Lloré tanto y tantas horas
que mis penas se secaron,
convirtiendo en doctoras
las gotas que derramaron.
Poco a poco fue haciendo
el efecto necesario.
¿Has oído tú ese estruendo
o fue todo imaginario?
No es rendirse ni es derrota
retirarse por un bien.
Tras de algo fui, yo idiota
y esa cosa es un quién.
Ni poemas ni canciones,
sirven ante vista ciega.
Ni mimos ni devociones
al que ya todo lo niega.
No es su culpa, ni de lejos
si es feliz, también lo soy.
Me quedo con los reflejos
del amor que di yo hoy.
Y yo nada me arrepiento
de haber sido aún esperanza,
dando así mi último aliento
por esta antigua alianza.
Dulces ecos de mi voz
que no han hecho efecto alguno
habéis sido hoy para dos
mañana seréis de uno.
Una pena que no oyeras mis mensajes,
te deseo lo mejor en tus viajes.