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Mi reencuentro con Alec había sido casi de película.

Yo venía bajando las escaleras con Cecilia, veníamos hablando de los parciales que se avecinaban para los próximos días. Bajamos el tercer piso, bajamos el segundo y antes de llegar al primero vi que enfrente de mi venían bajando dos chicos.

De inmediato reconocí a Alec. Alto de piel morena, delgado, pero no demasiado, cabello alborotado, sus camisas holgadas y sin duda esa manera rara de caminar y bajar las escaleras, por supuesto.

El otro chico era más bajito que Alec, un poco llenito y muy adorable, pero solo eso.

-Alec! – saludé sin temer y dudar que no era él.

Esperaba tanto verlo voltear que esos pocos segundos que tardó en hacerlo se me hicieron una eternidad.

Cuando volteó hacía mí, sentía que quería abrazarlo. Todo era distinto después de regresar del viaje.

- ¡Hola, Nía! – ese saludo movió por completo mi ser. Se acercó y besó mi mejilla.

¿Qué me estaba pasando?

Después de ese pequeño reencuentro cada quien se fue por distintos pasillos.

Cecilia aún no se daba cuenta de mis sentimientos, porque sí, ya sentía algo. Aun no sabía qué exactamente, pero el nombre de Alec estaba dando vueltas en mi cabeza.

Al pasar los días me encontraba de modo casual con Alec, y otras veces no tan casual.

Solíamos hablar a ratos y había días en los que ni siquiera lo veía en todo el día.

Comenzaba a ser una necesidad para mí, tenerlo cerca me alegraba. O eso era lo que yo creía.

Después de varios días lo volví a ver, seguía siendo apuesto y yo cada vez quería estar más cerca de él.

Un lunes a 4ta hora, en hora libre, pensé en ir a buscarlo. Ambos teníamos hora libre así que podíamos hablar un rato. Bajé del cuarto piso al primero. El salón de Alec se encontraba en el edificio de atrás de mi edificio, al bajar las escaleras di vuelta en el pasillo que estaba a un lado de las escaleras.

Iba muy emocionada, nunca me había atrevido ir a buscarlo sin que me acompañara Cecilia, y esta vez iba completamente sola. Cecilia en todas las clases de ese día no apareció por ningún lado.

Cuando giré para ver a Alec, estaba con una chica.

La estaba besando.

Me paré en seco y giré de nuevo, me fui directo a las bancas que estaban cerca de la cancha de futbol.

Verlo con ella fue un golpe duro, no debía de estar dolida, ni siquiera era nada mío.

Estaba molesta conmigo, por meterlo en mi corazón. ¿Pero que podía hacer ahora?

A veces te entregas a una persona por completo, sabiendo que en ocasiones esa entrega no será correspondida, pero no puedes evitarlo. Las cosas pasan, somos tan vulnerables al amor, aunque la mitad de nuestra vida vayamos negándolo frente a todo el mundo.

Alec era todo lo que yo quería en ese momento, por más que traté de sacarlo de mis pensamientos en cada cosa que yo hacía él aparecía.

Su mirada volvía a mi mente, una y otra, y otra vez.

Por la noche Cecilia me llamó para citarme en la prepa más temprano que de costumbre.

-Nía...! Mañana debes llegar temprano, juro que te lo contaré todo, pero llega antes de la entrada. - estaba tan acelerada que antes de yo poder responder o negarme a llegar temprano, terminó la llamada.

One step closerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora