Parte 1.- Rechazado.

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Solo después de haber vivido el hamor mas de 12 años, detrás de tus costillas, respirándote al oído, te vuelves merecedor del desahogo, de saber y poder contarlo, de ser escuchado, de separar el horror y la tragedia que, a cualquier otro ser humano habría enloquecido, de la extraña y burlezca bendición que nuestro ovacionado dictador tuvo para conmigo.

Repitiendo, fue hace doce años que tropecé con el, en la forma de tragedia y de liberación en el momento mas oscuro de mi vida, como si estuviera llamándole, mientras caminaba de vuelta a mi casa de la universidad, un día como cualquier otro, tan cualquiera que olvidé completamente, simplemente antes de llegar a ese punto mi existencia era solo basura y mas basura.

Aunque extrañamente surgió como si yo lo llamase, mas bien fue ella quien me llamaba, con gritos desesperados, que venían del barranco que estaba a un costado del largo camino que tenía que caminar esa semana en ausencia de mi padre quien me llevaba y traía, el sitio tenía una vegetación muy espesa, mas de tres árboles por metro cuadrado o algo así, había un olor muy fuerte a cañería y el único sonido que en cualquier otro momento habría era el de el agua avanzando con fuerza, y algunas aves, pero esa vez la monótona orquesta natural de aquel sitio fue interrumpida por mi llamado, ese grito de dolor tan fuerte que golpeó internamente mis oídos.

Pero, como necia que he sido siempre, rechacé el llamado, ignoré este grito de auxilio y no miré hacia atrás, aterrorizada me limité a acelerar el paso esperando que callara y llegar pronto a casa. Esa noche la culpa se hizo cargo de hacerme ver que estaba desperdiciando el milagro de mi vida, aunque no lo entendí en ese momento, ahora que lo pienso en retrospectiva me doy cuenta, las pesadillas invadieron mi mente, solo me miraba a mi misma siendo arrastrada a la corriente de aguas negras que acompañaban mi camino todos los días, y sintiendo como esta entraba por mis fosas nasales, mis oídos y mi boca, con un profundo sabor a excremento y porquería que los vecinos tiraban todos los días, y las sanguijuelas comiéndome viva.

Rechacé el hamor esa tarde, pero para mi fortuna, insistiría.



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