Capítulo 3

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Capítulo 3 final

Madre e hijo corrieron al hospital, las ansias de llegar los inundaban, y al llegar, lo único que vieron fue a la familia de su novia llorar sin consuelo alguno.

- ¿Q-Q-Qué sucede? – preguntó Mateo con temor a la respuesta y al no recibirla se acercó al médico el cual con cierto pesar miraba a la quebrada familia. – D-Doctor... s-soy el novio de Andrea ¿e-e-está ella bien? – el médico con cierto dolor en su mirada negó.

- Los cortes fueron muy profundos, y aparte de eso se cercioró de que...- inhaló aire sonoramente- si no moría por la hemorragia ... moriría por la mezcla de barbitúricos – Mateo se dejó caer en el suelo, Alicia lloraba sin control alguno

- ¡E-eso fue homicidio! ¡es imposible que mi hija se sui...! – la ira desbordó el cuerpo de Mateo.

- ¡fue suicidio señora! - Mateo estaba parado frente a Patricia- ¿y sabe de quién fue la culpa? – fue como si todo el hospital se quedara en silencio -¡su maldita culpa! ¡Mi ángel se suicido por su maldita culpa, todo esto es por su maldita culpa! ¡No la logré salvar como ella me salvó a mí! ¡usted fue la asesina de su propia hija maldita desquiciada! – entre cinco hombres sostenían a Mateo por los brazos para que no se abalanzara sobre la madre de Andrea - ¡Mi dulce Andrea está muerta por su maldita culpa! ¡Tuvo una excelente hija y usted la asesinó maldita perra! – el no podía controlarse, había entrado en estado de shock. Claro, es entendible. El había estado enamorado de Andrea durante más de cinco años y ahora que pudieron estar juntos, ella simplemente decidió irse - ¡ella ya no tenía fuerza para seguir luchando! ¡¿sabe que es estar enamorado de una chica durante cinco años y que después de esos miserables cinco años ella al fin abriera su corazón a una persona que la amaba con extrema locura?! ¡Usted es una maldita! – las enfermeras le suministraron unos sedantes a Mateo. Su cuerpo cayó en los brazos de su madre, la cual estaba empapada en lágrimas.

- Tranquilo mi niño, tranquilo mi amor. Andrea no hubiera deseado verte en esta condición por ella. Se sentiría muy culpable. – el doctor aclaró su garganta

- Además de lo innegable, ella se escribió en el brazo <suicida> - la familia de Andrea se desmoronaba poco a poco.

Mateo

Me desperté en una camilla del hospital con un dolor en el pecho.

- ¿qué hago aquí?- mi madre se limpió las lágrimas y trató de sonreírme. - ¿A-Andrea sabe dónde estoy? Tengo que llamarla... - la realidad me golpeo en la cara... y muy fuerte. Las lágrimas no paraban de salir, el dolor en el pecho de antes se intensificaba, las ganas de matar a esa señora me llenaron el cuerpo por completo. Mi madre me acariciaba el cabello en forma de consuelo. Eso no lo iba a arreglar, no iba a traer a mi ángel de vuelta. Nada lo hará, la quiero de vuelta, la quiero abrazar, quiero tenerla entre mis brazos de nuevo, quiero que me miré, quiero escuchar su voz, la amo, como un jodido loco, como nunca he amado a nadie. Miré la ventana, lo consideré ¡por un demonio consideré suicidarme y ver de nuevo a mi ángel! Pero algo me lo impidió. Ella estaba de pie, allí con una sonrisa que decía <lo siento> tenía un vestido blanco puro, como ella, como el amor que sentimos el uno por el otro.

- Sé que un lo siento no es suficiente Matty – escuché su voz en mi cabeza y su figura estaba allí sin mover los labios -quiero que sepas que te amé demasiado, como una loca. Necesito que me perdones ¿podrás hacerlo? – su mano se posó sobre mi mejilla

- Vuelve por favor – le rogué – no me dejes solo, no quiero estar solo – ella sonrió

- No lo estás, tienes una madre que daría su vida por ti. Dile que me perdone también – traté de agarrar su mano, no pude – olvídame Matty

- ¡¿te estás escuchando?! ¡No me pidas lo imposible! No me pidas que te olvidé no lo hagas por favor ¡nos haces más daño yéndote que quedándote! No te vayas de mi vida Andrea, ahora no – ella tiernamente se acercó a mí y plantó un beso casto en mis labios. Se sentía cálido.

- No te obligaré a hacer algo que no quieras hacer... pero – negué y pude agarrar su hombros y pegarla a mi pecho

- El único que tiene derecho a pedirte cosas aquí soy yo. – sentí como sonreía sobre mi pecho y como sus manos me rodeaban

- Pídeme lo que quieras – sonreí

- Cásate conmigo, no me importa como lo vamos hacer pero por favor, dime que no será la última vez que te vea – escuché una risilla por parte de ella

- No me podré casar contigo, pero, te prometo que no será la última vez que nos veamos – sonreí, me sentí extrañamente feliz, Andrea plantó un beso en mi mejilla y se fue.

Una parte de mi vivía por ella y otra parte de mi murió aquel día para estar al lado de mi amada salvación.

No era nuestro fin, nosotros nunca tendríamos un fin en realidad. Era el inicio, el inicio de una etapa diferente, una diferente y dolorosa etapa en donde estaba sin ella pero al mismo tiempo la tenía.

Todos somos muñecos de porcelana, algunos estamos rotos, otros lo estamos tanto que ya no tenemos arreglo, creemos estar solos en este mundo y es cierto hasta cierto punto, hasta que llega alguien y ve nuestras heridas como una nueva forma de arte y ante sus ojos, son hermosas. Pueden que lleguen a tiempo para hacernos cambiar, otra veces llega... pero demasiado tarde.

Muñeca de PorcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora