3: Lágrimas.

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Lágrimas

Mayo, 1994

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Mayo, 1994.

"No. No. ¡Nooo! Me rehuso a aceptarlo!" exclamó incrédulo. "¿Cómo The Who va a ser mejor que The rolling Stones? No." el castaño se incorporó y se jaló el cabello con dramatismo.

"Eso lo dices sólo porque los Stones tuvieron más éxito, pero viéndolo de la perspectiva y crítica musical, The Who les patea el craneo." respondió Harry con serenidad.

Discos y discos eran esparcidos por la habitación de Louis de las bandas más clásicas hasta las más actuales. El tocadisco se hallaba sobre la pequeña mesa que se reunía a la convivencia de los dos jovenes, junto las cenizas tras las profundas caladas que emprendían las bocas de los dos muchachos, enfatizandose especialmente en el mayor.

El día era fresco, hacía viento y la ventana estaba abierta, aún así, la camisa de Louis no le cubría su torso y tatuajes. Harry fingía demencia, mirándolo fijamente a su fisonomía, ignorando por completo su pecho desértico de vellos, pero poblado en abundancia de tinta.

Las horas pasaron sin darse cuenta. La hermana del castaño había llegado a casa y no prestaron atención al ruido de sus pasos al subir. Sólo advirtieron su presencia cuando abrió la puerta.

"Louis," dijo con el ceño fruncido. Miró a Harry sentado en el suelo con un cigarro entre sus dedos. "¿qué haces?"

Se giró para dedicarle una observación a Harry. Desde hacía tiempo que una sola mirada bastaba para entenderse entre sí. El ruloso solo asintió y él salió.

Mientras tanto, Harry prosiguió fumando ante la ausencia de su compañero. Comenzaba a tardarse, por lo que optó por tomar un cuaderno que estaba a un lado del tocadiscos. Supuso que era un cuaderno de dibujos. Acertó. Éstos era únicamente de sólo un ser: Noah. Sus manos, sus ojos, su cabello, sus piernas y su miembro. Lo cerró. Lo devolvió a su sitio donde no debió haber sido sacado en ningún momento. Cerró sus ojos. Louis era un gran artista, lo hacía muy bien, demasiado bien y el trabajo que estaba plasmado en las hojas era perfecto, tan perfecto que le enfermaba. Hacia ver tan hermoso, tan artístico y sensual el cuerpo de su novio que le quebrantaba el alma. Tal vez no lo hacía ver solamente, sino que lo era.

El disco seguía dando vueltas con la música brotando sutilmente y decorando el silencio. Ya no quería oír más.

Su garganta se oprimió, imprimiéndole tragar saliva. Abrazó sus piernas y siguió envenenando sus pulmones con más ansias. No solía fumar, pero el estar habitualmente con su platónico y que éste lo hiciera a cada momento, le producía ganas de sentir el humo en su interior.

¿Será que algún día su amado logre ver arte en él? En ese preciso momento se sentía el ser más horrible e indeseable de la tierra. Sólo quería dormir para disipar los pensamientos. Quería dormir para olvidarse de Louis. Era el único método eficaz anti-Louis. ¡Cómo lo odiaba! ¡Cómo odiaba el no poder odiarlo!

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⏰ Última actualización: Apr 19, 2017 ⏰

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