tu y yo aquí, ahora.

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EN 1996, menos de la mitad de los alumnos de enseñanza secundaria de Estados Unidos habían

usado internet alguna vez.

Facebook no se inventaría hasta varios años después.

Emma y Josh están a punto de iniciar la sesión de su futuro.

DOMINGO

1://EMMA

HOY no puedo romper con Graham, aunque les dije a mis amigos que lo haría la siguiente vez que

lo viera. Por eso estoy escondida en mi habitación, instalando el ordenador nuevo mientras él juega

con su Ultimate Frisbee en el parque del otro lado de la calle.

Mi padre me envió este ordenador porque se sentía culpable, otra vez. El verano pasado, antes de

que él y mi madrastra se mudaran de Pensilvania a Florida, me regaló las llaves de su viejo Honda y

empezó su nueva vida. Como acaban de tener su primera hija, me han regalado este ordenador

portátil con Windows 95 y monitor a color.

Voy avanzando por distintos salvapantallas cuando alguien llama al timbre. Dejo que vaya a abrir

mi madre, porque todavía no me he decidido entre un laberinto de muros de ladrillo en movimiento y

una red de cañerías. Por suerte quien está en la puerta no es Graham.

-¡Emma! -dice mamá en voz alta-. Es Josh.

¡Menuda sorpresa! Josh Templeton vive en la casa de al lado, y de pequeños nos pasábamos el

día corriendo de un lado al otro. Acampábamos en el jardín, construíamos fuertes, y los sábados por

la mañana él venía con su cuenco de cereales y se sentaba conmigo en el sofá a ver dibujos

animados. Incluso cuando ya íbamos al instituto salíamos juntos. Sin embargo, en noviembre, las

cosas cambiaron. Ahora seguimos almorzando con nuestro pequeño grupo de amigos, pero hace seis

meses que no viene a casa.

Selecciono el salvapantallas de los muros de ladrillo y bajo. Josh está en el porche, dando

golpecitos en el marco de la puerta con la punta descosida de su zapatilla deportiva. Va un curso por

detrás de mí, es decir, está en primero. Sigue teniendo el pelo lacio y largo, rubio rojizo y sonríe con

timidez, como siempre, aunque este año ha crecido trece centímetros.

Veo que el coche de mi madre sale marcha atrás por el camino de entrada. Mamá toca el claxon y

se despide con la mano antes de incorporarse a la calzada.

-Tu madre dice que no has salido de tu habitación en todo el día -dice Josh.

-Estoy instalando el ordenador -respondo, evitando el tema de Graham-. Está bastante bien.

-Si tu madrastra vuelve a quedarse embarazada, dile a tu padre que te compre un móvil.

-Sí, claro.

Hasta noviembre, Josh y yo nunca nos habríamos quedado plantados incómodamente en el

umbral. Mamá le habría invitado a entrar, y él habría subido directamente a mi habitación.

-Mi madre quería que te trajera esto -dice Josh con un CD en la mano-. America Online te

regala cien horas gratis si lo contratas. Llegó por correo la semana pasada.

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