I. La niña sin nombre fijo

612 47 2
                                    

Publicado originalmente: 20/agosto/2017.

Advertencias/Aclaraciones: Pre-canon, en el sentido de que los Sakamaki aún son niños, en consecuencia, Yui no aparece en la historia porque aún no nace. Abuso infantil, dado que Cordelia está viva, y es bien sabido que era horrible con sus hijos. Aquí Ayato pasa por varias cosas, unas terribles y otras tantas, ¿decentes? Algo así. También hay algo de horror corporal y descripciones típicas de historias de Horror/Terror, más que nada en los dos últimos capítulos.

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───

I. La niña sin nombre fijo

Ayato Sakamaki iba al menos un día a la semana al lago cerca de su casa, a eso de las tres de la tarde hasta más tardar las siete de la noche, en su mayor parte para huir de las "responsabilidades" con las cuales su madre lo estrangulaba sin misericordia, en una menor medida sus escapadas eran también para no olvidar lo que significaba ser un niño, y por último, debido a su clara irrelevancia (aunque la voz de la razón y la honestidad le dijera que "eso" no era tan sin importancia si tenía que repetírselo a diario), era para ver a una persona.

Siendo más específico, a una niña.

Claro que siendo el grandioso Ayato Sakamaki admitirlo acuchillaba su orgullo, por lo tanto, él ignoraba la aparente alegría que inundaba su pecho cada que iba a reunirse con esa ordinaria mortal, y en su lugar mantenía una expresión llena de altivez.

Además, se recordaba, sería patético aceptar su añoranza hacia alguien que ni siquiera tenía un nombre fijo.

Anna, o como ella dijo que la llamara ayer, era en términos humanos dos años más grande que él, de una gran frente, aunque no tanto como sus ojos negros que resultaban tan irreales que rayaban en lo grotesco, casi idéntica a como Ayato imaginaba que sería el rostro de los fantasmas que los pueblerinos contaban en sus leyendas (esas que solo oía cuando sus maestros y madre creían que debía aprender de primera mano sobre los inferiores mortales).

A pesar de tener la opinión de que Anna en general era fea, Ayato no podía negar que ella tenía un cabello bonito, uno blanco y tan largo que llegaba debajo de sus rodillas, uno que no importaba qué (ya sea por obra del viento, las hojas o la tierra), se mantenía bien peinado y limpio, al igual que el vestido rojo que portaba cada vez que él la visitaba (el vampiro le había, y continúa, cuestionado varias veces por qué no cambiaba de ropa, y Anna hasta el momento seguía sonriendo y respondiendo lo mismo: "Ellos así lo quisieron y ese otro también, además, es como un vestido favorito").

—Llegaste pronto Ayato.

El pelirrojo bajó sus manos, desde que la conoció había intentado asustarla, sin embargo, ella siempre lo saludaba antes de poder conseguir su objetivo.

De mal humor por no lograr que Anna gritara por el miedo, lanzó el pescado muerto (que dejó lo más silencioso posible sobre la madera del puente antes de ir a importunar a Anna) y no se disculpó aunque éste se diera contra la cabeza de la niña.

Ella, como era usual, se quedó de espaldas y agarró con rapidez el pescado, para proseguir a morder como si su estómago no hubiera tocado alimento en más de una semana.

El inmortal se acercó hasta la orilla del puente y trató de no demostrar su asco ante los escasos modales para comer de la otra (y eso que él no era el más educado de su familia), y esperó a que ella terminara. Ayato era paciente pero solo porque podía identificarse, Cordelia a veces solía castigarlo y lo dejaba sin comer por varios días, así que, Ayato prefirió entretenerse lanzando piedras al agua mientras Anna devoraba el pescado.

Era mejor que ponerse a pensar en que quizá Anna tenía malos padres al igual que él.

Era mejor que empezar a ser más empático por alguien que morirá antes que él (suficiente tenía con darle pescados cada vez que se ven).

—No es justo —se quejó después de seis minutos de espera, aún de pie, dado que Anna era más alta y Ayato odiaba ser más bajo que una niña—, ¿cómo sabes siempre que ya estoy aquí?

Más bien, Ayato debería dejar de lado el volverse más apegado a la otra y concentrarse en cosas realmente vitales, tales como el descubrir la manera en que Anna le ganaba. Después de todo, Ayato cada que se acercaba al puente del lago se volvía muy silencioso, como si estuviera a punto de cazar.

Además, Anna era una humana, y los mortales no tenían sentidos tan desarrollados como los de un vampiro.

Ella hacía algo, trampa, seguramente.

—Fácil, los de tu clase desprenden un olor a rancio.

Anna sabía que él era un vampiro desde el primer día que se conocieron, y eso explicó el porqué una niña de apenas once años estaba dentro de los terrenos de la familia Sakamaki con tanta libertad, su padre Karl Heinz solía contratar a sus vecinos humanos como empleados para las tareas domésticas, claro que primero los hacía firmar un contrato de confidencialidad y se aseguraba que los mismos tuvieran una sangre de lo más corriente (para evitar futuros problemas), por lo que, Ayato relacionó a Anna con la hija de alguna sirvienta.

— ¿Qué quieres decir? —ella solo sonrió, Ayato frunció el ceño—. Eres solo una humana Anna, ¿cómo podrías saberlo?

—Esta vez dime Leila —la niña se puso de pie, limpió su boca con el dorso de la mano y con un tono lleno de alegría declaró:—. Ya te lo había dicho ¿no?, que en este mundo existen peores cosas que un vampiro, y además, los vampiros no son los únicos con trucos.

Ayato bufó y se cruzó de brazos, claro que lo recordaba pero aún le resultaba absurdo, ¿cómo podría haber algo más aterrador y astuto que un vampiro?

—Sigues sin creerme, pero no te preocupes, yo y mis queridos amigos te lo demostraremos.

Antes de cuestionar a quiénes se refería, Leila lo empujó con una fuerza demasiado grande para ser la de una simple niña humana. Por suerte, Ayato logró sujetarse del borde del puente con una de sus manos, con ojos tan abiertos que podrían salir de sus cuencas, miró hacia arriba a su supuesta "amiga".

— ¿Por q-

Pero se calló cuando Leila sonrió enseñando sus dientes blancos y puntiagudos. Leila pisó su mano, Ayato se quejó, ella volvió a pisar, lo repitió sin descanso hasta conseguir que el pelirrojo se soltara.

En medio de la traición e ira que sintió, su cabeza solo pudo pensar en lo agradecido que estaba con Cordelia por "enseñarle" a nadar y en cómo cobrarle a Leila la "bromita".

Antes de caer al lago, Ayato la escuchó decir:

—Ellos te recibirán gustosos, trátalos con amor.

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───

N/A. Curiosamente, pensé que esto saldría más con horror, sin embargo, salió hasta amistoso excepto por el final del capítulo, en fin, ¡gracias por leer!

Ver para creer [Diabolik Lovers | Ayato Sakamaki & OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora