Ya había pasado una hora desde que comenzó la operación. Kendall estaba sentado en una de las sillas del pasillo, con los ojos fijos en la puerta que tenía al frente esperando que se abriera y apareciera el doctor. Johanna estaba sentada a su lado, pintando una revista de dibujos que le había entregado una enfermera. De pronto, la puerta se abrió y el doctor apareció. Al instante Kendall se puso de pié y se le acercó.
- Ya terminamos con la operación.- dijo el doctor.- todo salio bien.
- ¿Cómo está ella?
- Bien. Ya está estable, si gustan pueden pasar a verla.
- Johanna, nena.- la llamó Kendall. Ella levantó la cabeza para verlo.- ya podemos pasar a ver a _____, ¿La quieres ver?
La boca de Johanna se abrió en una pequeña “o”, para luego de un salto levantarse y correr hacia la habitación en que se encontraba _____. Kendall sonrió y la siguió por detrás.
- Hola.- dijo Kendall en cuanto la vio.- ¿Cómo te sientes?
_____ le regaló una sonrisa débil.
- Un poco mejor.
Kendall se le acercó y le apartó un mechón de pelo de su rostro. Los ojos de ella se clavaron en los suyos con una intensidad que le llegó al corazón. Los labios de _____ se notaban secos, y Kendall deseó poder humedecérselos con un beso. Relamiéndose los labios, él se alejó un poco.
- El doctor dijo que me daría de alta mañana.- dijo ella.
- Me alegra oír eso.- sonrió.- ¿Quieres que te vaya a buscar un poco de ropa para cuando te vayas?
- ¿De verdad no te molestaría hacerlo?- preguntó, sin saber de que sus ojos brillaban al momento de verlo.
- Claro que no.
En cuanto ella le pasó las llaves de su departamento, Kendall fue consciente de la confianza que sentía ella hacia él. Y eso, ciertamente le emocionaba. Johanna se quedó en el hospital con _____ mientras Kendall salió y se subió a su auto. En cuanto llegó al departamento de _____, entró y caminó directo hacia su habitación. Abrió el closet, tomó un pequeño bolso que encontró por ahí y metió dentro de el un conjunto de ropa cómoda para ella. De pronto, sintió que algo le faltaba. La mente se le iluminó. _____ necesitaba ropa interior. Una sonrisa traviesa se formó en su rostro y se acercó hacia los cajones, abrió el primero y lo que vio lo dejó sin aliento. Bragas y sostenes de distintos colores era lo que se encontraba ahí. Con las manos hirviendo, Kendall husmeó su ropa interior y tomó una diminuta tanga que encontró. Su miembro le palpitó mientras una imagen de _____ modelando con aquella tanga se paseaba por su mente.
Cerrando los ojos, imaginó lo grandioso que sería poder hundirse dentro de ella, tan solo sentir la cálida y húmeda carne de ella envolverlo. Cada fibra de su cuerpo pedía poseerla. Obligándose a dejar sus pensamientos eróticos a un lado, Kendall echó al bolso unas braguitas y un sostén que sin duda, le quedarían de lujo y salió de su departamento.