy pequeña cuando pasó. Todo lo que sé es que yo era una molestia para mi padre, por eso acabé en este Orfanato de mierda.

—No... ¿No compartes algún recuerdo qué sea... especial o algo?

La voz de Sam era suave, casi parecida a la brisa de la ciudad. Era como si temiera herirla con aquella pregunta. [__] lo notó y por eso una pequeña y tímida sonrisa se cruzó en sus labios, aunque se borró tan rápido como los recuerdos invadieron su mente.

Soltó un gran suspiro y le miró a los ojos.

—Con mi madre, ninguno que yo recuerde. Pero seguramente compartí con ella los mejores momentos hasta el día de su muerte. Pero con mi padre... fueron los peores. 

Sam se rascó la nuca nerviosamente, sin saber muy bien que decir, pero pensó que lo mejor sería guardar silencio. Levantó su mirada de nuevo hacia ella, queriendo decir algo, aunque fuera la mínima cosa. Le sabía amargo no decirle ni un mísero 'lo siento', o un 'todo irá bien', o algo parecido a lo que ella le había dicho anteriormente. 

Pero veía que a [__] no le parecía molestarle y lo dejó estar. 

Los ojos de Sam se clavaron en el perfil de la joven, se fijó en como sus [c/o] ojos brillaban por culpa de las luces de la ciudad, las largas pestañas revoloteando como si fueran unas alas de mariposa cada vez que ella pestañeaba, su pequeña nariz y aquellos labios rosados que ahora le llamaban la atención. El corazón de Sam dio un leve vuelco al no poder apartar la vista de los labios de [__].

Tenía claro una cosa, y es que le parecía una locura sentirse así al lado de [__]. Ni con Crystal era capaz de sentir unas tremendas ganas de besarla ahí mismo y en ese momento.

No es que tuvieran la peor relación de todo Boston, pero tampoco la mejor, de vez en cuando estaba bien con ella y otras veces no, sobre todo cuando a él le tocaba trabajar.

—¿Sam?, ¿te he perdido por ahí?

Sam pestañeó un par de veces de vuelta a la realidad y se fijó de nuevo en [__] agitando su mano por delante de su rostro tratando de llamar su atención, mientras una sonrisa juguetona se asomaba por sus rosados labios, de los cuales se había quedado embobado mirándolos. 

—P-perdón, ¿has dicho algo? –preguntó él con un leve calor asomándose por sus mejillas, de vergüenza.

—Me estabas mirando y te he preguntado que si ocurría algo. ¿Pensabas en algo?

—No, de nada de que preocuparse. –sonrió a penas, ocultando su mentira, aunque rápidamente añadió otro comentario. —He traído una cosa, espera un segundo.

[__] elevó sus cejas algo sorprendida y curiosa a la vez, girando su cuerpo levemente, observaba los movimientos de Sam acercándose a su moto, para ser más exactos a su azul mochila que llevaba a todos lados, y de ella le vio sacar una cámara polaroid.

Hasta que él no se acercó de nuevo a su lado, no pudo notar lo vieja y rasguñada que se encontraba la cámara, pero no le tomó importancia porque lo verdadero bonito sería en cómo sacaría las fotos.

—[__] [___], ¿me permites el honor de sacarme una foto contigo? –preguntó en un tono apacible haciendo que la joven sonriera radiante.

—¿Como voy a negarme? –rió ella. —Trata de no cerrar los ojos en cuanto la saques. Quiero quedármela para el recuerdo.

Sam rodó sus ojos y [__] se acercó más a él, sintiendo el calor emitiendo de su cuerpo. Apoyó una de sus delicadas manos en el hombro de él, mientras miraba sonriente al objetivo de la cámara que Sam sostenía en alto, él también sonreía, preparado para retener ese momento. El leve sonido de la cámara indicó que ya se había sacado y en cuestión de segundos, una fotografía en negro salía de ella. 

[__] alargó sus delicados dedos para agarrar la fotografía y empezar a sacudirla para poder revelar la foto, aún apoyada en el hombro de Sam. No sintiendo la mirada de él en ella porque estaba totalmente concentrada en revelar la imagen.

—Si que cuesta conseguir sacar la imagen de–

Para cuando [__] dirigió su mirada hacia Sam se dio cuenta de que sus miradas estaban tan cerca de la una y de la otra, a centímetros. Sus ojos se conectaron instantáneamente, tal y como fueran imanes siendo atraídos. La chica se quedó admirando más de cerca las pequeñas pequitas en los pómulos de Sam, por fin tachando de su lista el poder verlas más de cerca algún día.

También se dio cuenta de que sus ojos brillaban con intensidad, ¿acaso era culpa de las luces?, tampoco sabría como responder, porque no era capaz de abrir sus labios para soltar cualquier palabra o sonido. Trataba de contener su aliento, esperando a que Sam dijera o hiciera algo.

Como si leyera sus pensamientos, Sam se acercó más a su rostro, cortando la distancia en un pequeño beso.

Era dulce, a pesar del sabor del cigarrillo reciente pero aún así, Sam trataba de ser suave, casi como si tuviera miedo de espantarla o hacerla daño. Por eso se ayudaba con una mano libre llevándola hasta la mejilla de [__], sintiendo la piel arder levemente bajo su palma.

Fue como un espectáculo de fuegos artificiales.

Vale, eso suena bastante cliché, pero es innegable no poder afirmar que todos alguna vez nos hemos sentido así. La capacidad que tiene el cuerpo humano de reaccionar de semejante forma, que tenemos la costumbre de relacionarlo todo con algo bonito. Que por muy cliché que suene, sabemos que es verdad, que nadie nos quita esa sensación.

Pero todo lo que empieza tiene un fin.

Sam se separó de [__] aún con la sensación de los labios en los suyos, sintiéndose culpable.

Demasiado culpable.

Toda sensación agradable salió de su cuerpo cuándo volvió a mirarla a los ojos. No sólo se sentía culpable de haberla besado sin permiso, y él quería que así fuera. Quería ir despacio, porque en su mente ya no estaba Crystal, en estos momentos, en semanas, su mente sólo pensaba en [__]. Pero después de enterarse de aquello, sabría que de todos modos, ella terminaría sabiéndolo.

—[__]... Te tengo que contar algo. –dijo él, casi en murmullo, después de varios segundos en silencio.

—¿Q-qué es?, ¿ocurre a-algo? –[__] sonaba preocupada, cómo si se sintiera culpable de haber hecho algo mal.

—Yo... He conseguido otro trabajo, ¿sabes?

—¡Eso es fantástico Sam!, pero... ¿a qué viene eso ahora?

Ahí viene, el gran estallido final del último fuego artificial que fue directo al cielo.

Me tendré que ir de la ciudad un año.

Something just like this » young! Sam Drake x lectora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora