Capítulo 10: Alteración genética

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Por la mañana, lo primero que hice fue darle un dulce besito en la frente a Gaara, que seguía dormido, y lo segundo irme al baño. 

Lavándome las manos, alcé la vista y entrecerré los ojos. Tenía mala cara, y cuando me giré para salir de allí y volver a la habitación, me quedé colgando de la puerta con una mano, agarrándome el vientre con dolor. Tuve que volver a entrar a vomitar, y mis sollozos llamaron la atención de alguien en el pasillo. 

Tocaron a la puerta suavemente y una voz preocupada y mayor supo enseguida quién era yo en cuanto me oyó la voz.

- ¿Qué te pasa, Akira?- preguntó Chiyo, la ninja médico de la Arena. 

- Se me están retorciendo las tripas- farfullé. 

Me limpié la boca y tiré de la cadena antes de salir. Chiyo insistió en llevarme con ella a su pequeña consulta de la central y sólo encontró una respuesta. 

- Eso es imposible- me asusté-. ¿Cómo me voy a quedar embarazada después de tres años? ¿Cómo puedo estar apenas de un mes si llevo tres años igual?

- Sólo encuentro una explicación, por loca que suene, que es la verdad: sufriste un desorden genético todo este tiempo, y tu cuerpo evitaba los embarazos por sí solo- suspiró la mujer-. Pero hasta hace poco esa barrera natural que tu cuerpo ha creado se ha roto y eso explicaría por qué ha sido ahora cuando te has quedado embarazada. 

- Así que me está tratando de decir...

- ... que tienes una alteración genética. Pero hay otra cosa que me preocupa aún más.

El silencio inundó  la sala durante largos e incómodos minutos. 

- ¿Qué?- me exasperé.

- Deja que busque las agujas.

- ¿¡QUÉ!? ¡Me dan pánico las agujas!

- Lo siento, cariño, pero tendrás que aguantar unos momentos. 

Su experimento consistía en buscar células del embrión sin dañarlo, mientras que yo agujereaba el borde de la camilla con mis garras. 

Una vez obtuvo lo que quiso, puso la muestra en un microscopio y se puso a mirar a través de él. Yo permanecía en la camilla, sentada e incapaz de dejar de mirar mi vientre. Aún permanecía normal, pero se notaba la firmeza. 

- Justo lo que me temía- gimió Chiyo. Levanté la cabeza de golpe hacia la anciana, quien en ese momento se giraba hacia mí con cara de susto. 

- ¿Qué?- repetí. 

- Esa alteración genética ha dado cuatro problemas, en vez de uno como debería ser. Pero en tu caso no es raro que haya...

- ¿Qué es? ¿Cómo que cuatro problemas?- mis orejas vibraban y mis dedos estaban fríos del miedo. 

- Ven aquí- me dijo. 

Bajé de la camilla y me acerqué al microscopio.

- Sólo veo células- protesté.

- Son cuatro células con ADN diferente.

Me congelé al entenderlo.

- Son cuatro embriones de distintos padres...- murmuré. 

Ahora sí que quería volarme la cabeza. ¿Cómo? Me daba igual. Sólo quería morirme y acabar de una vez.

- Podría decirte el color de sus cabellos si me dejas unos minutos para investigar el ADN- dijo Chiyo. Yo no podía moverme. Estaba paralizada por el horror. 

Y las cosas no iban sino a peor.

- Por fin te encuentro- resopló Gaara entrando en la consulta. Chiyo y yo lo miramos sin saber qué decir-. Me desperté, no te vi y me puse nervioso.

Se me acercó y me besó.

- Pensé que te había pasado algo...- borró la sonrisa de su rostro al ver que empecé a llorar.

- Sí, sí que ha pasado algo- lloré, con la cara enterrada en su pecho. ¿Cómo mirarlo ahora a la cara y decírselo? Simplemente no podía. No quería. 

- Iré a ver las células y luego te diré los resultados. Ahora necesito que os vayáis y lo habléis en otro lugar- dijo Chiyo, con cara de póker. 

Gaara y yo nos fuimos a su habitación y le expliqué todo, pero sin mirarlo nunca por encima del pecho. Nos sentamos el uno delante del otro en el futón y mantuve la cabeza siempre baja. 

- Ahora Chiyo va a tratar de sacar el color de cabello de las cuatro células para dejarme averiguar  de quiénes son los embriones- murmuré como clausura. 

Silencio. Fruncí el rostro y seguí llorando, dolida por tenerle que decir todo esto a la persona que amaba. 

De pronto sentí que se acercaba a mí, hasta que sus brazos me rodearon y sus manos frotaron mi cabeza con cariño. 

- Tranquila, no es culpa tuya. No voy a alejarte por el mero hecho de que estés embarazada de otros. Te voy a ayudar. 

Sequé mis lágrimas en su hombro, abrazándolo fuerte, y deseando no tener que soltarme de él nunca jamás. 

***************

Al cabo de media hora, Chiyo nos llamó de nuevo y volvimos a su consulta. 

- ¿Y bien?- pregunté.

- Ha costado un poco, pero ahora estoy segura de los resultados- empezó a decir la anciana mujer-. Dos de las células son de dos personas de pelo negro, otra es de pelo amarillo y la otra de pelo blanco. 

Ahora sí que quería suicidarme. Apenas terminó de decirme los resultados me desmayé.

Dos azabaches, un rubio, un peliblanco...

Dos Uchihas, un Seiryu y un Jashinista (lo siento, pero es imposible saber el nombre del clan :/ )

Un embrión de Madara, otro de Itachi, otro de Deidara y otro de Hidan. 

Precisamente los que peor me habían tratado todo esos años. 

(En la foto, Chiyo)

Soy la esclava de los AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora