Ella.

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Sus cabellos dorados fueron cayendo
poco a poco
dejando,
que ella piense que había dejado
de ser Rapunzel.

Sus tardes de diversión con sus amigos
se reducieron a cuentos y gelatina sin azúcar.

Pasó de dibujar arcoiris
con nubes celestes y cielos blancos,
a rellenar con crayones partidos a la mitad
las revistas que la señora de blanco le daba.

Pero nunca dejó de sonreir.

No dejó de hacerlo
cuando sus manitas se volvieron
más delgadas y sus
ganas de jugar
cesaron.

Tampoco dejó de dar gracias
por un día más de vida
cuando terminaba de leerle
La Bella Durmiente.

Y abrazaba con fuerza su cocodrilo de peluche cuando los dolores eran insoportables.

Aún así en ese estado,
aún ella estando destrozada,
secaba todas y cada una
de las lágrimas de mamá. 

[In]dolent Poesie. #ConcursoUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora