Unas órbitas marrones bajaron casi de inmediato al cegarse por un destello níveo.
Los latidos de mi corazón se aceleraron y mi cerebro no supo cómo reaccionar a su mirada indiferente.
¿Debería saludarla?
"Hola, ¿que tal? Soy Josh. Em, me gustan los cordones de tus zapatillas".Antes de que pudiera descartar la lastimosa idea que se me había ocurrido, ella rodeó los ojos y se dio la vuelta.
Observé cómo se alejaba por la calle desolada, completando el silencio con su cabello verde.