Mientras Drake se encontraba inconsciente, veía imágenes y conversaciones de un hombre de cabello largo y varios jóvenes, entre ellos estaba la chica a la que había sacado de entre los escombros.
-No lo olviden: ellos lo causaron y ustedes tienen que terminarlo... deben terminarlo-, les decía el hombre de cabello largo.
A los otros chicos no los lograba identificar, sólo se distinguían sus siluetas.
Aquellas imágenes significaban algo, probablemente esas imágenes eran la razón por lo que lo habían "enviado" a esa ciudad.. . .
Drake despertó con una venda en la cabeza y con un enorme dolor ahí. Había luz más de la que había en la casona o en las calles de la ciudad, lo cual le hizo gracia. El mundo se pudre ¿y lo único que me importa y me alegra es que haya luz? ¡Ja! Qué ridículo, pensó. Lo que sea que haya pasado en esa ciudad había hecho a la población de la ciudad (y posiblemente al resto del mundo) muy hostil y fría.
Estaba acostado en una bolsa para dormir, en un suelo de madera, el techo era un parteaguas de madera.
Aunque tenía la vista hacia el techo pudo notar que había alguien con él. Volteó ligeramente a la izquierda y vio que una mano se extendía hacia su cien. Asustado se enderezó de golpe y tomó la mano con firmeza.
-¡Tranquilo!- Era una voz femenina-No te haré daño, estas a salvo-.
-¿Dónde...¡¿dónde estoy?!-, dijo exaltado, casi gritando.
-Con nosotros. No esperábamos encontrar a alguien más-, dijo la chica. Hubo un silencio.
-Perdona a Bruno-.
-¿El encapuchado?-, preguntó Drake-, ¿así se llama?...Bueno, tiene brazo fuerte-, afirmó.
-Lo digo en serio-, dijo la chica. En ese momento Drake se sintió bobo por el comentario. -En este tipo de casos nos vemos obligados a "dormirlos"-, dijo mientras hacia una seña con los dedos. La chica le quitó la venda del brazo para ver si seguía lastimado, ya visto la gravedad del roce de la bala le tapó nuevamente la herida.
-Disculpa, ¿cuánto tiempo llevo inconsciente?-, quiso saber el chico.
-Ah, llevas cómo tres ó cinco días así-, respondió tranquila la adolescente.
Drake puso los ojos como platos. ¡¿De verdad fue tan fuerte el golpe?!, pensó.
-Tranquilo, te estabilizamos-, le dijo la chica-. Bruno no golpea tan fuerte-. Le habían puesto un suero en el brazo, posiblemente anestesia.
¡Ay, qué alivio!, pensó el muchacho. La niña se lo quitó de brazo y le puso una gasa en donde había estado la aguja.
-¿Cómo te llamas?-, preguntó Drake, pero al instante de hacerlo se volvió a sentir bobo; creyó que la pregunta era estúpida y cómo no pensarlo así. No llevaban ni 5 minutos de conocerse.
-Soy...-, la oración fue interrumpida por una voz masculina que venía de afuera de la habitación.
-¡Johanna!, te buscan en...-, el chico entró a la habitación-, ¡Oh!...hola-. El sujeto era blanco de piel, castaño y tenía los ojos sombreados con un color amarillo aparentaba ser un chico de la misma edad que Drake. Vestía una playera roja, mezclilla y unos Nike blancos, aunque un poco sucios por la tierra y una caperuza negra. -Perdón por el golpe novato, pero en este tipo de casos es necesario. Soy Bruno- dijo extendiéndole la mano.
-Drake...creo- dijo el novato.
-Bienvenido-.
Se dieron un fuerte apretón de manos.
-¿Dónde dejaste tu instrumento?-, preguntó Bruno.
-¿Instrumento?
-Sí, ya sabes... con lo que despertaste.
-¿De qué me hablas?-
-¿No tenías nada cuando despertaste?-, Bruno hizo una pausa.-Yo por ejemplo desperté con este arco-, dijo mostrando orgulloso su artefacto. El arco estaba tallado en madera y tenía forma de un grabado Azteca. Era de color amarillo y rojo.
En ese instante entró a la habitación una chica pelirroja y con ojos azules, tan azules como el océano, tenía la tez blanca, vestía una sudadera y blusa blanca, jeans, tenis y lentes rojos.
-Sí despertó con él, pero lo arrojó-, dijo la chica.
Todos los presentes en el aula, a excepción de Drake, se miraron unos a otros con cara entre sorpresa y enojo. Drake era el único que no entendía nada. Acto seguido preguntó:
-¿Acaso hice algo malo?-, preguntó desconcertado.
Nadie le respondió. Todos salieron de la habitación excepto Johanna.
-Johanna, ¿qué hice?-, seguía desconcertado.
-¿Por qué arrojaste tu instrumento?-, preguntó con un tono de decepción.
-¡Jo, tráelo!-, le ordenó una voz masculina que emanaba de afuera de la habitación, pero no era la de Bruno.
-¡Claro, Charlie!-, gritó ella devolviéndole el grito al individuo.
Johanna ayudó a Drake a levantarse y se dirigieron a las escaleras. Las escaleras eran de madera; mientras bajaban las escaleras del ático Drake le preguntó a Johanna:
-¿Acaso esa cosa era muy importante?-, preguntó él.
-¡Sí, demasiado! -, le espetó.
Al instante la muchacha hizo un gesto de desaprobación, pero no hacia Drake.
-Lo siento Drake, pero esos artefactos son lo único que nos puede ayudar en este infierno-.
¿"Ayudar en este infierno"?, pensó. ¿A qué se refiere?
Al acabar de descender por las escaleras, ella y Drake llegaron a un pasillo. Las paredes estaban con el papel tapiz desgarrado, era blanco y el piso era de madera, así como el zoclo. Tenía tres puertas de cada lado; al final del pasillo Drake pudo distinguir unos monitores con imágenes de, aparentemente, todas las habitaciones.
Una de las puertas, cerca del fondo, se abrió y salió la chica de gafas rojas.
-Charlie quiere verlo-, acto seguido se metió de nuevo a la habitación dejando la puerta blanca abierta tras de sí.
-¿Qué hice?-, preguntó él.
-No me corresponde a mí decírtelo-, respondió ella.
Johanna ingresó en la habitación de la puerta blanca; a Drake le tomó un poco más de tiempo entrar, porque sabía que no iba a haber nadie a quien pudiera conocer. Antes de entrar se volvió hacia el pasillo y le dio un vistazo.
-Drake, ¿estás bien? -, preguntó la chica de los escombros.
-Sí, es sólo que...-
No acabó la oración. Súbitamente imágenes brotaron de su mente, pero...todo era tan extraño. En las imágenes de su mente veía a un señor de cuarenta años aproximadamente con dos niños pequeños de nueve años jugando, haciendo la tarea, riendo...
-Drake, ¿en serio estás bien? -, preguntó una vez más ella con tono firme.
-Sí, sí. Sólo que este lugar me resulta levemente...familiar-.
-Eres raro. Ya deja de ver hacia el pasillo y ven, el primero de nosotros quiere verte-.
¿El primero?, pensó él.
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El Cayado. El tiempo y los elementos jóvenes I
Ciencia FicciónQuince años han pasado desde la gran guerra. No hay humanidad alguna. Los que quedan cuelgan del hilo por la supervivencia, ropa y comida. En este tiempo postapocalíptico, un rayo de esperanza emerge hacia el cielo y este se encontrará a los jóvenes...