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Lucia Uckermann

Patricia Uckermann

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Patricia Uckermann

Roberto Villarroel

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Roberto Villarroel

Tenia que ser una alucinación, hoy era su boda ¡Por el amor a Dios! , no era momento para sueños

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Tenia que ser una alucinación, hoy era su boda ¡Por el amor a Dios! , no era momento para sueños... Su visión se oscureció, no podía ser cierto lo que estaba viendo. Mi mente no estaba funcionando con sensatez.

Dos hombres se encaminaron hacia ella para sacarla del lugar, pero mi temor a que desapareciera, y no volver a ver nunca más esa visión tan real, tan palpable, me hizo salir de esa parálisis mental en la que me encontraba, hice señas para que se detuvieran y no intentaran nada.

Era mi voz la que escuche a continuación pero no se ni como salio, creía que la había perdido con solo ver ese deslumbramiento.

Di dos pasos.

¿Dulce?—susurre.

Me pase los manos por los ojos, quería recuperar mi sentido de normalidad y realidad, pero ella seguía allí, su sueño era muy real ¡maldit*a se*a!

-¿Dulce? —repiti, está vez más alto.

- Sí —respondió ella, con su voz suave y melódica que me había perseguido en sueños y encaprichado la memoria durante muchos meses después de que ella...

—Dulce— ¿esa era mi voz? me sentía tan fuera de si, mi corazón se quería salir,- pero si estas muerta.

-No, no Mori

¿La oí de nuevo?, ¡SI, SI! es su maravillosa voz.

No existía nadie más que nosotros dos, solo yo y ella. Me aferre a la visión. ¿Estaba allí? No quería dejarla ir. Otra vez no. No dejaría que se fuera otra vez.

Di otro paso hacia delante pero el sacerdote tosió y cuando reaccione, fue que me di cuenta del lugar, las personas y el evento del porque estaba allí, el día de mi boda, con Dulce frente a mi, entre mi novia y yo.

-Christopher—dijo el sacerdote- ¿conoces a esta chica? ¿Quieres que se la lleven para así proceder con la ceremonia?

Que si la conocía? Por su puesto que si. ¿Llevársela? ¡JAMAS!

-Sí, la conozco —dije con voz cortada de la emoción, aunque era plenamente consciente de que cada uno de los invitados a la boda estaba pendiente de mis palabras y me oía con claridad—. Es mi esposa.

En un primer momento el lugar quedo en silencio total pero pasado ese momento, hubo un aumento de ruidos, de voces que murmuraban el comentario que acaba de realizar. Mi madre se había puesto de pie.

-Christopher —dijo mi madre, con voz temblorosa—. ¿Qué es esto? ¿Quién es esta mujer?

[*]

Desde el otro lado de la iglesia había un persona que venia todo desde cierta distancia, tenia los ojos desorbitado, por lo que presenciaba ¿de nuevo ella allí? ¿No era que había…?

[*]

- Esta boda no puede seguir adelante,  Christopher acaba de reconocer que esta mujer es su esposa.- señalo el sacerdote

- !Por Dios Hijo¡, explica de una buena vez que es lo que sucede- dijo mi madre-

—Me casé con Dulce hace casi dos años en Paris—dije, sin apartar los ojos ni un momento de ella. —. La vi Morir cuando aún no habían pasado ni veinticuatro horas de nuestra boda. Estuve junto a su cuerpo; estabas muerta Dulce. Y entonces recibí el golpe en la cabeza… - me ahogue de miedo de recordar ese espantoso momento-

Todos sabían que durante más de un mes antes de su regreso a México, había estado ingresado en un hospital de Paris, con una herida en la cabeza recibida por un techado que se derrumbo, cuando estaba tratando de ayudar a una persona en el incendio ocurrido en hotel Royal Tor de Paris. La amnesia, el persistente mareo y los dolores de cabeza lo mantuvieron durante meses en cama.
Pero nadie había sabido nada de un matrimonio.

Hasta ahora.

-es una locura – escuche decir a mi madre-

Se oyó un gemido ahogado al fondo de la iglesia y los que se volvieron a mirar vieron a Alexandra, allí de pie, la cara tan pálida y con sus manos apretaba con fuerza su traje con puños cerrados.

Cuando la divise y logre mirarla a los ojos, Su cara estaba empatada de lágrimas, en sus labios había una sonrisa de amargura y dolores por venir.

Ella al mirarme término de recoger la cola del vestido y se dio media vuelta para salir corriendo, seguida de cerca por mi hermana lucia. La puerta hizo un ruido fatal al trancarse

-Lo siento —dijo Dulce—. Lo siento muchísimo. No estaba muerta.

levante mis manos, con las palmas hacia arriba, para callar asi los murmullos

-Les pido perdón, a todos —dije—, pero está claro que no es un asunto para airearlo en público.Entretanto, es evidente que esta mañana aquí no habrá ninguna boda. Les invito a regresar a la casa a desayunar.

-

Baje los brazos y me dirigi al pasillo, y le tendí la mano derecha a Dulce. Sin apartar mis ojos de los de ella.

-Dulce— le dije—, ven.

La cogi de la mano con fuerza. Sin apenas cambiar el paso que había decidido escoger, continúe  mi camino hacia la salida, con ella a mi lado.

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